Especial #1

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Desde que Yukio había aprendido a caminar la pesadilla de Tooru había comenzado.
Ese niño no tenía paz alguna y siempre tenía que ir atrás de él o de lo contrario lo perdía de vista y eso tampoco era bueno.
La última vez que lo había perdido de vista la pared había terminado siendo su lienzo, los juguetes tirados y papel de baño regado por doquier.
Para cuando Tetsuro llegaba, aquel niño ya se encontraba calmado.
— No se vale que cuando llegues ya esté totalmente en paz... Solo te toca acostarlo – se quejó Tooru una y otra vez hasta que finalmente Tetsuro le diera un día libre.
— ¿Seguro que estarán bien? – preguntó Tooru después de darles un beso de despedida a ambos.
Tetsuro asintió con su típica sonrisa medio burlona.
— No te preocupes de más, estaremos bien ¿verdad, Yukio? – dijo viendo al bebé, quien balbuceó un montón de palabras intentando responder.
Tooru asintió y se subió al auto de Iwaizumi que ya lo estaba esperando para una reunión con todos los demás de Aoba Josai.
En cuanto Tetsuro puso a aquel bebé en el piso, la locura se desató.
Comenzó a correr de aquí para allá, a tirar todo lo que se encontraba, a romper y tocar cada cosa que estaba en su camino.
Lo persiguió a más no poder y cuando lo tuvo entre brazos comenzó a llorar, decidió darle un par de pinturas para distraerlo mientras hacía algo de comer para ambos.
Esto terminó siendo fatal, perdió nuevamente de vista al niño. Yukio se había llenado por completo de pintura e iba dejando huellitas por toda la casa, al ver aquello Tetsuro salió corriendo de la cocina en busca de Yukio.
Realmente se arrepentía de haber aceptado que Tooru saliera, aunque ahora su pregunta realm era ¿cómo le hacía para que la casa no terminara así todos los días?
Una vez que encontró nuevamente a Yukio la comida se le había quemado.
Suspiró de frustración.
No sabía que hacer, por lo que decidió seguirle la corriente a su bebé.
Decidió jugar con él y no seguirle la contraria hasta que finalmente lloró que tenía hambre y sueño.
Le dio su biberón y lo comenzó a arrullar, una vez dormido Tetsuro se acostó en el sillón con Yukio cayendo totalmente rendido.
Cuando Tooru llegó abrió los ojos como plato ¿qué demonios había pasado?
La casa entera estaba hecha un desastre y en medio de la sala estaban ambos culpables dormidos.
No pudo más que reír, de cierta manera sabía que eso pasaría.
Se acercó al sillón y acarició la mejilla de su esposo.
— Tetsu-chan... – le habló para despertarlo.
El pelinegro se desperezó un poco.
— Tooru... Tengo hambre – se quejó amargamente.
El castaño asintió le dio un beso en la frente.
— Te prepararé algo, solo... Ten cuidado, no lo vayas a despertar – le pidió señalando a Yukio.
El gato sonrió, realmente amaba a Tooru y sobretodo lo admiraba, ¿cómo es que era capaz de hacer todo aquello todos los días?
Se dispuso a dejar a Yukio en su cuna antes de dirigirse a la cocina. Abrazó a Tooru por la espalda y le dio un beso en el cuello.
— Te amo... – le dijo sonriendo.
El castaño asintió, dandose la vuelta para verlo.
— Yo a ti, pero vas a tener que ayudarme a limpiar aún así – contestó dándole un beso en los labios.
Tetsuro asintió, sabía que de aquello no se salvaría.
Después de cenar algo ambos se quedaron la mayor parte de la noche arreglando el desastre de la casa.
— Finalmente... – dijo Tooru dejándose caer en la cama.
Su esposo se recostó a su lado abrazándolo para acomodarse para dormir.
— Sí, finalmente – contestó comenzando a besarlo de manera algo provocativa.
Tooru se dejó llevar por aquel beso tan repentino que lo había llevado a rápidamente ponerse sobre aquel chico y hacer el beso aún más profundo.
Tetsuro quitó la playera de Tooru y lo acercó más a él.
El castaño había sacado un pequeño gemido ahogado cuando se escuchó un pequeño llanto.
Ambos rieron.
— Está bien... Yo voy... – dijo Tooru parándose para atender a su hijo.

¿Más que amigos? (KuroOi) ~ FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora