Trino

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Antes de que Yako llegara la vida de ambos, él ya estaba acostumbrado a dar paseos matutinos los fines de semana. En otoño era difícil escuchar el trino de las aves, pero no imposible y parecía que tanto él como el cachorro parecían disfrutarlo. Las caminatas solitarias de fin de semana, parecía que habían terminado, siendo Yako quién más las esperaba.

Anteriormente caminaba o corría alrededor del parque más cercano que tenían para después ir en busca de un poco de comida que pudiera comprar para llevarlo a casa y desayunar junto a su novia; por lo regular estimaba el tiempo que Kagome tardaba en despertar, teniendo presente que tomaba los fines de semana para despertar tarde. A veces compraba algo, en otras ocasiones, él regresaba un poco antes y preparaba algo.

Ahora Yako estaba en el plan, el can miraba los árboles esperando encontrar a los receptores de aquel trino que podía escuchar perfectamente, sólo esperando que él lo llamara con la orden clara de que se dejara poner la correa nuevamente para caminar en busca de comida para él y para ellos dos. Para que al regresar se encontraran con una Kagome recién levantada, con el cabello desordenado pero feliz de dormir tantas horas y que les recibía a ambos con los brazos abiertos.

Listos para dar por iniciado el fin de semana, entre trinos y abrazos matutinos que le recordaban una y otra vez, porque su corazón le pertenecía a aquella chica de ojos zafiros

OtoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora