PISTA 5

1.3K 148 23
                                    

SASUKE

SPARKS FLY (3:23)

Asunto: Temari
¿Quieres saber lo que dice de ti a tus espaldas?
Saku

Asunto: Re: Temari
No, pero me gustaría que te des prisa y vengas de una vez para que podamos terminar con esto. ¿Piensas salir hoy al mediodía? (¿Por qué sigues trabajando aquí? Casi nunca vienes y el jefe te odia...).
Sasuke

Asunto: Re: Re: Temari
Les va diciendo a todos tus amigos que dices las mejores guarradas por teléfono, que nunca había tenido sexo telefónico y que casi no puede esperar a que folléis de verdad.
(Sinceramente, no sé por qué sigo trabajando aquí... Dame tiempo para pensarlo...).
¿De verdad tengo que conducir yo?
Saku

Asunto: Re: Re: Re: Temari
No pienso hacer comentarios sobre nada de lo que dice Temari. Sí.
DATE PRISA.
Sinceramente,
Sasuke

Me recosté en el asiento del copiloto de mi coche mientras seguía esperando a Sakura con Sai y dos de sus hermanos de la fraternidad frente al puerto deportivo. Tenía la esperanza de que el día pasara con rapidez, ya que no estaba seguro de poder seguir soportándolos a los tres durante más horas.

—Sasuke, ¿te he contado que he creado un club de porros privado en la fraternidad? —preguntó Sai.

—No... —Al momento, le envié a Saku otro mensaje: «Date prisa», y miré a mi compañero de casa por el espejo retrovisor—. ¿Has fumado demasiada hierba hoy? Es temprano incluso para ti, ¿verdad?

—Para que conste, no se puede fumar demasiada hierba —aseguró—. Volviendo al tema que nos ocupa, mi misión es decirle a los nuevos miembros del club que no deben dejar que mis sueños de porros mueran el año que viene... Mis objetivos deben continuar.

—Permíteme aclarar esto: ¿te sientes feliz al haber fundado un club secreto que promueve una droga ilegal? ¿No querías llegar a gobernador?

—Bueno, antes que nada, los porros no son una droga. Es una hierba — aseguró desafiante—. Esa mierda crece en el suelo, como las malditas zanahorias.

—¿Y qué me dices de los efectos secundarios? —intervino uno de sus hermanos de la fraternidad—. ¿Los adviertes de ellos?

—¿De qué? ¿De que los porros pueden relajarte y hacerte sentir sensacionalmente calmado y feliz? Oh, claro... —Puso los ojos en blanco—. Los efectos secundarios resultan letales. Cura el glaucoma, ayuda a los ciegos, y la única razón por la que es ilegal es porque el gobierno sabe que si los legaliza será difícil cobrar impuestos, porque la gente podría cultivar sus propios suministros en el patio trasero.

—¿De verdad crees eso o estás drogado en este momento? —preguntó otro hermano de la fraternidad—. Sinceramente, estás empezando a preocuparme...

—¡Ja! —Sai se rio—. Créeme, cuando me convierta en gobernador, después de que eliminen de mi expediente todas las tonterías que hice el primer año, legalizar los porros en Estados Unidos será mi objetivo número uno.

—¿Que legalicen la cocaína será el número dos? —pregunté con firmeza.

—Que te jodan Sasuke. Escúchame...

No me molesté. Cerré los ojos y me recliné en el asiento.
«No volveré a ayudar a Sai a organizar una fiesta nunca más...».

—Mira eso... —susurró uno de los chicos de la fraternidad—. Me la tiraría ya.

—¡Joder, sí! —Se rio otro—. Un veinte sobre diez.

—Diecinueve con cinco... Le resto medio punto porque es una borde. Me tropecé con ella por el campus en una ocasión.

—Estamos hablando de aspecto, no de actitud.

—En ese caso, subo a cincuenta.

Los dos se rieron, y abrí los ojos para ver de quién estaban hablando, pero la única mujer que vi, la única chica que se acercaba a nosotros, era Sakura.
Llevaba una camiseta rosa sin mangas y pantalones vaqueros, se movía de forma fluida, sin pensar, sin una preocupación en el mundo. Venía hacia nosotros con el largo cabello rosado ondeando con el viento, y, por alguna razón, no podía apartar los ojos de ella.

A casi todos los hombres que se encontraban en el puerto deportivo parecía que les pasaba lo mismo. Se volvían a mirarla o no podían apartar la vista, admirados, durante varios segundos.

—Sí... —dijo uno de los chicos que estaban sentados en la parte de atrás mientras ella se giraba para mirar algo por encima del hombro—, y definitivamente, estoy de acuerdo contigo.

Por lo general, le hubiera dicho que se callara, pero seguía perplejo ante esta nueva Sakura, y me preguntaba por qué nunca la había visto así con anterioridad. Incluso en cuarto curso (cuando llevaba brackets), pensaba que no estaba mal, hasta la consideraba guapa, pero la mujer que se acercaba a nosotros era mucho más que eso. Muchísimo más...
De hecho, cuanto más se acercaba, más resaltaban sus rasgos bajo los rayos del sol. Sus labios gruesos, perfectos y jugosos, sus ojos  de un tono jade claro, y aquella sonrisa, que parecía volver locos a sus admiradores del asiento de atrás.

«¿Qué coño...?».

Cuando por fin llegó hasta el coche, abrió la puerta con un gemido.

—¿En serio, Sai? Sabía que tenía que ser cosa tuya. ¿Haces esto para anotarte un punto?

—Sí —repuso él, inclinándose hacia delante y abriendo la puerta—. Estabas a punto de conseguir que nos salieran raíces. Si dices que bajas al mediodía, entonces es mejor que lo hagas.

Ella puso los ojos en blanco y se deslizó detrás del volante, ignorándolo, como siempre.

—Ya que tú y yo somos los únicos adultos que hay en el coche... —comentó mientras encendía el motor—. Mmm... ¿Hola? ¿Por qué me miras así? ¿Tengo monos en la cara?

—No... —Volví la cabeza hacia el parabrisas—. Solo estaba pensando.

—¿Sobre qué? —Parecía preocupada.

—Te lo contaré más tarde.

—¿Seguro? Tienes un aspecto muy...

—Mmm... ¿Hola? —Nos interrumpió Sai—. No me gustaría entrometerme en ese ritual diario de «amiguitos» sobre vuestra vida cotidiana, pero tenemos que recoger algunas cosas para la fiesta.

—Vale. —Ella dejó de mirarme poco a poco—. ¿Te he dicho ya que Sasuke me está ayudando a echar un polvo antes de marcharme a la escuela culinaria? — comentó ella, sonriendo en mi dirección y mostrándome aquellos dientes perfectos y blanquísimos—. Es un amigo de verdad. No como otro que conozco.

—Yo no he crecido contigo durante media vida, ¿vale? No te debo nada. Y en realidad, ya que estamos...

Desconecté de su conversación. Podían estar discutiendo durante horas sobre cualquier cosa solo porque les divertía. Por suerte, casi siempre me mantenían al margen de sus desavenencias.

Y, ahora mismo, estaba más agradecido que nunca por que estuvieran distraídos.

Giré la cabeza hacia la izquierda para volver a mirar a Sakura, esperando que los últimos minutos hubieran sido un error, que me encontrara en medio de una extraña fantasía. Que no pudiera ser que me sintiera tan atraído por ella en este momento, no podía estar pensando en serio que quería decirle que se detuviera para poder saborear sus labios. Tanto los de arriba como los de abajo.
Los pensamientos que cruzaban por mi mente —arrancarle la camiseta, quitarle los vaqueros cortos y separarle las piernas encima del capó— debían desaparecer de inmediato...

«¡La puta hostia!».


.
.
.
.


Que comience el show Jojojo

Siempre SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora