Sueño

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Hay días en los que el insomnio regresa, impidiéndole pegar un ojo en toda la noche, no permitiéndole el paso al mundo de los sueños tal y cómo cuando era un adolescente y ocupaba mejor esos días para repasar algún tema de escuela o para terminar alguno de los libros que él compraba o tanto Izayoi como su padre le regalaban.

Aquellas noches cuya tentación de salir al patio y quedarse ahí, contemplando a la luna y al firmamento se hacían tan tentadoras que siempre terminaba cediendo ante el impulso, caminando por aquellos pasillos hasta sentarse en el césped siempre cuidado y observar, solo observar.

La fascinación que tenía por el cielo era inmensa, aunque nunca lo dijera y a pesar de ser privado del sueño, sentía que no se perdía de nada realmente bueno; el escenario del firmamento y los sonidos nocturnos era todo lo que podría haber necesitado por aquellos días.

Estuvo a punto de levantarse de la cama, sabiendo que Yakō le seguiría tan pronto lo viera abandonar la habitación, aunque probablemente no le permitiría salir para evitar accidentes; en su mente, se hizo a la idea de que podría sacar su silla favorita del lugar y quedarse en aquella posición, hasta que amaneciera.

No obstante, su huida fue frenada cuando las manos de Kagome le buscaron en la oscuridad, ignorantes a sus deseos y a su propio insomnio, pero parecían realmente dispuesta a no dejarlo ir, por lo que terminó cediendo, dejando que ella lo encontrara a través de las sábanas y terminara abrazándolo como si de una almohada se tratase.

Sesshōmaru se mantuvo sereno en su lugar y no fue después de unos minutos y de que el olor del shampoo de Kagome, todavía impregnado en su cabello lo invadió, que se dijo que aquella situación tampoco era tan mala. En su adolescencia, observar el cielo nocturno en noches de insomnio era un buen reemplazo a sus propios sueños.

Pero cuidar los sueños de su prometida desde aquella posición, solo permitiendo que lo usara como almohada, tampoco parecía un mal intercambio. Si las noches de insomnio serían así, eran un buen reemplazo a su propio mundo de sueños.

OtoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora