Capítulo 1

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Una joven pelinegra trabajaba en una pequeña casa, había varias hierbas colgadas en las paredes y el techo así como varios estantes que funcionaban como almacenes que tenían varios instrumentos además de frascos  entre otras cosas, aquel sitio era un consultorio al que iban las personas para ser sanadas aquel también en aquel lugar seleccionaban aprendices para aquel oficio medico, la pelinegra sintió una presencia detrás de ella, sin embargo la reconocía por lo que no si giro a comprobar quien era, siguió preparando algunas medicinas mas en su mesa de trabajo.

--¿Siempre trabajas mucho?.-- pregunto aquella voz tan alegre al verla en tan arduo labor.

La pelinegra sonrió y aun así siguió en lo suyo.

--Sí, después de todo es para ayudar a mi familia.-- sonrió la joven.

--Como era de esperarse de una mujer tan dedicada.-- sonrió con aquella característica sonrisa que lo distinguía.

--Además también es algo extra.-- murmuro la joven. --Ya que pronto te iras de aquí.....--murmuro nostálgica.

--También te iras tú.-- murmuro él, también nostálgico de ya no poder ver aquella joven de cabello negro y ojos rosados.

La pelinegra soltó una risilla pues era raro oírlo desanimado.

--Es raro oírte desanimado.-- sonrió para comenzar armar pequeños paquetes de papel de aquel medicamento en polvo que le había llevado toda la mañana preparando.

--Esta área esta libre de demonios así que ya no tengo nada que hacer aquí.-- explico seriamente.

--Lo sé.-- la pelinegra siguió por un momento en lo suyo, no se atrevía a girarse a verlo pues si no sentiría que el llanto se escaparía de sus ojos.--Aun recuerdo cuando apareciste aquí con esas heridas.-- murmuró nostálgica.

--Esa vez, estabas solo tu aquí, y aunque no eras aun una medico, me atendiste y cuidaste, recuerdo que estabas completamente preocupada por mi.-- respondió él ante el recuerdo de aquel día, había sido algo muy cómico.--Me obligaste a quedarme hasta sanar.-- rio divertido.

--Sí aunque al final te escapabas para entrenar y perseguir los demonios que quedaban en el pueblo.-- recordó con una suave risilla.

--Es el trabajo de un asesino de demonios y de alguien que pronto será un pilar.--

--Es verdad, eres un cazador de demonios y el próximo pilar del fuego pero eso no impide que te lastimen.-- regaño la pelinegra, había terminado su labor se giro a verlo, tenia su uniforme de cazador puesto y aquel haori blanco con llamas bordadas puesto y su katana en su cinto blanco.

--Tendré cuidado, es una promesa.-- sonrió como siempre lo hacia.

--Te extrañare Rengoku-san.-- sonrió ella con tristeza, pues el tiempo que estuvieron juntos se habían hecho buenos amigos.

--No pongas esa cara Akiko, además te he dicho que me llames Kyojuro.-- dijo el rubio sonriente. --Iré a visitarte, a la montaña donde dijiste que vivía tu familia.-- sonrió mas él.

--No me lo has dicho las suficientes veces Rengoku-san, entonces es una promesa.--sonrió ella aun con un deje de tristeza, la pelinegra se acerco a paso lento hacia él y le extendió el paquete.--No es mucho, pero te va servir de algo.-- murmuro.

--¡¿Para mí?!.-- dijo emocionado.

--Sí, son medicamentos y comida para tu viaje, basta con que los apliques en tu herida o los bebas en agua y te ayudaran a sanar para que sigas tu lucha, aunque te advierto que son demasiado amargos pero efectivos.-- explico con un suave rubor ante la mirada tan intensa y emocionada que le daba el rubio de puntas rojizas.

Ojos color fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora