38: Oportunidad

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Preocupado, movía sus dedos con impaciencia, su cuerpo estaba tenso a un nivel superior, unas gotas de sudor resbalaban por su cien, y se mordía el labio ansioso.

Se habían llevado a Itachi a la celda de castigo.

Había escuchado tanto acerca de ella, sobre lo oscura, sucia y perturbadora que resultaba ser.

Hidan se lo había dicho una vez, le había contado como era, y por ello estaba preocupado.

Estaría allí por un mes.

Él se habrá ido para cuando Itachi pueda volver a su celda.

La idea, ese terrible pensamiento le hacía daño, quería volver a verlo, volver a besarlo, y principalmente, quería solucionar todas esas dudas infelices que le martillaban la cabeza a cada minuto.

Después del incidente del kie, a todos los mandaron a sus celdas, y los que se negaron a la primera, fueron llevados por la fuerza, del otro hombre no supo nada más, lo único conocido era que estaba gravemente herido y que había perdido mucha sangre, no se sabía si sobreviviría.

No había tenido tiempo de hablar con Zabuza, ni de preguntarle nada, el hombre mayor solo le dio una mirada significativa antes de irse con Haku a su respectiva celda.

Y él quedó totalmente confundido, con preguntas que deseaban, necesitaban ser respondidas.

Escuchó los pasos de los guardias empezar a monitorear el área, casi dio un suspiro al ver a Yahiko, le llamó silenciosamente, deseando y esperando que no lo ignorara. El adulto pareció pensárselo, lo miró por unos valiosos segundos, hasta que por fin se acercó.

-¿Qué pasa? – le preguntó, aunque ya se imaginaba cual sería su cuestión.

-Por favor, dime ¿Cómo está Itachi? – se oía necesitado de una respuesta, pensó en no responder y seguir con sus rondas, pero Deidara era un buen reo.

-Está bien – respondió mirando a ambos lados y hablando en voz baja – Ya lo sabes, saldrá en un mes.

-Pero en un mes yo no estaré aquí – le recordó Deidara.

-Pues lo lamento – dijo dispuesto a seguir su ruta.

-Dejame verlo – le rogó, y enseguida el guardia negó.

-Sabes que no se puede, aunque insistas, no lo haré – dictaminó ignorando al rubio y caminando por el estrecho pasillo.

Deidara se mordió el labio y con fuerza apretó los barrotes de la celda, necesitaba verlo, deseaba verlo.

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Tenía en sus labios una gran sonrisa, brillante y eufórica, mostrando sus perfectos y blancos dientes.

El hombre frente a él lo miraba de vez en cuando, sonriendo para sus adentros al ver la emoción que su novio experimentaba por algo tan simple como salir de compras juntos.

Después de lo sucedido y la confusión traída a sus mentes por la forma tonta de Sasuke por expresarse, Naruto se había vuelto muy dulce, demasiado quizás, meloso en muchos puntos, pero muy apasionado en la cama, así que no se quejaría.

Estacionó su Nissan negro y antes de que se diera cuenta, ya estaba en la entrada del súper mercado con el rubio a su lado.

Entraron sin ningún problema, se supone que si vivirían juntos debían acostumbrarse y adaptarse lo mejor posible a los gustos del otro, y que mejor cosa que salir de compras para aprender a adaptarse.

Inocencia criminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora