36: Charla

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Goteaba, lento y paulatinamente, pequeñas gotas transparentes caían, resbalándose por sus oscuras hebras, se deslizaban por su nuca, y mojaban la toalla que estratégicamente había sido puesta en su cuello.

Sacudió un poco el cabello, y las gotas cayeron impetuosas e irresponsablemente unas se dieron la dicha de caer en sus hombros.

Había sido una ducha larga y relajante, necesitaba que fuese de esa manera.

Después de lo hablado con Itachi, su mente se había encontrado en un completo caos, que lo llevó a casi no poder dormir y a cuestionarse toda clase de detalles, primero empezó a dudar si sus análisis detectivescos bien enseñados por su tío ya no surtían efecto por culpa del tiempo, luego, pensó que Itachi era un gran mentiroso, el mejor, y finalmente...le quedaron las dudas, el miedo hiriente y sonante que indicaba que en su ser había un atisbo de sensibilidad, sintiendo que si su hermano era verdaderamente inocente, ellos lo habían condenado a una de las peores injusticias.

No sabía que pensar, su mente estaba llena de lagunas e insistir en el asunto sólo lo llevaba a sufrir un dolor de cabeza inaguantable.

Se pasó una mano por el cabello, logrando que sus mechones se echaran hacía atrás, pero no demoraran mucho en volver a caer sobre su frente.

Salió de su habitación, vestía unos simples pantalones jogger, y sonrió un poco al encontrarse la dulce mirada azulina pausada en él.

Naruto había estado con él en todo momento, le había apoyado y no había dudado ni dos segundos en quedarse y hacerle compañía y darle el apoyo, que tanto necesita en esta ocasión.

Se sentó al lado del amplio sofá donde el menor estaba, y este le ofreció dulcemente una taza de té, Sasuke la aceptó y sorbió un poco del líquido caliente, para luego sentir como se hacía un espacio en medio de sus piernas y recostaba su cabeza a su pecho.

Sasuke aspiró el aroma herbal del té mezclándose con el aroma a cítricos que emanaba Naruto y que tanto le gustaba y dio un suspiro relajado.

-Leí que el té de toronjil sirve para tratar los nervios, estrés y la angustia – comentó el rubio con la mirada fija en el televisor – espero que te sienta bien.

El azabache pasó su mano por las finas hebras doradas y plantó un beso en ellas, que ruborizó al menor.

-Gracias – le dijo con dulzura, algo raro en él.

-Deje que Kiba se llevara a Nazu – le comentó mirando esta vez la mano del moreno que acababa de entrelazarse con la suya. – Pensé que estaba bien que saliera a hacer ejercicio, además Kiba es bueno con los animales.

-Ya casi no cabe en el apartamento – dijo sinceramente el hombre mayor – no pensé que crecería tanto.

-Sí, Hana me dijo que era normal – le contó con una sonrisa – los perros de su raza crecen bastante.

El rubio alzó la cabeza y se encontró con la mirada ónix de su pareja, tan hermoso y atrayente como siempre le pareció.

Su cuerpo se estremeció al ser juzgado por aquellos ojos brillantes, sintió el calor instalarse en sus mejillas y como poco a poco cierta zona de su cuerpo despertaba.

Habían pasado varias semanas desde que Sasuke y él habían mantenido relaciones, ciertamente habían sido el mismo Naruto quien le había prohibido tal acto a Sasuke, pero él también tenía sus necesidades, unas que actualmente estaban muy presentes.

Extrañaba el calor de Sasuke en la cama, extrañaba los besos después del trabajo y cuando se levantaban entre risas y caricias subidas de tono, extrañaba sentir sus fuertes brazos y sus grandes manos arropando sus caderas, y anhelaba volver a sentir todo eso de nuevo.

Inocencia criminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora