14) En casa

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Lixabeth se encontraba en su cuarto, acomodando sus pertenencias mientras tarareaba una canción.

— ¡Lix! – Druella venía corriendo con una sonrisa enorme en el rostro.
Lixabeth levantó la mirada y le prestó atención.

— ¿Que pasa Dru? – preguntó sonriendo ya que su hermana contagiaba su alegría.

— iré a pasar mis vacaciones con los Black, no tengo nada nuevo que aprender así que mamá me autorizó a ir. Melanie misma me invitó – Lixabeth frunció su ceño y bajó su mirada con tristeza.

— ¿Me dejaras sola? – preguntó en un susurro y Druella rápidamente se acercó para abrazarla.

— no lo veas así, mírale el lado bueno – Lixabeth la miró y Druella sonrió ampliamente – tendrás más tiempo a solas con Tom, Vladimir no estará tan pendiente de ti porque tiene su propio pesar por decir así, mamá no estará y bueno...eso – la rubia miró por unos segundos a su hermana y se levantó de un salto.

— ¡Olvidé que Tom vendría! – gritó asustada y corrió hacia su armario.
Druella reía mientras acomodaba las cosas de su hermana.

— sabés...he estado con Cygnus la noche de navidad – Lixabeth casi tira sus vestidos al oírla y dejó todo para ir a interrogar a su hermana.

— ¿Cómo? Pero te vi marchar con Alessandro – murmuró la menot y Druella suspiró antes de hablar.

— Lestrange...solo quiere aparentar que somos una pareja perfecta, jamás me ha besado con intenciones verdaderas en cambio Cygnus... – Lixabeth abrió sus ojos enormemente y las mejillas de Druella se tornaron rojas.

— ¡Tienes un amorío con Black! – chilló sonriendo y saltando sobre su cama.
Druella la intentaba callar y sonreía con sus mejillas rojas.

— si, pero baja la voz – susurró sonriendo y Lixabeth suspiró pensando en lo hermoso que debía ser.

— te envidio, pero me alegra que seas feliz y ahora que vas a ir a su hogar...de seguro aprovecharán al máximo – Druella asintió poniéndose de pie y Lixabeth imitó su acción.

— estás en lo correcto, que tengas suerte con Riddle hermanita – Druella abrazó a Lixabeth y se separaron sonríendo.

— disfruta mucho y luego me cuentas todo – Druella asintió sonriendo y se fue del cuarto de su hermana.

Lixabeth suspiró y corrió a su armario de nuevo, rebuscó entre tanta ropa y sonrió al ver un hermoso vestido negro.
Largo hasta el suelo, con el corset inundado por piedras preciosas.
Su madre siempre insistía en que debía verse elegante sin importar el momento.
Así que con una sonrisa sacó el vestido de su lugar y tomó unos zapatos de tacón alto.

Corrió a bañarse y al terminar, se vistió correctamente.
En su cabello hizo un entrelazado de modo que medio cabello quedase suelto y medio cabello atado, dejando caer algunos mechones frente a sus ojos.
Se echó un poco de perfume con aroma a flores y sonrió satisfecha.

El sol estaba cayendo, la noche pronto abarcaría el cielo y el lugar.
Con un suspiro de esperanza Lixabeth salió de su cuarto, recorrió el pasillo hacia las escaleras y bajó las escaleras con cuidado de no caer.

— pero ya déjame, estoy bien así – se quejaba una vez más Vladimir, mientras Anette peinaba su cabello solo para molestarlo.

— pareces un elfo sirviente, tus cabellos están todos enmarañados – se quejó la menor volviendo a peinar el cabello rebelde de Vladimir.

— ¡Por Merlín! – se levantó exaltado y se alejó de Anette, se dirigió a las escaleras pero se detuvo al ver a Lixabeth tan bella.

— ¿Anette Burke se quedará aquí? – preguntó la rubia para romper el incómodo silencio que había, Vladimir aclaró su garganta y miró hacia otro lado nervioso.

— si, insistió y mí madre la dejó quedarse – Vladimir pasó por el lado libre que dejó Lixabeth y se detuvo cerca de su cuerpo – por fin luces como una dama de tu edad y no como una niña – susurró sonríendo y subió las escaleras.

Lixabeth bajó las escaleras totalmente desorientada.
¿Eso era bueno o malo?
No entendía con que intenciones lo dijo su hermano, ¿Quería ofenderla?

— ¡Lixabeth! – chilló alegremente Anette, la pequeña lucía muy hermosa con ese atuendo de dama y arreglada como tal.

— Anette....luces hermosa – susurró Lixabeth yendo al encuentro de los brazos de la menor.

— gracias, no te quedas atrás Lixabeth, estás hermosa – se dieron dos besos en las mejillas y se separaron sonrientes.

— ¿Vladímir te sigue tratando mal? – preguntó tomando la mano de la menor, Anette suspiró y bajó la mirada con tristeza.

— si, intento acercarme a él pero me cuesta mucho trabajo, ¿Que debo hacer? Me he vestido como una mujer adulta, mamá me ha ayudado en todo y aún así no me mira más que con asco y odio – la pequeña castaña bajó su mirada al suelo con los ojos apunto de derramar lágrimas.

— dale tiempo, no está acostumbrado al buen trato, no sabe lo que es amor ¿Sabes? Jamás lo vi interesado en alguna chica de verdad, siempre buscaba saciar su necesidad...de lujuria nada más – Anette se sonrojó notablemente y resopló sus mejillas haciendo reír a Lixabeth.

— ¿Crees que quiera hacer...? Ya sabes ¿Eso...conmigo? – Lixabeth sintió sus mejillas arder y soltó una risita al igual que Anette.

— no lo sé, eres muy joven aún y él debe respetarte, lo harán cuando tú estés segura de ello – Anette asintió y le dió un pequeño abrazo a Lixabeth.

— gracias por tus consejos, los tendré en mente – oyeron voces en la entrada de la casa y vieron a Vladimir ingresando con Tom.

— ¿No había subido las escaleras? – preguntó confundida Anette y Lixabeth soltó una risa divertida.

— debió salir por su ventana, se transforma en águila, un hermoso águila con colores brillantes pero nunca deja verse así, una vez lo vi de casualidad ingresar a su cuarto al amanecer – Anette asintió con los ojos brillantes, deseaba verlo así ahora mismo.

— Lixabeth enséñale a Tom el cuarto de huéspedes, debo ir a comprar algo y regreso enseguida – Lixabeth tragó saliva nerviosa y Anette corrió hacia su prometido.

—¿Puedo ir contigo? Deseo salir un poco – la pequeña miró con súplica al mayor y este suspiró profundamente.

— bien, vamos – abrió la puerta y Anette enganchó su brazo con  el de él.

Ambos se fueron dejando a solas a los dos jóvenes que aún no se atrevían a mirarse.
Lixabeth miró hacia las escaleras y Tom la recorrió con su mirada.

— ven, te enseño tu cuarto – pronunció nerviosamente y Tom salió de su transe mental.

— claro – murmuró con las manos temblorosas.
La rubia subió primero y él la siguió, la hermosura que tenía la joven lo estaba llevando al borde de su autocontrol.

— aquí es, e-el cuarto de Vladimir e-es allá – señaló la parte contraria del pasillo y abrió la puerta del cuarto de Tom.

— ¿Y el tuyo? – preguntó Tom con la voz notablemente ronca.
Lixabeth se giró dándole la espalda y apuntó al otro extremo del pasillo.

— po-por allá – titubeó nerviosa y sintió las manos de él en su cintura.
El aliento tibio de Tom acarició la nuca de la rubia y acercó su boca al oído de ella.

— ¿Dormiremos en mí cuarto o en el tuyo? – susurró roncamente haciéndo que cada vello del cuerpo de la chica se erizara.

Lixabeth tragó saliva nerviosa y se congeló, ¿Ahora que haría?
Sus nervios la estaban consumiendo mientras él no paraba de acariciar su cuerpo sobre la ropa.

Amortentia (Tom Riddle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora