ventitré

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Todos los días, una carta llegaba a mi buzón, con la conocida caligrafía de Jimin en el sobre y en el contenido de la carta. Adentro, casi como en cada una de las cartas que me escribía, contaba algunas anécdotas que se había olvidado decirme durante una cita, o escribía cosas que le daba pena decirme, que en su mayoría eran halagos o pensamientos suyos, como que si le había gustado como arreglé mi cabello o cómo hice mi maquillaje.

Llevábamos un mes saliendo, y por este mismo motivo, estaba dirigiéndome al lugar donde solía ir durante mi soltería y mi disfrute sexual; el departamento de Jin Woo.

Nunca antes había descrito bien este lugar. Jin Woo, ante su falta de trabajo fijo, vivía en un departamento pequeño, una cocina y comedor, un baño y a su lado el dormitorio. No era nada extravagante ni mucho menos, era suficiente para él pues nunca le habían importado las cosas materiales. Y dijo que prefería que tuviéramos sexo en su departamento que en el mío porque para entrar al mío tenía que llamar al interfón y hacer otros pasos por seguridad. Era mucho más rápido si yo simplemente entraba al edificio donde vivía, subía hasta su piso y entraba a su departamento.

No me era precisamente importante decirle mi situación amorosa o sexual a Jin Woo, pero antes de ser mi "amante", es mi amigo y merecía saberlo, porque no quiero lastimarlo a él mintiéndole y no quiero mentirle a Jimin y seguir viendo a Jin Woo. Al menos no verlo con el mismo propósito con que lo hacía antes de ser novia de Jimin.

Y esta vez, tenía otra misión más importante que decirle a Jin Woo que ya no podíamos tener sexo porque tenía pareja; iba a entregarle personalmente la invitación a la boda de Soo Ah. Lo cual era una combinación de noticias muy bizarra.

Toqué su puerta y esperé unos segundos en el pasillo hasta oír su voz del otro lado de la puerta y sus pisadas acercándose a esta. Cuando la abrió sonrió con diversión y después fingió un puchero.

—. ¿Qué crees? Se me acabaron los condones, debía haberte dicho antes de que condujeras hasta acá.—mencionó recargándose en el marco de la puerta.

—. No será necesario esta vez, Jin Woo.—él frunció su ceño en clara señal de confusión y ladeó su cabeza.—. Ahm...¿puedo pasar?

—. Claro, ¿donde están mis modales?—dijo haciéndose a un lado y dejándome entrar a su departamento. En cuanto entré me senté en una de las sillas altas frente a la barra de la cocina y le observé.—. ¿Ocurrió algo..?

—. Yo...empecé a salir con alguien.—confesé por fin. El semblante de Jin Woo no cambió del todo ante mi noticia.—. Supongo que sabes entonces a qué he venido...

—esbozó una sonrisa comprensiva y asintió con la cabeza—. Claro, no hay problema.—se acercó a la barra y se sentó junto a mi en la otra silla.—. Después de todo tú eres la que me busca. Podemos seguir siendo amigos.

—. Sabía que podías entenderlo. Gracias.—susurré y le sonreí contenta.

—. ¿Cuanto tiempo llevan saliendo? Si puedo saber.

—. Ahm...no mucho. Tal vez un mes o un poco más.—contesté jugando con mis dedos y revisando mis uñas.

—. ¿Y quien es el afortunado?—preguntó enarcando una ceja y mirándome expectante.—. ¿Cuál es su nombre?

Mi corazón dio un vuelco. Había una razón específica por la que no le mencioné con quien estaba saliendo, y esa razón era que Jin Woo había vivido muchas de las peleas que había tenido con Jimin, y decirle que ahora estaba saliendo con él me haría ver...patética.

No quería estar debajo de su acusatoria mirada y sus ojos juzgándome de pies a cabeza. Un escalofrío recorrió mi espalda y sentí como mis manos comenzaban a sudar, tanto que los anillos que adornaban mis dedos comenzaban a resbalarse en estos mismos a pesar de que afuera hacía frío y estos se pegaban a mi piel.

1996 ; P.jmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora