Amargura

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Hay algo que los cuentos de hadas no mencionan: existen días malos. Aquellos días que hacen que, aunque todos sientan que el día es corto y hermoso por los tonos naranjas que adorna el camino, si la amargura te gobierna, no puedes ver aquella belleza lo suficiente. Ninguna belleza, en realidad.

Y aquello empeora cuando el sentimiento se adueña del hogar, cuándo parece no sólo rodearlo a él desde que su medio hermano es asignado al proyecto que él quería, siendo apoyado por su padre quién sólo le dedicó una sonrisa en disculpa; en el camino intentó despejar su mente, pero el sentimiento volvía una y otra vez. Al final, lo que intentó evitar, sucedió.

Kagome y él habían terminado discutiendo, sus temperamentos nunca ayudaban en aquellas situaciones. Y después de una hora de silencio incómodo, fue ella la que salió por la puerta sin decirle absolutamente nada.

II

La luna brillaba en el firmamento y la temperatura había bajado lo suficiente para sacar los cobertores extras y los abrigos. No obstante, Kagome no se había llevado nada más que un suéter simple y, con el sentimiento de culpabilidad superando a su propia amargura, decidió calentar agua para cuando volviera pudiera darse un baño y evitar enfermarse.

Terminó leyendo un capítulo más de un libro que estaba en su librero cuando la puerta se abrió dejando ver la silueta femenina con una bolsa de mandado. No le dirigió la palabra, fue directamente a la cocina y después de unos minutos, el olor a chocolate caliente inundó la estancia.

Entonces lo llamó, mostrándole una taza; no le gustaban las cosas dulces, pero lo bebió. Cuando ambos terminaron de beberlo, Kagome se acercó y le plantó un pequeño beso en los labios, para después agregar que le hacía falta un poco de azúcar para reducir aquella amargura.

Al final, no sabía si habíasido la taza de chocolate o el beso, pero antes de que la luna estuviera en supunto más alto, ellos dos volvían a compartir aquel pequeño espacio como todoslos días.

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