Déjame consentirte

1.1K 160 11
                                    

Viajar a Brasil era una locura, tenía que hacer demasiadas escalas y por lo mismo lo mínimo que se podía tardar era un día y dos horas para llegar a su destino y de ahí todavía manejar hasta donde estaba su novio.
Aún le molestaba la distancia. No le gustaba pensar que pasaría si fuese una emergencia...
Salió de sus pensamientos para pedir algo de comida, al menos iba cómodo en primera clase.
Una vez llegado a Brasil se dispuso a ir por el coche que la agencia había mandado para él, subió sus cosas y se dirigió a aquel gimnasio.
Al entrar se encontró con quién menos esperaba.
— ¡Oy! ¡Kuroo-san! No esperaba verte por aquí ¿vienes a verlo? – preguntó Hinata con la misma energía que tenía toda la vida.
— Vine de negocios y a verlo – contestó viendo de lejos a su novio.
— ¿Negocios? – preguntó confundido.
Kuroo le dió su tarjeta para que leyera de que se trataba.
— ¡Increíble, Kuroo-san! ¡CEO! – gritó leyendo la tarjeta pero tapó la boca al pelirojo de inmediato.
— No le dije que vendría, es una sorpresa. – explicó Kuroo.
Hinata asintió dando a entender que ya no gritaría más.
— Entonces sería mejor que te apresures – le dijo animandolo para que caminara hacía Oikawa.
Tooru se encontraba dándole la espalda a la cancha, platicando con sus compañeros y tomando agua en la pausa que hacían de la práctica, por lo que solo sus compañeros habían notado cuando Kuroo se puso justo tras de él.
— Oikawa Tooru... Me da gusto poder verte aquí – dijo antes de que alguien más le avisara que estaba ahí.
Los ojos del castaño se abrieron como platos al escuchar aquella voz y se volteó rápidamente.
Automáticamente brincó y lo abrazó fuertemente.
— Oh por dios... ¿Qué haces aquí, mi amor? – preguntó sin poder gritar mucho, no le salía la voz de la impresión de tenerlo cerca.
— Negocios y para verte – contestó regresandole el abrazo.
Tooru no pudo evitarlo y lo besó varias veces.
— ¿Hace cuanto que están juntos? – interrumpió uno de sus compañeros
— Hace seis años ya – contestó Oikawa sonrojado.
Todo el equipo comenzó a hacerle burla a su colocador, sabían que tenía novio porque no dejaba de hablar de él pero verlo había sido otra cosa.
— Yo... Te dejo un momento, debo ir a hablar con tu entrenador – dijo Kuroo antes de darle un beso en la mejilla.
Efectivamente estaba ahí para hacer un trato con el entrenador del equipo de Tooru.
Sabía que iba a ser pan comido cerrarlo, si algo caracterizaba a Kuroo era la buena labia que tenía para los negocios.
Una vez cerrado eso continuó hablando.
— Ahora veame como un simple joven enamorado que viene a pedirle un favor... Verá que uno de sus jugadores, Oikawa Tooru, es mi novio y quería saber si podría darle 5 días libres. No lo he visto en 6 meses y quisiera compensar eso – explicó Kuroo con un poco de esperanzas.
El entrenador rió y asintió.
— Tooru es muy trabajador, no tendré problemas si se va por unos días. Está bien – accedió.
Kuroo sonrió, sabía que aquello iba a pasar pero aún así le agradeció como si estuviera aliviado de su respuesta.
Al regresar la práctica había acabado y solo se encontraban un par de personas que estaban con su novio, lo rodeó por la cintura.
— ¿Aquí donde te quedas, Tooru? – le preguntó con curiosidad.
— Oh me estoy quedando en un departamento con dos de los chicos – explicó.
El pelinegro intentó que sus celos no se vieran sin mucho éxito pero aún así decidió seguir con su punto.
— Entonces déjame llevarte, necesito que empaques cosas para 5 días. Principalmente de playa creo yo... Y vengas conmigo – le dijo.
Tooru lo vió confundido.
— Pero... Tengo práctica ... – comenzó a reclamar.
— Tu entrenador me permitió llevarte por esos días sin problema alguno – explicó Kuroo sonriendo con maldad.
— ¿Quién diría? Kuroo Tetsuro utilizó su poder y posición para convencer al entrenador – lo acusó su novio
— ¿Qué puedo yo decir? Es importante... No te he visto en 6 meses – se quejó.
Tooru asintió, le avisó a los demás que se adelantaría para ir por sus cosas y de fueron.
Para el castaño aún era raro notar cuanto dinero tenía Kuroo, no era como si él no ganara bien pero su novio ganaba aún más. Tanto que pagaba las cosas desinteresadamente debido a que le sobraba dinero.
Así que al subirse al auto deportivo que le había dado la agencia para ir no pudo evitar verlo con sorpresa.
— Espérame aquí, no tardo – indico Tooru al llegar.
Empacó sus cosas rápidamente y bajó corriendo, subió la maleta al coche y luego se subió él.
No sabía si estaba listo para lo que se aproximaba, así como era el pelinegro iba a ser una exageración solo por el hecho de que no se habían visto.
Viajaron cerca de media hora o más a su destino, Oikawa estaba impresionado por los lugares que pasaban.
— Está vez has ido realmente lejos, ¿cierto? – preguntó mientras veía aquellos lugares cada vez más lujosos
— Nunca es ir lejos cuando se trata de consentirte – contestó Kuroo dando una vuelta para dirigirse a su destino: La Posada Abracadabra.
Tooru rió un poco por el nombre pero al entrar y ver aquel lugar no pudo dejar de abrir la boca con sorpresa.
Kuroo se había dirigido a la recepción para ver lo de la reservación, inmediatamente alguien llevó sus maletas y una persona los dirigió a dónde se hospedarían.
La suite era enorme, tenía una bella vista al mar y una cama King Size que se veía realmente esponjosa.
Tooru daba de vueltas por el lugar viendo cada pedazo de éste.
— Esto... Es mucho... – declaró el castaño — No puedes mimarme así cada vez que nos vemos... –
— Si puedo y lo haré siempre, el dinero no es nada en comparación de tu reacción al ver todo – insistió Kuroo sonriendo.
Tooru sabía que no iba a convencer a aquel chico de que no lo hiciera así que solo negó con la cabeza.
— Disculpa pero tengo que hacer esto – dijo antes de correr y saltar a la gran cama para dejarse caer.
Kuroo se acostó al lado de él y lo besó profundamente mientras lo acomodaba para que estuviera encima de él, rápidamente pasó su mano por debajo del short y boxer de Tooru apretando suavemente su glúteo derecho.
— No se vale... Ni siquiera dejaste que me cambiara o bañara antes de venir, déjame hacer eso primero – se quejó Oikawa.
Pero Kuroo negó con la cabeza.
— Así estás perfecto y sexy... Después nos bañaremos juntos – declaró moviendo su mano ahora a su glúteo izquierdo y apretándolo.
Oikawa no pudo contrariarlo mientras hacía eso, así que solo lo besó nuevamente en respuesta.
Kuroo posicionó su dedo en la entrada de Tooru y comenzó a estimularla suavemente debido a que no tenía ningún tipo de lubricante.
— Me dices si te lastimo para parar... – le dijo, quería intentar hacerlo así pero tenía miedo a lastimarlo.
Una vez que Oikawa asintió dándole permiso comenzó a introducir lentamente su dedo con mucho cuidado.
La cara de placer de Tooru le dijo que podía seguir introduciendolo sin problema alguno. Introdujo después un segundo dedo y posteriormente un tercero.
Oikawa había soltado varios gemidos en el proceso, se sentía un poco de dolor pero también placer así que ya no podía más... Necesitaba tener a Kuroo dentro de él.
Comenzó a deshacerse de la ropa de su novio en un momento de desesperación por sentirlo más cerca.
— Tienes demasiada ropa... – se quejó después de quitarle el saco, la camisa, la camiseta blanca que traía abajo, el cinturón, el pantalón del traje y los tennis. De esto último se rió, solo su novio era capaz de traer tennis con un traje.
Tooru tambien se deshizo de su ropa rápidamente y volvió a ponerse sobre su novio, posicionó el miembro de Kuroo en su entrada y fue bajando lo más lento que pudo hasta que entró por completo.
Kuroo se sentó para sostener la cintura de Oikawa mientras se movía rápidamente junto con él. El castaño hizo aquel movimiento de caderas que sabía que volvía loco a Kuroo haciendo que éste fuera incluso más rápido.
La habitación se había convertido rápidamente en un estallido de gemidos y gritos.
Cuando Kuroo encontró el punto G de Tooru, este último no pudo evitar agarrar su espalda con fuerza.
— Justo ahí mi amor... Hazlo ahí... – le pidió a Kuroo.
Y así lo hizo para escucharlo gemir más, le encantaba eso y más aún cuando decía su nombre al venirse.
Cosa que poco después pasó e hizo que también se viniera.
Se quedaron así sentados por un tiempo controlando su respiración y sonriendo.
— Te amo, Tooru... Te había extrañado mucho... – dijo Kuroo.
— Yo también te amo y también te extrañé mucho, mi amor – contestó.
Después de aquello fueron a ducharse, incluso al entrar al baño Oikawa se había sorprendido de lo grande que era la regadera.
— Quiero una así... – dijo sin pensar.
— Conseguiré un lugar así para los dos – dijo Kuroo abrazándolo.
Oikawa rió, realmente no había remedio para que su novio dejara de gastar como si el dinero no fuera algo.
Y así empezaron sus 5 días juntos.
El primero se dedicaron a ir a la bahía que tenían frente, se habían puesto primero a construir castillos de arena y posteriormente había comenzado la pelea en el agua en la que terminaron riéndose y cayéndose juntos al agua.
Posteriormente fueron al restaurante de la posada a probar comida típica de Brasil.
El segundo día lo dedicaron a un día de flojera viendo la televisión y pudiendo servicio a la habitación.
El tercero decidieron ir a Rua das Pedras para comprar recuerditos y más.
El cuarto día decidieron hacer snorkeling en la bahía, se tomaron un par de fotos juntos y las publicaron.
El último día Kuroo había hecho que les hicieran una cena a la luz de la luna, velas, flores todo muy lindo porque tenía algo importante qué decir a Tooru.
El castaño estaba sorprendido con la sorpresa, cenaron mientras platicaban y posteriormente Kuroo había hecho que Oikawa se levantara.
Aún sin música lo agarró de la cintura y comenzó a bailar con él.
Después de un rato Kuroo comenzó a cantarle al oído.

Dónde quiera que estés, siempre te haré sonreír.
Dónde quiera que estés siempre estoy a tu lado.
Lo que sea que digas siempre te tengo en mi mente.
Te prometo un por siempre ahora.

Aquella canción era la favorita de Kuroo para cantarle a Tooru, sin embargo esta vez había sido diferente pues al decir la última frase se había arrodillado frente a él ofreciéndole un anillo lleno de pequeños diamantes.
— Oh por dios... ¿Qué estás haciendo, Tetsu...? ¿Qué está pasando...? – preguntaba Oikawa de la emoción.
— ¿Quisieras casarte conmigo, Tooru? – preguntó sonriendo.
Oikawa no pudo evitar dar briquitos como siempre que estaba emocionado y llorando asintió con la cabeza.
— ¡Si, claro que sí! – dijo por fin.
Y el pelinegro colocó el anillo en su dedo anular para luego abrazarlo como nunca antes mientras reía y lloraba de felicidad.

¿Más que amigos? (KuroOi) ~ FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora