CAP VI

1.6K 130 2
                                    

-- Y ahora cual fue su problema -- Exclamó una beta (madre de pelinegro).

-- ¿Si, por qué esa actitud? -- Pregunto la Omega (madre del rizado) poniendo atención a cualquier respuesta que diera su hijo Cristian y su amigo Adrián.

-- ¿Acaso cualquier Omega trabaja en un bar? -- Pregunto eufórico el rizado, con la sola imagen de que su Omega hubiera sido tocado por otro Alfa o en su defecto un beta su colera aumentaba. Es que en un bar no trabaja cualquier Omega, se supone que los omegas que laboraban en esos lugares se dedicaban a satisfacer las necesidades sexuales de betas o Alfas. Y vienen a decirle que SU mate trabajaba en uno ¿Que querían que pensara?

-- Cuántas veces les he enseñado a no juzgar a los comportamientos de las personas sin saber nada de su situación, y mucho menos sin saber los detalles. -- Hablo también enojado el padre del rizado, concientes de que el Omega pelirojo quizá en estos momentos se sentía mal al saber lo que sus alfas pensaban de el. -- Se supone que ustedes son los alfas de ese muchacho el cual ahora debe estar sintiéndose por que sus alfas estan pensando quien sabe que cosas de el.

-- Por si no lo sabían, lo que su madre nos contó fue el debido a la situación económica que vivían después de que su padre se separó de ellos fue cada vez peor; por lo que Edward tuvo que buscar una forma de colaborarle a su madre con los gastos, pero como era menor de edad, en muchos de esos lugares que el iba lo corrían. -- la hermana (alfa) del rizado suspiro, y siguió contando el rato de la historia -- su último y única alternativa fue solicitar trabajo en un bar de la ciudad donde fue contratado como mesero, y para ocultar su olor de Omega estuvo durante unos meses tomando supresores de olor, así evitaba que muchos alfas se le tirarán arriba. Siempre defendiendo ser un Beta sin olor, desde su primer día en el lugar hasta hace una semana la cual fue la última vez se presentó. -- Concluyó la alfa.

-- Mierda -- Exclamó el pelinegro parándose de su asiento, y corrió en dirección a la habitación su Omega, unos segundos después el rizado hizo lo mismo, corrieron por los pasillos hasta llegar a la habitación.

-- Edward ábreme la puerta -- Escucharon los chicos a la señora Flor gritar. Tuvieron que agudizar su sentido de adición para escuchar mejor la conversación.

-- Estoy bien mama, solo me duele un poco la cabeza -- Respondió el Omega desde el baño, la puerta estaba cerrada con seguro así que su madre no podía ingresar. Así tendría un momento solo, el quería estar un momento solo. -- Sabes, -- Se dirigió nuevamente a ella -- Me gustaría estar solo un momento, no te preocupes yo estaré bien. -- Aún cuando su cuerpo involuntariamente le saco una lágrima, hizo el mejor esfuerzo para que su voz no se cortará.

Su madre al otro lado optó por hacer lo que su bebé le pedía, así que dejo de insistir y camino hasta la puerta pero cuando la abrió ahí estaban los alfas.

-- Disculpanlo, Creo escucharon que quiere estar solo así que no debemos estar aquí. -- Dijo cerrando la puerta detrás de ella. Los alfas no dijeron nada y se fueron cada uno a hacer sus labores.

El de ojos-claro se quedó en el baño secándose las lágrimas que salían de sus ojos sin su permiso, y es que su lado Omega había salido a relucir; pues el no era de ofenderse con cualquier cosa que pasara y mucho menos al haber experimentado por mucho tiempo estos. Luego de unos minutos tocaron a la puerta.

-- Mami dije que necesitaba estar solo -- Mensionó fuerte para que la persona al otro lado escuchara.

-- Soy yo, Sofía. -- Oh es la hermana menor del rizado pensó el Omega. Así que se acercó al lavabo y se lavo el rostro, luego con una toalla se secó y salió para abrirle la puerta a la Omega de cabello negro.

-- Hola Sofía, ¿Que te trae por aquí? -- Dijo haciéndose para un lado y dejar espacio para que la menor entrara, seguido de eso cerró la puerta.

-- B-bueno yo... Yo quería disculparme contigo por lo que pasó en la comida -- Dijo aún sin levantar la mirada hacia el pelirrojo que la observaba con ternura.

-- No te preocupes -- Se acercó a ella y le revolvió el cabello -- Yo estoy bien no te preocupes -- La niña (10 años) lo miro y luego lo abrazo. Al principio se sorprendió pero luego correspondió al abrazo. -- Ya es hora de dormir, ¿No estás agotada? -- pregunto curioso, ya que el si tenía sueño.

-- Solo un poco -- respondió la niña y justo en ese momento bostezo así que los dos rieron.

-- Entonces ve, ve a dormir y no preocupes por lo que pasó, mañana me enseñas la casa ¿Si? -- Aún la menor se sentía un poco culpable por lo que ocurrió en la cena pero con las palabras del lindo pelirrojo eso ya había dejado mucho a lo que en un principio sentía.

-- Está bien, nos vemos mañana -- Sin decir mas se fue de la recámara. Edward aprovecho para darse una ducha de veinte minutos, luego busco entre sus cosas algo ligero y se acomodo en la cama quedando profundamente dormido al instante. Tantas cosas en un solo día lo tenían cansado, en serio su vida dio un tremendo giro.

Una cabellera rubia entro a la habitación y se percató del bulto que había en la cama que estaba al lado de la suya, se fue a sentar en el borde y acaricio el rostro de su bebé el cual se notaba por las pequeñas pero visibles ojeras bajo sus ojos que había llorado. La madre se sintió un poco culpable por lo sucedido, y en parte tenía razón. Dos minutos estuvo acariciándole el pelo u las mejillas a su hijo, después se fue a duchar y conseguir algo cómodo para acostarse a dormir ya que estaba cansada. Justo antes de entrar a la cama tocaron la puerta y la mujer se levantó, camino a la misma y la abrió.

-- Hola señora, ¿Puedo hablar con Edward? -- Trataba de mirar hacia adentro pero la mujer solo había abierto un poco la puerta.

-- Lo siento joven Adrian, pero mi hijo ya está dormido. Lo que necesite hablar con el podrá hacerlo mañana.

-- ¿Pero puedo verlo así sea? -- Era como una petición y a la vez una súplica. Flor se hizo a un lado para dejarlo entrar solo un poco en la habitación y así pudiera verlo, luego de un minuto la mujer le pidió que se fuera ya que quería dormir. El pelinegro se despidió de ella y fue hasta su habitación. Justo antes de apagar la lámpara volvieron a tocar la puerta y para dejar descansar a su hijo y no hacer tanto ruido la mujer se levantó rápido y la abrió. -- Buenas noches señor Christian

-- Buenas noches señora Flor. ¿Puedo hablar con Edward? -- Pidio-suplico pero la respuesta fue la misma que la vez anterior.

-- Disculpe pero mi hijo ya se encuentra dormido -- sentenció con cara de sueño, en verdad estaba cansada.

-- ¿Puedo verlo? -- volvió a pedir el rizado y la mujer igual que la vez anterior le permitió verlo por un minuto contado y luego lo despidió y se fue a dormir.

********

+ Espero les guste mi gente
+ Dejen sus comentarios de que les está pareciendo la historia y nos vemos en el siguiente capítulo.

MIS DOS ALFAS. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora