Deseos

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A veces es inevitable tener dudas, preguntar por qué las cosas se estaban dando de aquella manera y sino hay un arrepentimiento de por medio, días extraños, días que pocos se repetían, pero qué inevitablemente, los unía de alguna forma cada vez que llegaban un poco más.

Días en los que Sesshōmaru se preguntaba porque Kagome estaba ahí, a su lado, aún sabiendo que hubiera más personas cuya personalidad encajaría de una mejor manera. No obstante, la chica solía mirarlo con aquella sonrisa que podría iluminar cualquier rincón oscuro y le decía que lo mismo aplicaba para él, que su lado amable y protector sería algo que enamoraría a cualquiera.

Y en aquellos días, tan inesperados, siempre llegaban a la misma conclusión. A veces en silencio, en otras ocasiones, lo compartían: aquello parecía un deseo cumplido. Ellos parecían un anhelo lejano, el sueño deseado, pero no cumplido de algún antepasado. Un deseo proclamado al cielo, al tiempo o algún dios y que sólo hasta ese momento se había cumplido.

Por supuesto que eran opuestos, que sus temperamentos chocaban en ciertos días, pero el deseo de alejarse jamás había invadido sus corazones. Porque día tras día seguían eligiéndose, mirándose como si fueran el deseo cumplido de otra vida. Como si siempre hubieran deseado estar así, acostados uno al lado del otro, con las manos entrelazadas y los corazones sincronizados, sabiendo que aquella era la expresión máxima de felicidad.

OtoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora