Habían pasado algunos días desde su paseo con Andrew y las gemelas, cada vez se sentia mas familiarizada con todos, ya era muy amiga de Lesly y Lilit, había podido conocer a la gran mayoría de los habitantes del clan MacCarson, y se había dado cuenta de la gran admiración que sentían por su Laird.
Con Andrew las cosas habían seguido bastante tensas, a veces podían discutir como verdaderos enemigos que van a entrar en combate, y otras era como si se conociesen de toda la vida, tenían cosas en común pero no podían evitar tener largas discusiones por tonterías.
Varias veces el ambiente entre ellos se volvía muy incómodo, se atraían demasiado, aunque eso era algo que ninguno reconocía, se pillaban miles de veces mirándose y apartaban la vista bastante incómodos y avergonzados.
Kristal mientras se recuperaba de los daños causados casi un mes atras, habia pasado su tiempo paseando a caballo con las gemelas y algunas veces con Andrew, cuando él la invitaba a dar un paseo, a ver algún potro que acababa de nacer o cualquier cosa que se le ocurriese, había estado entrenando con las gemelas aunque eso a Andrew no le gustaba mucho, sabía que sus hermanas eran muy buenas con cualquier tipo de arma en mano, ya fuera la espada, la daga, el arco… Pero muy pronto se dio cuenta, de que Kristal era incluso mejor que sus hermanas, ya que la primera vez que ellas entrenaron juntas, Kristal con dos espadas, fue capaz de desarmar a las gemelas, era muy buena con la espada, agil y rapida, despues tambien las habia observado con el arco cazando o practicando y no fallaba ni una sola, tenía una muy buena puntería, ¡Hasta con la daga y cuchillos era impresionante!.
Esa mañana mientras desayunaban, Andrew recibió una carta de un clan vecino que le rogaba que asistiera a sus tierras porque necesitaba de su ayuda, así que tuvo que partir con cincuenta de sus hombres a ayudar a su buen amigo.
Andrew afirmó que seguramente en unos días ya estaría de regreso, así que les rogó a sus hermanas que no la liaran demasiado, y se despidió de Kristal con una magnífica sonrisa.
El sol comenzaba a esconderse así que las tres mujeres decidieron que ya iba siendo hora de regresar al castillo, habían pasado la tarde en el lago entrenando con sus espadas y estaban muy empapadas.
Cuando llegaron Lilit sugirió cenar en sus aposentos y las tres aceptaron porque estaban agotadas.
Fueron a darse un baño y cuando acabaron, se dirigieron a los aposentos de Lilit y les subieron la cena a las tres, estuvieron sentadas en el lecho cenando y compartiendo risas,
Lesly le comentó a Kristal que tenían una gran biblioteca, ya que a ambas les gustaba mucho leer quisieron ir a la biblioteca después de cenar, en cambio a Lilit no le agradaba y decidió quedarse en su habitación y descansar.
Cuando llegaron a la gran puerta de madera la abrieron y Kristal se quedó fascinada, todas las paredes de esa gran sala estaban llenas de libros, todo el suelo estaba cubierto de una alfombra muy suave y en el centro de la habitación había varios sillones y una mesita.
Estuvieron por más de una hora viendo libros y Lesly contandole la de veces que habían pasado allí las tardes con su madre mientras ella les leía a ella y sus hermanos cuentos.
Lesly se fue a dormir y ella quiso quedarse un rato más, observando los libros, hubo uno que le llamó la atención por su encuadernación de un rojo muy llamativo, se aproximo a grandes zancadas y agarro el libro con sus manos, acaricio la portada y se acomodo en uno de los sillones abriendo el libro y empezando a leer la primera página.
“Simplemente me bastaba con ver tus ojos, para saber, que jamás volvería a ver, unos simples ojos, de esa manera, tan hermosa y única.”
Sin saber porque, unos ojos de un verde tan intenso que tenía grabado en su cabeza, le llegaron a sus pensamientos, intentando olvidar la imagen de Andrew, continuó leyendo.
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ME VENDIÓ
De TodoKristal MacKam, hija de un horrible laird al que no le importa nada su bienestar. Una luchadora, rebelde e inconformista con las normas de su época, intentará por todos los medios luchar para poder vivir la vida que merece. Él, un guerrero con fuert...