Mónica observó como el pequeño Beta que la había llevado a la celda se alejaba después de interrogarla por un buen rato. Debía admitir que el chico era insistente, pero era obvio que desconocía lo que había sucedido y por eso sus preguntas era un tanto vagas. Al parecer el Híbrido de búho llegaría en unas horas a interrogarla también, estaba convencido de que lograría sacarle información; parecía obsesionado en saber como regresarle su aspecto a Auron.
Suspiró, iba a ser un largo día, y aunque nunca lo admitiría en voz alta; la estaba pasando mal. En su pecho había una amalgama de sentimientos negativos, empezando por la humillación ante la aplastante derrota que había sufrido frente a los Híbridos. Nunca en la vida había sido derrotada por dos seres que consideraba inferiores, era una Alfa guerrera, que había entrenado toda la vida para pelear. Su orgullo estaba lastimado.
-Si mis subordinados supieran esto sería mi fin- se acomodó el largo cabello a un lado y empezó a trenzarlo, simplemente por tener algo que hacer. El ambiente de ese lugar no ayudaba con su estado anímico, porque la celda que le habían asignado era diminuta, y olía mal. Apenas contaba con una pequeña cama, un silla y lo que asumió era un baño a la intemperie; ¿qué acaso ese pueblucho no contaba con celdas para Alfas como ella?
Terminó de trenzarse el cabello y observó las palmas de sus manos como si fueran la cosa más interesante del mundo. A su cabeza llegó la imagen de Auron, con esa cara de susto y sosteniendo su mejilla por la cachetada que le había dado. Nunca antes le había pegado a un Omega, pero cuando el chico se negó a regresar con su jefe y empezó a hablar como si tuviera opciones; no supo porque, pero eso le hizo perder los estribos.
Tal vez era porque ese niño rico siempre había tenido todo servido en bandeja de plata, con su enorme castillo, su gran fortuna, su casta pura y su perfecto prometido. ¿Quién en su sano juicio rechazaría un compromiso con un Alfa como su jefe? Era apuesto, educado y venia de una de las mejores familias de Alfas de todo el planeta. Si no fuera por su casta y su estatus, ella estaría encantada de ser su esposa…
Su corazón palpitó más rápido ante ese pensamiento, y tuvo que apartarlo al instante. Se sentía avergonzada de siquiera haber pensado en algo como eso, así que se puso de pie bruscamente y empezó a caminar a grandes zancadas de un lado a otro de la habitación. Hasta ese momento no se había percatado que tenía una perfecta vista de la celda de al lado; donde una preciosa rubia le veía con interés. Sus ojos se cruzaron por un breve instante antes de que la chica se dejara caer en la incómoda cama de su celda, y se diera la vuelta.
Mónica parpadeó un poco extrañada, era la chica que habían llevado junto con ella a la comisaría; la que había llegado al mismo tiempo que los dos Alfas que salieron del portal. Sabía que su nombre era Lana, porque el comisario de antes le había llamado por él un par de veces. Se quedó viendo la espalda de la chica un rato más, pero al parecer se había quedado dormida. ¿Quién lograría conciliar el sueño en semejante lugar?
Frunció el entrecejo y regresó a sentarse sobre la cama, no quería molestarla con el sonido de sus tacones sobre el suelo de la celda. Aunque aún se sentía bastante inquieta por sus repentinos pensamientos de antes. Pero no tuvo que divagar mucho más en eso, porque una voz llamó su atención repentinamente.
-Creí qué teniendo tanto dinero y tantos recursos, el engreído de tu jefe enviaría a alguien más competente para atrapar a su Omega- una silueta apareció a la derecha de la celda, por la parte de afuera, oculta entre las sombras de la noche. Aunque ella reconocía esa voz y ese aroma, a pesar de que notaba un cambio en él; era el mercenario.
-Y yo pensé que mi jefe te había pagado una buena suma para que le regresaras a su prometido. A menos que vengas a decirme que lo tienes listo para llevarlo con él- la silueta de Lolito salió de entre las sombras, con el rojo cabello siendo alborotado por la brisa nocturna; y una expresión de enojo muy marcada en su semblante, sus ojos verdes parecían brillar con el reflejo de la luna.
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Pure Breed - Omegaverse (Premios Karmaland 2020)
FanfictionSer de casta pura era un mundo maravilloso de riquezas y glamour. Pero un matrimonio arreglado estaba lejos de que deseaba en su vida. Ahora Karmaland le ofrecía algo nuevo que explorar y él lo haría gustoso. ¿Qué podría salir mal?