PISTA 34

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SAKURA

YOU ARE IN LOVE (4:27)

UN PAR DE DÍAS DESPUÉS...

Con el sabor de las tortitas todavía en los labios y el hormigueo que me producía el reciente tatuaje en la piel, abracé a mi madre unos días después. Ella tenía razón: casi me había olvidado de ir por allí durante los últimos días. Había estado demasiado ocupada tratando de pasar cada segundo con Sasuke para compensar el tiempo perdido.

—Pensaba que odiabas usar jerséis de cuello alto —dijo mirándome de arriba abajo—. ¿No has metido suficiente ropa en la maleta o algo así?

—Eso es... —Me sonrojé, pensando en las numerosas marcas rojas que me había dejado Carter en el cuello—. ¿Así que puedes echarme en cara que no haya venido por aquí, pero tú no quieres acompañarme al aeropuerto?

—La primera vez fue muy traumática para mí —se disculpó—. Ese día experimenté suficiente ansiedad para toda la vida. No, gracias. Aunque eso no significa que te quiera menos.

Me reí y le facilité la información sobre el vuelo para que no se volviera loca.

—Podrías superar tus miedos y subirte a un avión para venir a visitarme a Francia algún día.

—No. —Me besó en la frente—. Ya vendrás tú. Hablando de eso, ¿habéis decidido ya cuándo irá Sasuke?

Negué con la cabeza. Aunque originalmente parecía probable que apareciera una vez al mes, anoche, cuando hablamos al respecto, nos dimos cuenta de que no podríamos vernos con esa frecuencia. Entre sus estudios en la escuela de leyes y que yo me pasaba los fines de semana haciendo prácticas en diferentes restaurantes, la cuestión era inviable. No podría volver a verlo antes del verano.
Dentro de seis meses.

—Vendrá a verme en junio —expliqué—. Ya ha comprado el billete.

—¡Bien! —Me abrazó de nuevo—. ¿Y cuándo volverás por aquí?

—En agosto.

—Todavía mejor. —Sonrió—. ¿Le vas a pedir perdón a Naruto cuando lo veas?

—Claro —aseguré—. Ya le he enviado un correo electrónico, pero haré lo posible para disculparme en persona. Si no me cierra la puerta en las narices, claro está.

—No lo hará. —Parecía que iba a decir algo más, pero Ino entró en la habitación.

—¡Hola! —Corrió hacia mí para darme un abrazo—. ¿Ibas a marcharte sin despedirte de mí?

—Bueno, mañana nos hubiéramos puesto a chatear por Skype.

—Bien —se rio—. Imagino que he vuelto a ser tu segunda opción ahora que has vuelto con Sasuke, ¿verdad?

Mi madre y ella soltaron una carcajada, e intenté con todas mis fuerzas no imitarlas.

—Bueno, yo solo quería pasar a despedirme antes de ir a trabajar —añadió—. Que tengas un buen vuelo y tenemos pendiente esa conversación por Skype. — Bajó la voz para que mi madre no la oyera—. Me tienes que dar todos los detalles de forma pormenorizada, pero para abrir boca, ¿el sexo ha sido tan bueno como antes?

—Incluso mejor.

—Quedamos a las diez, hora de Francia. —Sonrió—. Y vete pensando en que me lo tienes que contar todo. Que tengas un buen vuelo, Saku.

Mi madre y ella se alejaron lentamente de mí, y acabaron acurrucadas en un rincón. Tras ignorarme por completo, entablaron una conversación muy larga — y secreta— sobre algún tema antes de que Ino se marchara. Después, mi madre me ayudó a hacer el equipaje, asegurándose de que la maleta quedaba bien cerrada. Incluso llegó a abrir la maleta más grande para cotejar el contenido con mi hoja de cálculo. Le conté el nuevo y repentino enamoramiento de mi compañera de piso de la cultura americana, y sobre todo las interminables búsquedas en las cercanías de París de una buena playa.

Siempre SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora