25: Visitas

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-¿Seguro que es aquí, Choji? – la voz de la fémina parecía insegura.

-Tranquila Ino – comentó el regordete – papá me dio la dirección.

-Entonces andando – dijo el tercero del grupo.

Los tres se adentraron a aquel enorme edificio, luego al ascensor y en cuestión de segundos iban allá.

Los tres se habían enterado de lo sucedido con la casa de Naruto, y como amigos del joven rubio, querían estar allí, Naruto debía estar pasando un mal momento y en ese instante debe necesitar todo el apoyo posible.

Ino apretó la taza de almuerzo que llevaba en sus manos: Choza con ayuda de su hijo los habían preparado para que Naruto pudiera comer algo rico. Incluido un postre bien delicioso con fresas y chocolate para que su amigo disfrutara.

Solo esperaba que Naruto no estuviera muy deprimido.

No era fácil, los tres lo sabían, perderlo todo, casa, dinero, ropa, fotografías. Debía ser algo tan duro para alguien tan alegre como Naruto.

Kiba llevaba algo de su ropa, sabía que le quedaba al rubio, algunas veces ya le había prestado alguna que otra cosa, como cuando se ponía a discutir con algún gato y este le arañaba la ropa o lo ensuciaba.

Rio por lo bajo al recordar la suerte de su amigo con algunos animales, a pesar de que a él le gusten tanto.

Sus ojos se fueron hacia el suelo, y rogó porque Naruto no estuviera muy mal con lo ocurrido. Como si pudiera sentir lo que pasaba, Akamaru, su fiel compañero canino se frotó contra su pierna en un gesto de apoyo.

-Gracias Akamaru – murmuro por lo bajo acariciándole la cabeza al can.

Después de un rato, por fin estuvieron frente a la puerta del apartamento, Ino levantó su mano y tocó el timbre.

Escucharon unos ladridos, y seguido como la puerta se abría con suavidad.

Ante ellos apareció un hombre alto, de cabellos oscuros.

Kiba enseguida lo reconoció, después de todo sabía que era el novio de Naruto, a Ino le pareció haberlo visto alguna vez en otro lugar y Choji solo le sonrió.

Aunque los tres podían reconocer sus atractivas facciones, el moreno destacaba por unas inevitables ojeras que adornaban sus ojos.

Parecía cansado.

Los ladridos del cachorro llamaron la atención de los cuatro visitantes.

Akamaru le devolvió el ladrido, pero Nazu siguió allí, mostrando sus dientes a los recién llegados.

-Nazu, tranquilo – le hablo Sasuke haciendo que el animal dejara de ladrar.

Kiba le acaricio el lomo a su mascota para que este también se calmara.

-Buenas tardes, señor Uchiha – saludo Choji con amabilidad.

-Buenas tardes – habló con un tono firme - ¿Qué se les ofrece?

-Verá, nos dijeron que Naruto estaba aquí – habló la mujer mientras sonreía. – somos sus amigos, y nos enteramos de lo que sucedió.

Sasuke miro a los tres jóvenes y luego los invito a pasar permitiendo que Akamaru entrase, solo, si no era de los que se emocionaban con los sofás.

No quería perder sus cómodos muebles.

Los tres chicos tomaron asiento y el Uchiha fue a preparar algo de café para sus invitados.

Inocencia criminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora