Prologo

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Hoy me puse un vestido muy bonito, porque cumple años Fanny, es hija de la amiga de mamá.

Hay cosas divertidas por todas partes, hay mucho ruido y música del payaso cepillin, no sé porque ponen esa música, no me gusta esa voz, me da miedo, pero al parecer a Fanny si le gusta y por eso la ponen.

También hay una enorme mesa con regalos para Fanny. En esa mesa también hay una fuente de chocolate y fruta en palitos para que las mojes con el chocolate, mi mamá dijo que si quería que lo haga con cuidado, porque puedo quemarme, pero ahora no me apetece.

Mi mamá me dijo que fuera a jugar con todos los demás niños y dejara que platicara con la señora Miriam. No me gusta estar lejos de mamá, pero tengo que obedecerla porque tampoco me gusta que se moleste conmigo.

No le hablo a ningún niño, ni siquiera a la cumpleañera, así que me acerco poco a poco al brincolin, se ve bastante divertido.

Me siento en el suelo y jalo los cordones de mis zapatos porque me dijeron que no puedo subir con zapatos. Una señora me ayuda a subir, porque no pude hacerlo sola.

Sonrió divertida, esto es divertido, nunca lo había hecho. Veo lo que hacen los demás niños y los imito, comienzo a mover mis pies.

Estoy saltando.

Salto, salto, salto.

Me caigo.

El golpe no me duele porque está blandito, pero con el movimiento de los otros niños sigo saltando aún estando tirada.

Me molesto, pero intento pararme, mis piernitas son débiles así que me caigo de nuevo, justo cuando ya estaba a punto de estar totalmente de pie.

Lo intento de nuevo, esta vez funciona, me pongo contenta y vuelvo a saltar. Siento que me empujan y caigo. Me giro y veo a un niño que sonríe, pero no sonríe porque le caiga bien, se está burlando de mí.

Me levanto y el niño me vuelve a empujar. Me molesto, pero no le grito, no me gusta gritar.

—¡No puedes levantarte!— El niño se burla de mi, no me gusta que se rían de mi, mis ojos se llenan de lágrimas y comienzo a llorar.

No puedo levantarme, así que gateo hasta la orilla del brincolin, no veo a la señora que me ayudó a subir, me da miedo saltar, pero lo hago.

Me duelen las rodillas. Tomo mis zapatos y corro a donde está mí mamá.

—Mami— Lloro y abrazo su pierna.

—¿Que pasa cariño?

—Me duele.

Mí mamá ve mis rodillas, están raspadas.

—No te preocupes, ahorita te curo.

Mi mamá toma su bolso y saca dos curitas con figuritas de flores, me las coloca y deja de doler.

—¿Mejor?— Digo que sí con la cabeza pero el agua sigue saliendo de mis ojos.

—¡Niños! Es hora de partir el pastel— La mami de Fanny nos llama para que comamos pastel, yo dejo de llorar porque me gusta el pastel.

Corro en la dirección en que todos los niños están cantando, no me sé muy bien la canción de feliz cumpleaños, pero igual lo intento.

Estamos formados, hay dos filas, una de niños y otra de niñas, es mi turno de pasar, me van a dar pastel. La señora Miriam pone un pedazo de pastel en un plato de plástico color blanco, toma una bolsa de dulces y pienso que me lo va a dar a mí, pero aparece ese niño, el niño que me empujo en el brincolin.

—Mamá yo no tengo pastel— El niño la llama mamá. Debe ser su mamá.

—Toma Martín, ve a comer sentado con tu hermana— Ella lo llama Martín. Su nombre debe ser ése, Martín.

Entonces le da el plato con el pastel que era para mí, también los dulces. Eran míos. Me molesto, pero no digo nada porque corta otro pedazo y me lo da. Sonrío.

Me salgo de la fila y camino con precaución a donde está mamá, alguien pasa corriendo y hace que tire mi pastel y mis dulces quedan regados por todos lados.

—¡Mamá!— Lloro de nuevo.

Mi mami corre en mi dirección.

—Oh, no te preocupes corazón, pediré otro por ti.

Me limpio los ojos y veo a ese niño, Martín. Me sonríe y luego me enseña su lengua, mi mamá dijo que eso es algo irrespetuoso así que me molesto. Esta vez si me molesto de verdad. No quería gritar, pero se lo merece.

—¡Te odio!

El solo sonríe

¡TE ODIO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora