2: Convicción

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Entre gritos y lágrimas disimuladas, así había pasado su primer mes en prisión, su hermano no le había visitado aun, y estaba agradecido por eso, porque no quería que le viera con ese aspecto, sus muñecas estaban moradas, su cuello tenia incontables rasguños; había escuchado rumores sobre lo horrible que era prisión, pero nunca pensó, que estuviera lleno de unos desgraciados homosexuales sádicos, tantas manos habían pasado por su cuerpo y tantos golpes había recibido en ese mes que se asqueaba de sí mismo, pero sabía que debía sobrevivir sin importar como, después de todo era un hombre, y no se permitiría dejar a Naruto solo, a su hermano, él era la única persona que tenía, por eso mismo abandonarlo y rendirse no era una opción; nada quitaría aquellas ideas de la mente decidida de Deidara, sabía que todo se le había venido abajo cuando se enteró que compartía celda con Hidan, por como lo había golpeado y violado toda la noche, se dio de cuenta que había llegado al infierno, y había vivido ese infierno hacía ya un mes, pero en ese mes, lo que más había notado era que Hidan se ponía furioso al ver que no podía destruir su convicción, al darse cuenta que no podía hacer que le rogara que se detuviera, él solo aguantaba como lo que era, un hombre, y ahora esa era la misma situación, estaba enfadado, no importaba que su labio estaba sangrando desde hace rato, no le interesaba nada, porque él no le rogaba a nadie, tampoco había mostrado sus lágrimas a nadie, porque había tenido que aprender a ser fuerte, había aprendido a llorar cuando nadie lo pudiera mirar.

-Oye, oye ¿Qué pasa Hidan? – Escucho la voz de Kisame que los estaba observado desde hace un rato - ¿Acaso no lo puedes domar?

-Es un gato salvaje – comento Kakuzu desde el fondo.

-¡Cierren la boca! – Grito Hidan enfadado – cuando te agarre te hare gritar más de lo que lo has hecho todo este tiempo y lo voy a disfrutar mucho.

-Y yo te aseguro que no te daré el gusto – le aclaro Deidara, mientras con su lengua lamia los rastros de sangre en su labio.

-Meow, y extendió las garras la fiera – comento riéndose Kisame al escuchar la respuesta de Deidara.

En ese momento Hidan se enfadó mucho más, y se lanzó a tomar del brazo a Deidara, sin embargo en ese momento, en el cual el hombre de los cabellos grises había conseguido tomar a Deidara por la muñeca, un guardia hizo sonar su voz en el amplio patio en el que se encontraban, haciendo que Hidan retirara su mano con velocidad.

-Deidara, muévete tienes visita – escuchó la voz del guardia que le hablaba desde el segundo piso.

-Voy – dijo pasando al lado de Hidan para ir hacia las escaleras y ser escoltado por el oficial.

Cuando pasaron a través de la puerta, Deidara diviso la figura de Naruto y dejo escapar una sonrisa, que le dolió un poco, pero igualmente se sentó felizmente en la silla frente a Naruto, el cual había abierto sus ojos ante la sorpresa de ver a su hermano tan golpeado, ambos escucharon la voz del guardia que les daba tan solo diez minutos, y Naruto solo pudo abalanzarse hacia Deidara para abrazarlo haciendo que incluso el guardia se sobresaltara.

-Oye tonto, no hagas eso, no puedes hacerlo aquí – le comento Deidara al ver como el guardia intentaba quitárselo de encima.

-Lo sé, pero es que, es tan difícil – Deidara observo como la expresión de Naruto se entristecía – hace mucho que no te veía, y no es lo mismo llegar a casa y que no estés, me hace sentir como si estuviera solo…

-¡Nada de eso! – Le interrumpió Deidara – no tienes que ponerte así, yo sé que eres muy fuerte, después de todo eres mi hermano, así que nada de rendirse.

-No me estoy rindiendo, no seas idiota – le dijo Naruto haciendo un puchero – ¿Cómo has estado?

-Muy bien, no te preocupes por mí – dijo con una sonrisa amplia.

Inocencia criminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora