22) Bobamente enamorada

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Lixabeth se encontraba sentada cerca del lago negro, con un libro en sus manos leyendo un poco.

— ¿No irás a comer? – preguntó Tom sentandose junto a ella en el suelo.

— no tengo hambre, además ¿Que haces aquí? – dijo la rubia dejando los párrafos para mirar al mayor, Tom estaba tan tranquilo que daba miedo.

— solo daba un paseo, pero te vi a lo lejos y quise venir a tomar algo contigo – él sacó una botella de metal de su bolsillo y se la ofreció a ella.

— ¿Que rayos tienes ahi? No quiero – dijo la rubia mirando con desconfianza al castaño.

— por favor, ¿Que podría darte? Te recuerdo que ya hemos hecho muchas cosas juntos, yo más que nadie tengo derecho a desconfíar de ti – ella frunció el ceño y aceptó la botella que él le ofreció.

— no dejas de ser un tonto – susurró antes de beber el agua que Tom le dió.

— ¿Que dijiste? – preguntó el castaño con cierta molestia, que falta de respeto hacia él.

— nada, dije gracias – susurró ella devolviéndole la botella.
Él la tomó y disimuladamente la batió para saber si ella bebió bastante.

— debo irme, nos vemos luego Rosier – él se levantó de un salto y se fue tan rápido como había llegado.

La rubia no se percató de lo que él acababa de hacer.

— ¡Lix! – la rubia levantó su vista y vió a Anette correr hacia ella.

— ¿Que sucede? – dijo confundida, se puso de pie y la pequeña Burke la abrazó con fuerza.

— e-es un monstruo – sollozó y Lixabeth la envolvió en sus brazos.

No entendía de quien hablaba, pero la pequeña parecía muy afectada.
Lloraba con fuerza en su pecho, ¿Porque no puedo leer tranquila? Pensaba la rubia.

— ¡Anette! – Lixabeth levantó la vista al oír la profunda voz de su hermano mayor.
Vladimir venía corriendo como un desquiciado.

— ¡Aléjate! – gritó la pequeña castaña ocultándose detrás de Lixabeth.

— no seas exagerada, como si fuera algo grave – se quejó el mayor, Anette frunció su ceño y Lixabeth se desconcertó.

— ¡¿Que no exagere?! Eres un monstruo – espetó la menor con las mejillas rojas de ira.

— baja la voz, idiota porque me harás perder la paciencia – amenazó el rubio apretando los puños con fuerza.

— le diré a mis padres – amenazó la menor, Lixabeth se sentía nerviosa y muy sobrante allí.

— solo quise darte un beso – se quejó Vladimir y Anette abrió sus ojos a tope.

— ¿Un beso? Eso no fue un beso, no sé que querías hacerme pero no me gustó, eres un desquiciado – ambos comenzaron a discutir y Lixabeth prefirió irse.

Ninguno notó la diferencia, así que solo se fue.
Caminaba por los pasillos, muchos estudiantes estaban hablando entre si, otros aún estaban en clases.
El sol se ocultaria pronto y todos debían ir a sus cuartos.

— señorita Rosier, necesito que lleve a los de primer año a sus cuartos – el profesor Slughorn intervino en su camino y Lixabeth asintió.

— si señor – se dirigió al patio donde habían muchos chicos, de varias casas jugando juntos.

— ¡Los de primer año, Slytherin hagan una fila y sigan a Lixabeth! – ordenó Tom sorprendíendo a la rubia.

— las niñas a la derecha, los niños a la izquierda – dijo Lixabeth y vió como todos los niños comenzaban a hacer dos filas.

— luego iré a ver que estén en orden, vayan – susurró Tom cerca de Lixabeth.

— gracias – susurró la rubia que no podía dejar de mirar al castaño.

Sus ojos oscuros, su cabello sedoso, su hermosa sonrisa aunque muy escasa.

— ¿Vamos a dormir o vamos a mirar al prefecto toda la noche? – los niños rieron y Lixabeth miró mal al niño que dijo eso.

— nadie miraba nada, ¡Vamos niños! – guió a todos hacia sus cuartos y los dejó a cada uno en su sitio correspondiente.

Cuando terminó con los chicos, se dispuso a ir a su cuarto, una vez en él, solo dejó su bolso y se quitó la túnica.

— estoy loca – susurró para si misma, suspiró pesadamente y fue hacia su chimenea.

Tomó un poco de polvo Flu y se metió en la chimenea.

— cuarto del prefecto Tom Riddle – dijo en voz alta y tiró el polvo.
Una luz verde iluminó el cuarto de Tom y Lixabeth apareció en la chimenea de este.

— ¿Lixabeth? – preguntó Tom sin creerlo, él estaba sentado en su cama escribiendo en su diario.

— Tom... – susurró la rubia y fue hacia él.
Tom dejó su pluma y su diario a un lado para acercarse a ella.

— ¿Que te trae a mí cuarto? – preguntó con algo de burla en su pregunta.

Ella se quedó embelesada con la belleza de él, lo observó con detenimiento y remojo sus labios que yacían secos.

— tú – dijo en un susurro y él alzó una ceja esperando una mejor respuesta.

— ¿Yo? Yo no te llamé – ella dió dos pasos hacia él y lo tomó del cuello de la camisa.

— estoy bobamente enamorada de ti, Tom Riddle y eso me molesta – confesó uniendo sus labios con los de él.

Tom se sorprendió pero correspondío al beso, la tomó de la cintura y la pegó a su cuerpo.

Movían sus labios en un compás lento, hasta que Lixabeth empujó a Tom hacia su cama.
Él cayó torpemente y ella subió sobre su cuerpo a horcajadas.

— ¿Q-que haces? – susurró él con la respiración agitada.

— solo déjate llevar – susurró la rubia uniendo sus labios de nuevo.

Tom sonrió entre el beso, porque la poción había funcionado.
Ella volvió a ser la niña que lo amaba, que lo deseaba y lo seguía dónde vaya.

— te amo, Tom – susurró sobre sus labios y él sonrió ampliamente.

— lo sé, claro que lo sé Lixabeth – contestó él y la tomó de la nuca para besarla con más profundidad.

Él giró sus cuerpos dejándola debajo suyo, bajó sus besos al cuello de la menor y fue quitando primero la corbata y luego la camisa.

— hazme tuya, por favor Tom – suplicaba la rubia con las mejillas rojas por el calor.

— eso haré mí hermosa Lixabeth – susurró Tom sonriendo sin darse cuenta de los sentimientos que esa chica despertó en él.

¿Quien había tomado la poción? ¿Él o ella?
Porque Tom se sentía bobamente enamorado sin saberlo con claridad.

Amortentia (Tom Riddle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora