Tormenta

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Si bien siempre había comparado a su novia con una tormenta, la ironía del asunto es que las mismas no parecían gustarle del todo; aquella tarde, el aviso de que una tormenta azotaría la zona se hizo bastante viral. Se especificaba que esta tormenta entraría en la noche al lugar y que probablemente algunos servicios se verían afectados pero que estos podrían estar restaurados con rapidez.

Kagome no le había mencionado realmente nada al respecto, comportándose bastante normal hasta que el cielo anaranjado, le dio paso a la noche; la contempló bastante pendiente del cielo desde el balcón de su habitación. Estaba algo nerviosa, aunque no quisiera decírselo.

Luchaba y parecía ocultárselo, pero el ligero temblor de sus manos mientras sostenía su taza de chocolate caliente, la delataba. Incluso Yako parecía bastante pendiente de ella, esperando el mejor momento para acercarse y transmitirle un poco de la calma que él mismo portaba.

Aun así y sabiendo que sus palabras jamás llegarían a transmitir absolutamente nada de lo que le gustaría, terminó sentándose en la cama, prendiendo la televisión y buscando la película favorita de la chica. Tan pronto la encontró, la llamó; los ojos zafiros de Kagome parecieron volver a la realidad, dejando los terrores por un instante. Se acercó hasta donde estaba, acurrucándose a su lado como tantas veces y él llevó sus manos al cabello femenino en un intento de que el sueño se adueñara de ella más rápidamente.

Por supuesto, su plan improvisado dio resultado; se levantó para cerrar las cortinas. Cuidando de que no pudiera divisarse el cielo hasta que la tormenta pasara y se permitió poner música instrumental toda la noche, esperando que aquello sirviera para que Kagome no despertara y viera alguna escena que le causara temor.

¿Quién podría decirle que, al día siguiente, cuando ella se despertara le diría que tenerlo a su lado, sosteniendo su mano fue suficiente para hacerle saber que todo estaba bien y que el miedo infundado de que algo malo pasaría, se desvanecería?

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