Capítulo 6: Él Ángel

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Estaba agotada, le dolía todo el cuerpo pero no se quejaría, llevaban horas de camino, y las que quedaban, no había hablado con nadie, y tampoco tenía ganas, ahora mismo odiaba a todo y a todos.

Le dolía tanto la espalda que creía que se desmayaría en cualquier momento, cada punzada que le daban esos latigazos, sentía un inmenso dolor recorrer su cuerpo.

No podía dejar de pensar dónde estaría Shena, cómo se encontraría , si le habrían hecho algo, pero lo peor, era saber a dónde demonios la estaban llevando a ella, dónde la iban a encerrar. Escuchó a los guerreros hablar, pero no alcanzaba a oír lo que decían.

-¡¡Pararemos veinte minutos!!. - Un guerrero, el que parecía estar al mando, dió la orden y enseguida buscaron un sitio donde poder parar a descansar un rato.

Lo agradecía, la verdad, necesitaba descansar unos minutos, además cuánto más tardarán en llegar, mejor.

Los cuatro guerreros que la habían estado rodeando durante todo el camino, desmontaron y se acercaron a ella, la ayudaron a desmontar, ya que con las cuerdas de sus manos, no podía sola. Y en cierta parte lo agradeció ya que no podía casi moverse por el dolor de su herido cuerpo.

La guiaron hasta el río, donde más guerreros estaban arrodillados bebiendo agua.

Se arrodilló como pudo, aguantando el dolor y bebió un poco de agua del río, se volvió a levantar cuidadosamente, y sintió como alguien le daba un azote con la mano en el trasero.

Se giró inmediatamente y al mirar al hombre, le dieron ganas de matarlo, no solo por haberle dado un azote en su trasero, si no también porque sabía perfectamente que ese gusano era el que le había disparado la flecha, y no pudo morderse la lengua.

-¡¡¡Tú asquerosa y sucia rata inmunda!!!. - Avanzó unos pasos hacia él con la intención de golpearlo, pero enseguida dos guerreros la cogieron de los brazos, deteniéndola.

-Huy, que fierecilla estás hoy, quizá cuando lleguemos a tu nuevo… Hogar, podamos disfrutar un rato antes de irnos. - Ese idiota sonrió con malicia mirándola de arriba abajo.

-¡¡Mira, ni contigo ni con nadie!! ¡¡¡antes muerta que estar con una rata como tú!!!. - Intentó deshacerse del agarre de los guerreros pero no podía.

-¿Que no te gusta tu nuevo trabajo preciosa? Pues ves acostumbrándote, y espero ser tu primer cliente. - Entrecerró los ojos con lo que él decía, mientras que él no paraba de sonreír, se estaba divirtiendo a su costa, maldito asqueroso.

-¡¡¡Yo no soy ninguna furcia para ir acostándome con un desgraciado como tú, ni con ningún otro!!!.-

-¡Ya verás como este desgraciado te hará gritar!. - Él miró a los dos guerreros que la tenían sujeta, les hizo un gesto con la cabeza, indicandoles que les siguieran, después la miró a ella, sonriendo se encaminó por un pequeño sendero, entrando en el bosque.

Los dos guerreros la miraron sonriendo y la obligaron a caminar siguiendo a la rata.

Hizo el intento de soltarse pero no podía, la tenían sujeta por los brazos.

Cuando estaban bastante alejados de los demás, ese hombre se giró hacia ella y la miró sonriendo con malicia.

Ella frunció el ceño, no sabía lo que ocurría, hasta que tuvo un horrible presentimiento y ese pequeño pensamiento se hizo realidad.

- Hazme caso, te gustará. - Y el hombre empezó a deshacerse de su pantalón, los bajó hasta sus rodillas mostrando sus calzones.

¡¿Qué?!. - Dió unos pasos atrás, se removió queriendo soltarse del agarre de los dos guerreros pero le era imposible.

Vió como el hombre que la quería violar daba unos pasos hacia ella y se puso muy nerviosa, empezó a removerse muchísimo, golpeando a los guerreros que la sujetaban.
Por un momento, recordó los entrenamientos en sus tierras, todo lo que le había enseñado su hermano en sus visitas, su amiga Shena, hasta los guerreros que no tenían demasiado afecto por el Laird, y supo lo que debía hacer.

Lo decidió en un segundo, avanzó su pie derecho colocándolo a la altura de la cadera del hombre que tenía frente a ella, y el pie izquierdo contra su pecho, impulsando así su cuerpo con todas sus fuerzas a dar una voltereta hacia atrás, dándole con el pie en la barbilla a su agresor tirándolo de espaldas.

Al caer de pie, los hombres quedaron con sus brazos retorcidos tambaleándose y cayendo del sobresalto y lo inesperado de la situación, quedaron algo aturdidos, ése fué el momento indicado, rápidamente, ella supo que tenía pocos segundos para escapar, pero tenía que darles una lección.
Miró a los dos guerreros que acababa de tumbar, se acercó deprisa arrebatándole la daga que estaba haciendo la intención de sacar de su cinto, siendo más rápida que él , ya con la daga en la mano cogió una piedra del suelo que tenía a su lado y le golpeó con esta en la cabeza bien fuerte, le salió sangre de ésta y se desmayó.

Al otro hombre que la había sujetado le lanzó la misma piedra a la cabeza y cayó inconsciente, al mismo tiempo que su agresor se levantaba del suelo con la mano en la barbilla, de la cual salía sangre, y la estaba mirando muy cabreado. Ella apretó la daga en su mano y en un movimiento rápido la clavó en su abdomen haciendo que él cayera frente a ella de rodillas, observando la daga que traspasaba su piel incrustada hasta la empuñadura, él quiso gritar pidiendo ayuda pero en lugar de voz lo que salió de su boca fueron unos horribles estertores y un riachuelo de sangre.

No iba a perder el tiempo, salió corriendo hacia donde estaban atados los caballos, muy sigilosamente para que nadie la escuchara se agazapó tras un arbusto, cuando vió que nadie miraba, se arrastró sigilosamente hacia Gitana, desató sus riendas y se la llevó despacio alejándose del claro donde estaban los guerreros.
En cuanto estuvo lo bastante alejada de ellos, montó sobre Gitana y salió galopando de allí atravesando los árboles y saltando troncos caídos, alejándose de allí todo lo rápido que pudo.

Estaba muy cansada, le dolía horrores la espalda, las heridas se habían abierto,, había perdido sus fuerzas, llevaba más de un día sin probar bocado, ya que en el clan de Chiamon no le habían dado ni siquiera agua, solo había bebido en el río muy poco, no era suficiente.

Llevaba un rato cabalgando, necesitaba parar, no estaba en condiciones de seguir.

Así que se alejó y se escondió entre los árboles del bosque, saltó de la yegua con cierto esfuerzo, se sentó en el suelo y apoyó la cabeza en la pierna de Gitana, derrepente todo empezó a darle vueltas, sentía un gran dolor en su cabeza, se sujetó al suelo y todo empezó a ponerse oscuro, negro.

De pronto alguien salió de entre unos árboles, era un hombre, lo veía borroso, era muy alto, y musculoso,tal vez lo veía más grande de lo normal ya que le bailaba la vista, no tenía camisa, y se estaba acercando a ella.

-¿Perdone? ¿Está bien?. - Ese hombre se acercó más y se arrodilló a su lado, ella se cayó hacia atrás pero no llegó a caer en el suelo porque unos fuertes brazos la tenía sujeta. - Está herida. - Vió cómo colocaba la mano en su hombro y observaba la sangre.

De repente, se vió levantada, ése hombre la había cargado en sus brazos y la miraba fijamente a su rostro. Le pareció un ángel, su ángel salvador.

-¿Quién eres? ¿Quién te ha herido?. - La voz para ella le sonaba muy lejana, todo estaba marrón, lo único que pudo decir fue.

- Kri... Kristal. - Y se desmayó entre los brazos de ese hombre al cual no conocía.

Pero no pudo escuchar su nombre entre sus labios.

-¿Kristal?. - Se quedó observando sus ojos, ya cerrados.

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