Desvelo

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Otoño era conocido por sus días lluviosos, los mismos días que parecían gustarle a su novia incluso más de lo que le gustaban a él mismo. Aún así, siempre que había visto regresar a Kagome esta siempre se encontraba lo suficiente abrigada o protegida para no pescar un resfriado.

Pero siempre existen los descuidos: el día anterior, la lluvia había caído de forma estrepitosa y de sorpresa. Ambos habían estado lo suficiente lejos el uno del otro como para que pudiera pasar por ella y su novia tan desesperada como era, terminó caminando bajo la lluvia hasta su hogar.

Cuando se encontraron, ella estaba con ropa limpia y tomando café a falta de chocolate: tan pronto entendió su preocupación latente en sus pupilas, le dijo que había tomado un baño y que estaba segura que no se enfermaría. Pero mintió o su cuerpo le traicionó, porque en ese momento tenía una fiebre demasiada alta para su propio gusto.

—No es nada —le dijo, disimulando estar bien. Y fracasando en el intento.

Sesshōmaru no tenía ánimos de discutir o posiblemente sabía en el fondo que era en vano. En su lugar, miró el termómetro debajo del brazo de la chica marcar lo alta que estaba su temperatura y fue por un poco más de agua fría esperando el momento para ponerle paños de agua fría y cambiarlos durante la noche para ayudar al medicamento para que la fiebre se redujera.

—Si sigues así, te desvelaras. —Volvió a hablarle, aunque el sueño se estaba haciendo presente en su cuerpo—. No es necesario, Sessh. Estaré bien.

Pero no la obedeció, a lo largo de su vida, se había acostumbrado a dormir poco o desvelarse incluso más de lo que le hubiera gustado en ese entonces. No obstante, en ese momento era completamente diferente: sabía que, si podía ayudar a que su novia recuperara su buena salud, un poco de desvelo era un precio justo a pagar.

OtoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora