Capítulo 31

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Después de ese sueño, le di cuenta que era el momento de que mi viejo conociera a la piba que me tenía loco de amor, así que le pregunté a Manu que estaba haciendo y me dijo que hoy el local iba a estar cerrado por lo que estaba en su casa aburrida.

Ya estaba arriba del Uber yendo a su casa, casi siempre le caía de sorpresa era más divertido ver su cara que avisarle que estaba yendo.

Cuando toque el timbre y me contesto supe que recién se despertaba, seguramente me hablo y como no conteste se quedó dormida, era raro en mi pero cuando estaba viniendo se me apago el celular así que no le pude hablar más.

Ella escucho mi voz y yo escuche su grito de felicidad, me dijo rápido que ya bajaba a abrirme que no me vaya, como si quiera estar lejos de ella, que ilusa.

Cuando la vi bajar, toda despeinada y con ropa grande e igual me parecía sumamente hermosa supe que mi vieja tenía razón, era acá, era ella, no podía ni quería otra, siempre iba a ser Manuela.

Me encantaba Manuela en todo su esplendor, me encantaba ella siendo ella, sin timidez, sin filtros, diciendo siempre lo que piensa sin buscar ser correcta, o caerle bien a la gente, ella era ella y al que le gustaba bien y al que no también. Estaba enamorado de esta piba y ya no había vuelta atrás.

Abrió la puerta y pude percibir su perfume, ese que sentía cada vez que estaba tenso la abrazaba y sentía en su cuello, ese que me daba la paz que necesitaba.

- Hola mi amorrrr, te extrañe - antes de tirarse encima mío vi el puchero que me hizo y me estaba volviendo loco.

- Hola hermosa, yo también te extrañe - la separe un poco - Mira que te traje - le mostré la bolsa donde tenía sándwiches de miga, sus preferidos y algunos chocolates - Supuse que ibas a necesitar un poco de comida para empezar el día - sonreí.

- Naaaa chabon que hice en esta vida para merecer semejante bombonazo que encima me compra lo que necesito, gracias mi amor - me agarro la mano - Vamos tengo hambre y frío - me reí porque era muy friolenta, aunque hiciera calor ella siempre tenía sus manos frías y no se cansaba de decir que tenía frío.

Subimos en el ascensor, ya sabía que no hace mucho se empezó a subir porque le tenía miedo, desde el momento que me entere, siempre la observaba, cerraba los ojos, empezaba a respirar diferente, pero esa era mi chica siempre esforzándose por superar todos sus miedos.

Entramos al departamento y me golpeo el olor de su espacio, tenía una manía con los olores, ya me lo había confesado y era por uno olor en particular que había sentido una ves y no quería volver a sentirlo nunca más, pero no me contó cuál era.

Desayunamos tranquilos, jodiendonos, haciendo bromas como cada vez que estábamos juntos. Nuestra relación era hermosa por esto, no necesitábamos nada, solo estar juntos y el resto era magia que surgía sola.

- Tengo algo para proponerte - me miro intrigada, sabía que amaba las sorpresas, me lo decís siempre - Quiero que conozcas a mi papá, que vengas a comer a casa. - se puso colorada, me dieron ganas de reírme, casi nunca tenía vergüenza así que esto era rarísimo.

- ¿Te parece gordo? Ay por favor que nervios me agarraron y estoy en mi casa - ahora si largue la carcajada - Cállate boludo, que ya te va a tocar conocer a mis viejos y vas a estar igual - deje de reírme porque nunca me había puesto a pensar en eso. - Ah viste, hacete el piola ahora trueno - la agarre y la empecé a llenar de cosquillas porque amaba escuchar cuando se reía - Basta por favor, ya está. Voy a ir, amor voy a ir ya esta basta - se empezó a poner roja, porque las cosquillas la desesperaban y la dejé tranquila no quería que se ahogara.

- Así me gusta, entonces organizo bien con mi viejo el día y te aviso, sos hermosa, me tenes loco por vos.-

Pasamos el día entre besos y algo más. Éramos realmente compatibles en todo, ella me hacía bien y me demostraba día a día, segundo a segundo que yo le hacía bien a ella. No quería que este sueño se acabe nunca.

Tus ojos guiándome ~ Trueno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora