24) ¿Fingiendo amor?

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Lixabeth abrió sus ojos y la luz la cegó por unos segundos.
Volvió a hacer el intento y está vez fue positivo, logró ver bien.

— ¿Cómo te sientes? – preguntó Druella que miraba atenta cada movimiento de su hermana menor.

— ¿Uhm...? – musitó la rubia y frotó su sien, le dolía mucho la cabeza en esos momentos.

— ¿Cómo te sientes? Abraxas me dijo que te dieron poción de amor, debes estar confundida – Lixabeth frunció su ceño y se sentó en su cama.

— ¿Amortentia? Pero... ¿Quien me daría esa poción a mí? – Druella se hundió de hombros y sonrió ampliamente.

— la pregunta es, ¿Quien no te la daría? Eres hermosa, Lix y seguro tienes a más de uno trás tus pasos – Lixabeth se sonrojó levemente y Druella soltó una carcajada.

A veces su hermana menor era demasiado tierna, Druella le entregó una poción que ella misma hizo para su hermana y Lixabeth la bebió sin dudar de ella.

— estarás mejor, alistate para tus clases Lix – Druella se fue del cuarto de Lixabeth y la rubia miró todo con atención.

Abraxas la había traído después de hallarla dormida en su cama, por algún motivo el rubio ya no quería sobre pasarse con ella.
Solo quería llevarse bien con su prometida.

Lixabeth se levantó y tomó su uniforme, fue hacia el baño y se dispuso a bañarse.
Aunque tenía la duda de "¿Quien le dió la poción?", Debía asistir a clases y descubrir quien fue.

Tom terminó de acomodar su corbata, se miró al espejo una vez más y tomó sus cosas para salir del cuarto.

Aún tenía en su cama el perfume corporal de Lixabeth, sentía tranquilidad al saber que fue real. Porque aún no se creía que hayan hecho tal cosa en el mismísimo colegio.

— ¡Espérame, Abraxas! – Tom giró su cabeza y pudo ver como un pequeño Hufflepuff corría detrás del rubio recién nombrado.

— ¡Eres un idiota! – gritó Abraxas y el pequeño de cabellos dorados cayó al suelo, todas sus cosas se esparcieron por el suelo y soltó un sollozo.

— auch... – el pequeño soltó un quejido lastimero, Tom suspiró y fue hacia él.

— a ver niño – susurró suspirando pesadamente, se apoyó sobre su rodilla derecha, tomó las cosas del niño y lo ayudó a ponerse de pie.

— gracias... – susurró el niño limpiando sus lágrimas con rapidez, Tom sonrió levemente y negó con la cabeza.

— ¿Cómo te llamas? – el pequeño rubio era idéntico a Abraxas, solo esperaba a que ellos le confirmarán el parentesco.

— so-soy Hyperion Malfoy – susurró con miedo, Tom miró a Abraxas y esté solo rodó los ojos.

— es mí hermano menor – masculló el rubio mayor con vergüenza, a toda la familia Malfoy le avergonzaba Hyperion por ser débil.

— un placer conocerte, soy Tom – le tendió su mano e Hyperion la tomó con una amplia sonrisa.

— el placer es mío – Tom soltó la mano del menor y miró hacia los pasillos.

— vamos, podemos dejarte en tu clase – Hyperion asintió y Tom lo guió por los pasillos, Abraxas suspiró profundamente y los siguió.

Tom hablaba animadamente con Hyperion, le agradaba el miedo que tenía el menor para hablar, como si temiera que lo golpee.

— nos vemos luego niño, te invitaré a dar un paseo o a caminar por los pasillos de noche – Hyperion lo miró con un brillo en sus ojos y asintió encantado.

— s-si... – susurró y Tom sacudió sus cabellos, se fue dejando a Hyperion en su clase y se encaminó hacia la suya.

Lixabeth sonrió enternecida al ver cómo trató Tom a Hyperion.
Ella había visto caer al niño, iba a ir a ayudarlo pero Tom le ganó de mano.

— Lix – Vladimir venía doblando una esquina y al ver a su hermana, no pudo evitar ir hacia ella.

— dime – pronunció ella, aunque le tenía miedo a su hermano, ya lograba controlar sus sentimientos y su cabello no cambiaba.

— debes ir a clases, ya – ella asintió y vió a Anette que corría hacia otro lugar.

— ya me voy – dijo sonriendo y se fue corriendo hacia su clase, Vladimir fue detrás de Anette para ver que pasaba.

Anette se detuvo al ver a Vladimir y sonrió ampliamente.

— Di-Di – dijo la pequeña castaña, Vladimir miró hacia otro lado sintiendo vergüenza.

— ya te dije que ese apodo es idiota – susurró mirandola a los ojos, ella sonrió y levantó su mano para acariciar la mejilla de él.

— pero a mí me gusta, como tú me gustas – el cabello de él se tornó violeta y ella sonrió sorprendída.

— si sigues siendo así de dulce, te comeré a besos – susurró sobre sus labios y besó cortamente a la menor.

— debo irme, adiós – se fue corriendo y él sonrió tontamente.

— maldita sea – susurró viendo su cabello, suspiró molesto y lo volvió rubio otra vez.

Últimamente lucía de ese violeta intenso cuando estaba con Anette.
No sabía bien que significaba ese color pero era la primera vez que lo veía.

La clase de pociones ya empezó y Lixabeth recién estaba ingresando.
Al entrar a la clase, el profesor no le dijo nada y Tom le hizo señas disimuladas para que vaya con él.

— ¿Estás bien? Anoche vi como Abraxas te llevaba a tu cuarto, estoy molesto aún porque te fuiste con él, ¿Sabías? – ella lo miró por unos segundos y entendió por fin quien fue.

— ¿Querías que me quedé contigo? – preguntó ella en un susurro, probando si él decía que si o que no.

— por supuesto que si, ¿No entiendes aún que solo puedes estar conmigo? Aunque yo no quiera hacer nada, debes serme fiel – las mejillas de Lixabeth se tornaron rojas y bajó su mirada hacia sus manos.

Descubrió que fue él, quien le dió la poción pero aún no entendía con que propósito.

— ¿Serte fiel? ¿Para que? ¿Con que objeto? – siguió preguntando y Tom suspiró antes de hablar.

— debes ser solo mía, es normal ¿Si? Eres como... Algo que me pertenece a mí – él intentaba explicarle a ella pensando que seguía bajo efectos de la poción – no puedes estar con nadie más que yo, debes estar detrás mío siempre – ella frunció el ceño pero debía fingir para darle una gota de su propia medicina.

— soy solo tuya Tom, siempre lo fui – susurró tomando la mano de él bajo la mesa y Tom sonrió ampliamente.

— siempre lo serás Lix – susurró el castaño para si mismo.

Él fingía estar jugando cuando en realidad era más verdad que mentira los sentimientos que ella despertaba en él.

Ella fingía estar embrujada cuando en realidad estaba perdidamente enamorada de él.











Ambos tenían lo necesario, pero no lo veían.
No veían el amor que se tenían el uno al otro.

Amortentia (Tom Riddle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora