Caricia

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Kagome solía ver como Sesshōmaru acariciaba a Yakō con suavidad, pareciendo disfrutar del tacto de su mano sobre el pelaje blanco y esponjoso del cachorro, normalmente mientras él se encontraba leyendo un libro y Yakō parecía pedirle permiso, de forma muda, para sentarse sobre su regazo mientras leía un libro.

Sesshōmaru solo le daba una mirada, pero aquello parecía suficiente para alegrar al cachorro de sobre manera, obteniendo finalmente el permiso para saltar al regazo masculino y quedarse ahí por tiempo ilimitado. Kagome sonreía a la lejanía, maravillándose por aquella faceta que sabía, era la única que la conocía.

Sin embargo, a veces sí solía envidiar a Yakō por la caricia íntima que le era ofrecida. Kagome solía recordar que a veces Sesshōmaru acariciaba su cabello en días que no podía dormir o cuando ella lo abrazaba de forma sorpresiva. No obstante, jamás eso se había repetido de forma seguida como lo hacía con Yakō.

Rió por el pensamiento, dándose cuenta que tal vez era bastante infantil de su parte. Aún así, el pensamiento persistió en su mente durante las siguientes horas hasta que la noche cayó y Sesshōmaru pareció regresar de la lectura dónde había estado sumergido para hacerle compañía, nuevamente.

Convivieron un poco antes de finalmente irse a dormir, mientras Kagome salía del baño, sintió la mirada insistente de Sesshōmaru en su persona, como queriendo preguntarle algo. Aunque no parecían tan decidido y terminó mirando hacia otro lado.

Higurashi finalmente se acostó a su lado, acurrucándose a su lado como tantas veces, la diferencia radicó que su prometido en lugar de acomodarse para dejarla a ella tomar su posición favorita, usándolo como almohada, llevó sus manos a su cabello, acariciándolo con cuidado e incluso, podía percibir, un poco de dulzura.

Kagome rió levemente. —Lo sabías —le dijo.

Sesshōmaru, a su lado, siguió acariciando su cabello durante un largo rato hasta que el sueño pareció hacer acto de presencia. Solo entonces, él se acomodó permitiéndole que lo usara como siempre y el sueño terminara rodeándolos a ambos.

Si bien Sesshōmaru pasó gran parte del tiempo acariciando la cabellera azabache de su prometida, ella llevaba bastante tiempo acariciando su alma.

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