Lo máximo que ambos habían estado lejos después de empezar a vivir juntos, había sido casi el día completo y aquella ausencia no fue tan notable para Kagome porque al final del día se habían visto y ella había hablado más que él, queriendo compartirle todo lo que se había perdido en su ausencia. Y Sesshōmaru, a su forma, también la hizo participe de aquel día perdido.
Pero la situación cambió durante es semana que pasaron sin verse; el día había pasado con calma y Kagome solo se sintió sola cuando el lado de la cama que siempre estaba Sesshōmaru y sobre el cuál se recargaba para un mejor sueño, no se encontraba. No obstante, tener al día siguiente un mensaje de él había sido suficiente para sentir que estaban cerca aún a la distancia.
Pero cuando los días siguieron pasando, fue consciente de que lo extrañaba incluso más de lo que hubiera pensado. Su novio, por supuesto, siempre le mandaba mensajes cuando estaba desocupado, pero tenía que admitirse que no era lo mismo y aquella mañana cuando recibió la noticia de que volvería por la tarde, debía admitir que se emocionó bastante.
Pero el día parecía estar en su contra, haciendo que ese día lloviera más de lo que hubiera deseado. Le intentó mandar mensajes a Sesshōmaru, pero simplemente estos nunca le llegaron y culpó a la tormenta que se estaba desatando, separándolos un poco más. Aún así, se mantuvo esperando cerca de la ventana, prestando atención a cada automóvil que se aproximaba, pero sin tener éxito. Yakō, a su lado, parecía querer brindarle ánimos de alguna forma y aquello enterneció su corazón.
La tarde estaba cayendo, todavía siendo las nubes grises las que gobernaban el cielo cuando se dijo que probablemente debería rendirse por aquel día y esperar uno más. ¿Cuál era la probabilidad de que su novio hubiera tomado un autobús para regresar? Sesshōmaru siendo más sereno que ella, de seguro estaría en su hotel todavía, descansando.
No obstante, fue el movimiento de Yakō, atento a la puerta, lo que la hizo regresar a su posición inicial y enfocar su vista en el camino que daba hasta la residencia y fue entonces qué, en medio de la lluvia, caminando a paso firme y elegante con un paraguas como si fuera solo una simple brisa, Sesshōmaru se estaba aproximando a la casa.
Tal vez fue el tiempo que estuvieron sin verse, el sentimiento de añoranza que había crecido y parecía empezar a echar raíces en su corazón, lo que la hizo abrir la puerta y salir a la calle para darle alcance, importándole poco empaparse en el proceso. Sesshōmaru se detuvo tan pronto la vio, esperando por el momento en que esta le arrojara los brazos al cuello en un abrazo demasiado familiar y añorado.
El paraguas cayó al suelo, haciendo que la lluvia les empapara a ambos y a la maleta que Sesshōmaru había dejado caer por sostener a su novia con fuerza. Fue en medio de aquel escenario que un beso aconteció.
Un beso que supo a bienvenida, mezclado con añoranza.
«Bienvenido a casa»
«Bienvenido de vuelta a nuestro hogar»
Él apretó un poco más a la chica hacia sí mismo, queriendo protegerla con su cuerpo de la lluvia que empezaba a caer con más fuerza y Kagome no apartó sus brazos en ningún momento. Amar a alguien de esa manera, jamás lo hubieran imaginado. Pero aquel beso parecía confirmarles, una vez más, que en definitiva aquel era el lugar correcto.
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Otoño
Fanfiction[AU/Serie de drabbles] Y mientras las hojas cambian de color, su lazo se fortalece entre días cortos y noches largas. *Los personajes de InuYasha pertenecen a Rumiko Takahashi, yo sólo los tomo prestados sin ánimo de lucro. *Esta historia también se...