Capítulo 9: Un vestido

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Escuchó los golpes en la puerta, y otra vez, se incorporó levemente quedando sentada en el lecho, bostezó y estiró los brazos, miró hacia la puerta.

-Adelante.- Vió como la mujer de antes entraba y cerraba tras ella.

-Buenos días señorita Kristal.- Mirna la miró con una sonrisa y ella le sonrió en respuesta.- ¿Cómo se encuentra? ¿ha descansado? .- Mirna mientras hablaba se aproximó a la mesita que había al lado de un biombo y dejó allí encima unas toallas y unas telas.

-Estoy mejor, aun me siguen doliendo las heridas, espero que no me queden marcas.- Se quedó pensativa.- ¿Cuánto he dormido?.- Miró a la mujer.

-Desde ayer por la tarde, hasta ahora que ya es por la mañana, necesitaba descansar, el Laird ha ordenado que le suban unos cubos de agua para que se pueda dar un baño, y que le trajeramos ropa para que pueda vestirse, ahí en la mesita le he dejado todo. Ahora varios guerreros subirán unos cubos de agua caliente, y Marta, la curandera, subirá en un rato para revisarle las heridas y ponerle los ungüentos.- Mirna señaló las ropas encima de la mesita.- ¿Necesitará ayuda para asearse?.-

-No, no hace falta, muchas gracias...- Se quedó mirando a la mujer, no lograba recordar su nombre.

-Me llamó Mirna.- Mirna sonrió asintiendo.

-Mirna, muchas gracias.- Sonrió a la mujer.

Mirna asintió y salió de la habitación cerrando tras ella, Kristal recorrió con su mirada toda la habitación, era muy grande, tenía el gran lecho, un baúl a los pies de este, una mesita, el biombo de madera y tras este una gigantesca bañera, salió de la cama y caminó por la habitación con sus pies descalzos, llegando hasta la mesita donde Mirna hacia un momento había dejado las toallas y ropa para ella, lo agarro todo y miró hacia la puerta al escuchar que llamaban.

-Adelante.- Vió como entraban varios guerreros con los cubos de agua, como Mirna había dicho.

Los guerreros asintieron y atravesaron la habitación volcando los cubos de agua en la bañera y saliendo de la habitación.

Kristal observó cómo el vapor salía de la bañera, tenía muchas ganas de sumergirse en ella así que dejó las toallas cerca de la bañera y la ropa que le habían traído la dejo en la cama, comenzó a desvestirse y se sumergió en la bañera, le escoció la espalda y la herida del hombro, pero era un dolor soportable, las heridas estaban cicatrizando, se relajó en la bañera y se quedó mirando el agua deslizarse por su piel, con su mente en cualquier sitio, menos ahí ¿Como estaría Shena? Ojalá estuviera bien y su padre no hubiera intentado capturarla o matarla.

Una cosa tenía bien clara, se iba a vengar de todos los malnacidos que la habían hecho padecer tanto, sobre todo su padre y Chiamon, pero juraba que algún día su espada atravesaría sus sucios corazones.

Mientras estaba pensando en estas cosas, sin darse cuenta, estuvo apretando en su mano la pieza de jabón con tanta fuerza que la había destrozado.

Acabo de lavarse y salió del baño, envolvió la toalla alrededor de su cuerpo y con la otra comenzó a secar su piel y su cabello, caminando hacia la cama se sentó y escuchó la puerta.

-Hola, soy Marta, la curandera, ¿le reviso ya las heridas?.- Una mujer no muy mayor entró en la habitación y ella se dejó revisar las heridas, le dijo la mujer que no le quedarian muchas cicatrices de los latigazos, solo algunas marcas de golpes que habían sido más profundos que los otros, y la herida del hombro ya casi estaba curada al completo, se alegró por ello, Marta le puso algunos ungüentos y vendo algunas heridas que estaban aún sin cicatrizar.

Cuando acabó se retiró de la habitación y ella se quedó sentada en el lecho, observó la ropa que le habían traído, entonces se quedó a cuadros, le habían traído un vestido, ¡un jodido vestido! ¿En serio creían que se iba a poner esa tela fea y horripilante? Recordó las palabras de Mirna, y le llegó la imagen del Laird, pues se va a poner él su precioso vestido.

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