PISTA 6

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SAKURA

BREATHLESS (3:49)

Me detuve en una gasolinera y me mordí la lengua para no gritar. No sabía cuántos viajes más podría hacer llevando a Sai y a sus hermanos de fraternidad en el asiento trasero, pero si les escuchaba quejarse por la forma en la que conducía u oía la expresión «antorcha tiki» una vez más, acabaría volviéndome loca.

No sabía por qué la fraternidad a la que pertenecía Sai quería organizar otra fiesta. Estaba claro que él sabía cómo montar fiestas realmente buenas, pero también le gustaba saltarse todas las reglas; la fiesta temática inolvidable del año pasado acabó con la mitad de los asistentes huyendo de la policía. El anterior, la experiencia legendaria terminó con un incendio en el patio trasero, y no quería pensar qué tenía en mente este año para la que llamaban «la Fiesta Épica».

Apagué el motor en cuanto aparqué y salí corriendo para entrar en la tienda con idea de refrescarme. Literalmente.

Tarareando, me interné entre los pasillos, cogiendo un montón de chucherías, dado que todavía nos quedaban algunos viajes. Twizzlers, Cheetos y un par de refrescos, por si acaso.

«Nunca aceptaré ayudar a Sai de nuevo con la preparación de una fiesta. No, nunca más...».

Le envié a Sasuke un mensaje de texto:

Yo: ¿Quieres algo de la tienda?

Sasuke: Gatorade.

Yo: ¿De qué sabor?

Sasuke: Sorpréndeme.

Cogí uno de color azul y fui a la caja, donde dejé todos los productos. Esperé a que me mirara y me atendiera, pero no se dio cuenta de mi presencia.

Tenía los ojos clavados en algo que había fuera.

—Dios mío... Es perfecto —murmuraba para sí misma.

Me aclaré la garganta para llamar su atención. Nada.

Incluso tosí un par de veces y pronuncié un «¿Perdón?», pero no obtuve respuesta.

Cuando su jefa apareció por la puerta trasera, esperaba que me dijera algo, o
que al menos tuviera la gentileza de atenderme, pero siguió la mirada de su subordinada y se unió a la fiesta.

—Dios mío... —musitó, consiguiendo finalmente que me diera la vuelta y mirara lo que fuera que las tenía tan embobadas.

Sabía que no se trataba de Sai. Él estaba hablando por teléfono sobre gelatina Jell-O. Sus colegas de la fraternidad se reían de algo mientras echaban gasolina. No estaban mal, pero no eran dignos de tanto babeo, nada que justificara que dos mujeres se hubieran quedado boquiabiertas.

Me llevé las manos al pecho, preparada para aclararme la garganta de nuevo y salir de aquella especie de cuarentena autoimpuesta, pero de repente clavé los ojos en Sasuke.

Lo había visto sin camisa un millón de veces antes, había visto cómo sus ojos oscuros brillaban bajo la luz del sol todavía más veces, pero jamás había sentido la más leve atracción... Hasta ahora...

Y en ese momento no fue «leve» en absoluto.

Con su tableta de abdominales a la vista, se había apoyado contra un dispensador de gasolina con la mirada perdida en la distancia mientras las gotas de sudor resbalaban por su pecho. Esbozaba esa sonrisa encantadora suya que usaba siempre que tenía delante algún admirador, la misma que me había mostrado durante todo el camino.

Se pasó las manos por el pelo negro azabache y, de repente, me imaginé haciéndolo yo, me vi pasando las manos por sus abdominales y más abajo, donde los oblicuos perfectamente definidos bajaban hasta...

«¡Oh-Dios-mío!».

Al instante, miré hacia otro lado.

Pero luego volví a mirarlo; no pude evitarlo.

«¿Cómo era posible que no hubiera notado esto nunca?».

—¿Esto es todo o estás demasiado ocupada mirando lo que hay ahí fuera para coger algo más? —me dijo por fin la dependienta, fingiendo que ella no lo había estado mirando también.

—Es todo. —Le lancé a Sasuke una última mirada y empujé lo que había elegido hacia ella.

Cuando terminó de meterlo todo en unas bolsas, regresé al coche y esperé a que Sasuke y los demás chicos se volvieran a sentar dentro.

—Gracias por detenerte, Saku. —Sai parecía medio sincero cuando lo dijo.

—De nada. —Repuse lo mismo a sus amigos y, cuando Sasuke ocupó el lugar del copiloto, no pude evitar estudiarlo con más atención.

«Sin duda es la definición hecha carne de "sexy"...».

—Pareces un poco cansada —susurró por lo bajo—. ¿Quieres que conduzca yo?

—No... —Negué con la cabeza y miré hacia delante mientras encendía el motor—. Estoy perfectamente.

«Joder...».


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Siempre SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora