Llegada

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Karmaland, era definitivamente el último lugar en el mundo al que pensó mudarse, pero las circunstancias de su vida habían cambiado y ahora se encontraba en la entrada viendo el enorme cartel con el nombre en letras grandes y amarillas. Suspiró por lo bajo y tomó sus maletas, había hablado con el alcalde un par de días antes de decidirse a llegar y el hombre amablemente le había indicado a dónde debía dirigirse, hasta le había indicado dónde podía quedarse la primera noche ya que aún no tenía claro dónde podría construir su casa.

Siguió el camino hasta llegar al pueblo y allí captó la mezcla de olores en el ambiente. Era un poco abrumador, porque estaba seguro que la mayoría de esos olores pertenecían a Alfas. En la ciudad la mayoría usaban supresores, era una práctica común para evitar los accidentes en áreas concurridas, aunque aún en la ciudad los supresores eran cosas de omegas y eran muy pocos los Alfas que se tomaban la molestia en usarlos.

Karmaland era remoto, muy alejado de las grandes ciudades y estaba llena de Alfas guerreros, porque era bien sabido que en los pueblos solían acumularse monstruos. Había omegas y betas, si, pero muy pocos; sin contar que la mayoría de omegas estaban marcados. Todo eso lo había investigado antes de llegar, quería estar seguro que era el lugar adecuado.

Tomó una bocanada de aire y la dejó salir despacio antes de internarse en el pueblo, había llegado ahí para hacer una nueva vida, alejarse de su familia; y estaba seguro que ninguno tendría la menor idea de que se encontraba ahí. Llevó la vista al cielo y suspiró, y fue entonces que una mano en su hombro lo sacó de sus pensamientos y le hizo pegar un brinco, un poco exagerado, junto con un grito un tanto sospechoso. Casi al instante se llevó la mano a la boca, por puro impulso, y se regañó mentalmente, los betas no gritaban de esa manera ante un simple susto.

-Vaya, perdona si te asuste, el alcalde me dijo que hoy vendrías y en cuanto te vi supe que eras el nuevo. ¿Estás bien?- volteó a ver al dueño de esa profunda y juguetona voz, se encontró frente a un Alfa alto y con apariencia de ave que llevaba un traje de policía. Era un híbrido y olía maravilloso, como a pino y corteza de árbol. Cerró los ojos instintivamente y aspiró su aroma con gusto.

-Ammm, mi nombre es Fargan por cierto. Soy uno de los policías del pueblo, el alcalde no me dijo tu nombre- se dio cuenta que estaba actuando extraño así que salió de su momento de admiración al Alfa y extendió su mano para saludar y presentarse como debía ser.

-Soy Raúl pero todos me llaman Auron. Y sí, apenas hace una horas que llegue al pueblo…- se vio interrumpido porque repentinamente Fargan había tomado su mano y se la había llevado a la nariz para olfatear su muñeca con mucho interés, cosa que se le hizo extraña y le provocó un escalofrío en todo el cuerpo.

-Vaya, pensé que eras un omega pero no logro sentir ningún olor en particular que te delate. ¿No estarás usando supresores verdad? Eso no es común aqui, aunque tú vienes de la ciudad por lo que me dijeron- Auron apartó su mano algo brusco y observó como una sonrisa pícara se formaba en los labios del Alfa.

-Soy un beta y creo que había formas más amables de preguntarme mi casta sin tener que invadir mi espacio personal- el ave sonrió con superioridad y se le acercó un poco más, tanto que podía sentir el aliento de éste chocando contra su rostro. Su aroma se había intensificado como tratando de provocarlo, y sus pupilas se habian achicado hasta ser delgadas  lineas negras dentro de un fondo amarillo. Así de cerca podía observar las plumas alrededor de sus ojos y sus mejillas, solo la parte de abajo de su rostro carecía de estas, tenía una especie de pico por encima de la nariz pero que dejaba una parte descubierta abajo que asemejaba a una nariz humana, sus labios definitivamente eran humanos; Auron pensó que casi parecía como si llevara un antifaz.

-Los betas y los omegas hacen falta en este pueblo, aunque no se porque creo que lo que me dices es mentira y eres uno de esos omegas de alta categoría que usan supresores y se casan con Alfas de sangre pura- Auron no tuvo oportunidad de replicar a los cuestionamiento de Fargan porque este fue jalado hacia atrás y cayó de espaldas sobre el suelo. Y frente a él apareció otro Alfa, de cabellos negros, alto y grande que olía a una mezcla de chocolate y canela que le hizo suspirar.

-Vaya Fargan, molestando al recién llegado. Como policía, ¿no deberías estar dando el ejemplo y asegurarte que llegue bien a su destino en vez de molestarle?- el ave se sobaba la cabeza y veía con malos ojos al recién llegado, sintió como los olores de ambos Alfas empezó a cambiar un poco y a ponerse agresivo. Su instinto le hizo retroceder pero chocó contra un fuerte torso que casi le hizo caer, pero una mano le tomó de la cintura y le salvó del golpe. Un nuevo aroma le llegó a la nariz, a café puro.

-Chicos, chicos, creo que si esperaban darle una buena impresión al nuevo habitante del pueblo han fracasado rotundamente. Así que, porque no se calman y le damos una bienvenida un poco más apropiada - Auron se sintió bien al escuchar la voz del recién llegado, así que se aventuró a ver el rostro amable y pacifico del Alfa que aún lo tenía entre sus brazos.

-Siento mucho si te han asustado Auron, pero si me permites me gustaría invitarte a un café y así podemos hablar tranquilamente y estos dos podrán presentarse como es debido- el asintió a duras penas y sintió como el amable Alfa lo apartaba de su cuerpo y le señalaba con la mano el camino a la cafetería. Caminó con los tres rodeándolo bajo la mirada de varios habitantes del pueblo, no pudo evitar preguntarse porque.

Llegaron a un adorable local, se veía acogedor y tranquilo, para nada como las cafeterías de la ciudad. Una amable mujer les recibió con familiaridad, definitivamente conocía a los tres Alfas que le acompañaban. Los guio a una mesa apartada y les tomó el pedido.

-Bueno, lamento mucho el altercado allá fuera Auron. Déjame presentarme, mi nombre el Luzu y soy el alcalde de Karmaland. Hablé contigo hace un par de días y créeme que puse atención a todo lo que me comentaste, tenía preparado un par de escoltas para recibirte a la ciudad, pero se ha complicado un poco esta mañana- Luzu era muy apuesto y pulcro, llevaba un traje negro muy elegante y hasta su forma de sentarse era atractiva. Sin mencionar su apuesto rostro, de preciosos ojos azules y pelo castaño que te incitaba a acariciarlo. 

-Es un gusto Luzu, y no te preocupes por no haberme recibido, llegué un poco antes de lo esperado. Quería sentir el aire fresco, nunca había vivido fuera de la ciudad y me han hablado mucho de lo relajante que puede ser - fueron interrumpidos por la chica que llevaba sus bebidas. Le proporcionó una sonrisa coqueta a todos los Alfas y una un poco antipática a Auron, eso le hizo sentir incómodo. Pero la profunda voz del ave le hizo prestarle atención ahora a él.

-Mi nombre es Fargan como te dije antes, soy uno de los policías del pueblo. No pretendía molestarte antes, solo me pareciste curioso porque no hay muchos como tú en esta ciudad- el ave tomo su bebida con paciencia y le lanzó una sonrisita picara.

-¿Como yo?- también le dio un sorbo a su café.

-Betas, esta ciudad está llena de Alfas temperamentales. ¿No lo sabias Auron?- él asintió suavemente, esa era una de las razones por la que había decidido llegar a Karmaland.

-Algo escuché, aunque lo que más me llamó la atención de este lugar es que está alejado de la ciudad- bajó la mirada a su bebida y la dejó ahí un rato.

-Claro, claro, eres de la ciudad según tengo entendido. No voy mucho por allá, está muy lejos y hay demasiado movimiento para mi gusto- el alcalde le dedicó una sonrisa al decir esto y siguió con su bebida también. Los tres dirigieron  su vista entonces al único que faltaba por presentarse. Él le dedicó una sonrisa encantadora a Auron y empezó a hablar.

-Mi nombre es Vegetta, y también quiero disculparme si te hice sentir incómodo. Es un placer tener nuevas personas en el pueblo, si necesitas algo solo házmelo saber y te ayudaré- recibió un guiño de parte de Vegetta y no pudo evitar sonrojarse ligeramente, ese Alfa era muy llamativo también. Tal vez lo más interesante eran esos maravilloso ojos violetas, nunca había visto ojos como esos en su vida. Y qué decir de lo apuesto que era, de pies a cabeza era como un dios griego.

-Si no tienes donde quedarte puedo ofrecerte mi humilde casa por el tiempo que necesites. Tengo suficiente espacio para que te quedes- Auron se sintió un poco sorprendido ante tal proposición, estar en la casa de un Alfa como ese, y pasar desapercibido para que no descubriera que era un Omega; eso sonaba a una tarea monumental. Aunque su bestia le exigía aceptar la propuesta.

-Pues yo también tengo espacio en casa, y en la casa de un policía estarías más seguro- Fargan hasta se removió en su asiento al proponerle eso. Auron frunció el entrecejo, ahora tenía dos proporciones bastante tentadoras. Aunque si era sincero consigo mismo le llamaba mucho más la atención Vegetta que Fargan.

-Vamos chicos, si hay alguien con el que debería quedarse es conmigo. Soy el alcalde y tengo un lugar perfecto para Auron- vaya, los tres lo querían en su casa y eso que les había dicho que era un beta, ese pueblo iba a ser complicado.

-Es muy amable de su parte en serio, pero si hay algún hotel por acá creo que sería mejor porque no les molestaría y… - fue interrumpido por la repentina entrada de un Alfa que llamó a sus tres acompañantes animadamente. Otro híbrido.

-Pero chavales, llevo media hora esperando en el muelle de pesca por ustedes. Y eso que yo soy el que siempre llega tarde- el recién llegado olía riquísimo, como a miel y menta. Era alto y un poco delgado para tratarse de un Alfa, pero de su cabello rubio sobresalían dos encantadoras orejas cafés. Sus facciones eran mayormente humanas, tenía unos ojos verdes encantadores y sus colmillos salían ligeramente a ambos lados de su boca pero no eran un híbrido tan notorio como Fargan. Auron se preguntó si su cola también sería visible, y eso lo hizo pensar si Fargan tendría alas.

Regresó su vista instintivamente hacia el ave y lo encontró viéndole con una sonrisa pícara. ¿Qué acaso esa expresión estaba siempre plasmada en sus labios?

-Lo sentimos Rabis, es que estábamos presentándonos con el nuevo habitante de Karmaland. Su nombre es Auron- Luzu le señaló y el recién llegado le lanzó una mirada de sospecha.

-Vaya, no sabía que vendría alguien nuevo. Como sea, soy Rubén pero me puedes decir Rubius- extendió su mano hacia Auron y este la tomó con suavidad.

-Es un gusto Auron, y creo que ya es muy tarde para ir a pescar de todos modos. ¿Tienes donde quedarte?- los tres Alfas que le acompañaban dijeron "conmigo" al mismo tiempo. Luego todos se voltearon a ver entre ellos con molestia en el rostro. Parece que iba a tener que aceptar una de las propuestas, los Alfas eran fáciles de provocar y no quería más altercados.

-Creo que iré con Vegetta, gracias por el ofrecimiento a los demás pero él me lo ha pedido primero así que si no es mucha molestia creo que aceptaré- Vegetta esbozó una enorme sonrisa y se le acercó confiado.

-Pero claro que no es molestia Auron, es más, déjame ayudarte con tus maletas- se inclinó a su lado y tomó sus maletas.

-Gracias, me dijeron que no debía estar por el bosque de noche porque es peligroso así que será mejor que vayamos- le hizo una señal a la chica que les atendía para pedir la cuenta, creía apropiado invitarlos después de que habían sido amables con él y hasta le habían ofrecido lugar para pasar la noche. Luzu y Fargan veían a Vegetta con odio y desprecio, mientras que Rubius solo estaba ahí parado con los brazos cruzados y analizando a Auron de pies a cabeza.

La chica dejó la cuenta y se retiró, y Auron iba a tomarla pero la mano de Luzu se lo impidió.

-Esta la pago yo, ve con Vegetta que se está haciendo tarde- iba a protestar pero se vio casi arrastrado hacia la salida, apenas tuvo tiempo de despedirse. Vegetta le llevaba de la mano con una gran sonrisa en el rostro.0

-Te va a gustar mi mansión, además está en un lugar muy alto y te aseguro que no llegan monstruos- no dijo nada pero enredó sus dedos con el contrario, como algo impulsivo, y sintió como provocaba un escalofrío en su acompañante. Eso le gustó.

Era extraordinario estar rodeado de tantos Alfas a decir verdad. En la ciudad las cosas eran diferentes y monótonas; mamá y papá no lo dejaban salir ni a la esquina sin escolta. Pero ahora estaba en Karmaland, el lugar que era famoso por la cantidad de Alfas que ahí vivían. Si sus padres supieran que estaba ahí de seguro les daba un ataque, quién diría que ser desobediente fuera tan excitante. Vegetta seguía caminando un poco adelante de él, con su mano firmemente entrelazada a la suya, se estaba aprovechando  de su atrevimiento. No pudo evitar sonreír encantado, su bestia estaba regocijándose ante tantas oportunidades; parecía que mientras más pasaban las horas en Karmaland, se volvía más atrevido.

Llegaron a la mansión de Vegetta, y no pudo contener un gesto maravillado ante la enorme construcción. Auron se preguntó cómo habría logrado que estuviera en los cielos, ¿sería magia? Subieron por un elevador y entraron por una puerta automática, dentro era aún más maravilloso.

-Vaya, tu casa es increíble. Nunca había visto un lugar así en mi vida- se soltó de la mano de Vegetta y corrió como niño pequeño hasta donde nadaban los hipocampos, acarició a uno con suavidad. Sólo había visto hipocampos en un acuario y no había podido tocarlos, eran hermosos.

-No me gusta presumir pero la hice con mis propias manos- Auron le volteó a ver sorprendido.

-¿En serio?, pero si es un lugar enorme. En la ciudad todos contratan a gente que lo haga por ellos. Mis padres…- se detuvo antes de decir algo indebido y regresó a acariciar los hipocampos. No quería hablar de sus padres en ese momento, lo mejor era dejarlos en el pasado como su vida en la ciudad. Vegetta le lanzó una mirada extrañada pero no preguntó más, apenas si le conocía.

-¿Por qué no entramos y te muestro tu habitación?- se alejó del agua y siguió al dueño de la casa, dentro era igual de extraordinario que afuera. Le parecía increíble que Vegetta hubiese construido todo eso.

Llegaron a una puerta de madera y Vegetta le dejó pasar primero, adentro había una elegante cama y varios muebles.

-Mi habitación está al lado si necesitas algo, puedes llamarme para lo que sea. Ese de allá es el baño- señaló una puerta de madera al lado de la entrada.

-Prepararé algo para cenar así que ¿porqué no te refrescas y bajas a cenar en un rato?- dejó las maletas de Auron sobre la cama y le volteó a ver con una sonrisa.

-Gracias, eres muy amable- se acercó y se puso de puntillas para dejar un beso en su mejilla, sintió de nuevo ese rico escalofrío en el cuerpo del Alfa, hasta sus feromonas salieron un poco más intensas, y él no pudo evitar aspirar ese aroma encantado. Pero se había acercado demasiado y ahora Vegetta había aprovechado para estrecharlo entre sus brazos mientras escondía el rostro en su cuello.

Dejó salir un gemidito de sorpresa y una oleada de peligrosas feromonas con olor a vainilla. Hasta ese momento fue consciente de que había tomado su supresor hacía muchas horas y que los efectos se le estaban pasando. Y aunque no estuviese en celo, su olor lo acababa de delatar ante un Alfa que lo tenía aprisionado entre sus brazos. Vaya predicamento.

-Auron…¿eres un omega?- sintió como el abrazo se estrechaba sin darle oportunidad de contestar, aunque a ese punto era bastante obvio que si lo era. Vegetta tenía la ventaja en esa situación, eso era obvio, pero si algo le había enseñado su madre era a ser un omega inteligente, y sabia varias cosas para calmar a un Alfa; podría incluso manipularlo para que hiciera lo que quería. Había llegado el momento de usar sus encantos.

-Vegetta...si me sigues apretando de esa manera me vas a dejar sin aliento. ¿Me dejas refrescarme y ya luego platicamos más tranquilos?- su voz había sido calmada y dulce, cómo sabía que les gustaba a los Alfas que les hablaran. Sintió el agarre en su cuerpo deshacerse poco a poco y los hermosos ojos violeta verlo intensamente, pero aún así le habló con tranquilidad.

-Iré a preparar la cena- lo vio salir apresurado por la puerta y eso lo hizo suspirar. Apenas llevaba unas horas y ya se había delatado ante un Alfa, vaya que iba a ser cuidadoso.

Abrió su maleta con prisa y encontró un bolso con sus supresores. Tenía una variedad increíble, sabía que en ese pueblo las cosas tomaban su tiempo en llegar y no se iba a arriesgar mientras conseguía un proveedor estable. Sacó una pastilla y la dejó sobre la cama mientras se dirigió al baño a lavarse la cara, abajo lo esperaba un Alfa muy apuesto que acababa de descubrir su casta.

-Empezamos con todo-

Holis! pues aca estamos con una nueva historia de los rincones oscuros de mi cabeza

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Holis! pues aca estamos con una nueva historia de los rincones oscuros de mi cabeza. ¿Sabian que escribo la mayor parte de mis historias en el celular? No tengo computadora que me parezca comoda y la del trabajo es horrible asi que lo prefiero asi. Termino con dolor en el meñique no se porque. Como sea, disfruten la historia y denle amor. Besos!

Pure Breed - Omegaverse (Premios Karmaland 2020)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora