#30 Un Cuento No Tan Cliché

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Maratón 3/3

Si tuviera que definir comodidad sería justo como ahora, durmiendo en una cama con Luca a mi lado. Entre sus brazos me siento segura, tranquila y muy querida. De esta forma puedo sentir su perfume y su calor, es mi lugar favorito.

Me remuevo un poco en la cama buscando el cuerpo de Luca y no hay nadie, espero que no se haya caído.
Me muevo hacia el borde pero no está en el piso, quizá se arrepintió y fue a dormir al sofá. Me salgo de la cama, camino con la lámpara que estaba en la mesita de noche, voy hasta la sala y no hay nada. Camino hasta otra habitación y tampoco hay nadie, pero algo me alarma, la puerta está abierta y es que recién me doy cuenta. Salgo de la casa, todo está oscuro, nadie se ve. Lo bueno es que ha dejado de llover, puedo verlo si está cerca, pero no lo logro visualizar. Quizá fue a la camioneta, no queda muy lejos de aquí.

Camino por la huella de piedras que hay hasta la calle, donde está la camioneta. No sé de dónde he tomado coraje porque sinceramente soy muy cobarde, parece escena de las películas que veía con Emily y digo veía por ya no lo hago. Cuando llego a la autopista un auto pasa deprisa y tengo que retroceder bruscamente, quiero gritarle muchas cosas pero cuando veo a un hombre caminar por la orilla de la calle el alivio recorre por mi cuerpo al reconocer que es Luca

—¡Luca! —grito pero él no voltea.

—¡¿Hermanita?! —escucho que grita, está un poco lejos— ¡Munie! —se escucha que llora, me estoy asustando.

—¡Luca! —creo que está sonámbulo, entonces no me escuchará si lo llamo por su nombre.

El corazón comienza a bombeare muy fuerte cuando camina por la calle, un auto se está acercando, corro hacia él y antes de que sea golpeado por el auto lo tomo del brazo y lo empujo a la orilla, pero caemos golpeandonos contra el suelo. Mi cuerpo está sobre el suyo, levanto mi cabeza y lo miro a los ojos, estaba llorando. Me separo de él, me quedo de rodilla a su lado y acaricio su rostro.

—Luca, amor —él se queda viéndome.

—Ella estaba... Estaba corriendo y yo... —sus lágrimas comienzan a correr por sus mejillas, lo abrazo fuerte y él corresponde.

—Estoy aquí cariño, tranquilo, ya pasará.

—No me dejes —eso me me estruja el corazón, está sufriendo mucho por la muerte de su hermana.

—Claro que no, estoy y estaré contigo.

—No me abandones como ellos —me separo de él y tomo su rostro.

—Ellos no te abandonaron, no lo hicieron a propósito, sufren al verte sufrir y yo también.

—¿Por qué se fueron? —sonrío y acaricio su mejilla.

—Me encantaría darte una respuesta pero la vida es incierta y a veces no se entiende pero debes seguir mi amor, debes luchar, porque tú sigues en este mundo y hay personas que quieren verte bien.

—No puedo, tenía esperanza de que ella estuviera viva y no lo está.

—Entiendo tu dolor, no tienes que guardar nada —lo abrazo nuevamente y él queda sollozando en mi pecho— Tienes razón, estás atravesando un mal momento y yo te ayudaré a llevarlo.

—Eres lo único que tengo —sonrío, acaricio su cabello.

—Oliver se pondrá celoso —él ríe— Me mandará a matar.

—Él tiene a Emily.

—Y yo te tengo a ti, mi precioso mariachi.

Se separa de mi pecho, sus ojos me enfocan y se me parte el corazón al ver que sus ojos han perdido ese brillo tan especial que él suele tener. Seco sus lágrimas, sonrío y él toma mi rostro para besarme. Me sorprende pero no me detengo ni lo separo, solo correspondo a su beso y lo hago de una manera suave, sin apuro y con mucho anhelo porque lo he extrañado demasiado.

Quédate a mi lado©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora