Capítulo 20

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Narra Valentín



Me senté en el marco de la ventana, disfrutaba de la vista mientras fumaba un poco. Desde hacía dos semanas Dani y yo no hablábamos, había sido su decisión, dijo que necesitaba pensar y que ni bien él tuviera las cosas claras hablaría conmigo, después de lo que pasó en el micro preferí darle ese espacio que me pidió. A veces intentaba hablar con él, para saber cómo estaba, pero no me contestaba el teléfono. Estaba muy concentrado en mis pensamientos, hacía varios minutos que mi vieja venía gritándome para que bajara a cenar, aunque la verdad no tenía ganas, quería estar solo y pensar por un rato. Miré hacia la puerta cuando esta se abrió, mi vieja estaba parada observándome pidiendo permiso con la mirada para pasar.

-Hijo- se acercó hasta la ventana- ¿Estás bien?- me sacó el porro y lo apagó.

¿Cómo podía responder a esa pregunta sin decirle que mi novio no quería hablar conmigo? Quería escuchar un consejo suyo, pero era difícil preguntar ciertas cosas. ¿Era momento de contarle la verdad? La miré por unos segundos antes de suspirar, era el momento de hablar con mi familia. ¿Cómo se lo iban a tomar? ¿Ellos me iban a odiar después de decirles lo que siento? Las dudas me acobardaban, esas preguntas todavía no tenían respuesta. Respiré profundo antes de bajarme del marco, ya sentía un nudo en la garganta y todavía no había empezado a hablar.

-Ma- la llamé- ¿Me podrías abrazar?- mi voz apenas se escuchaba.

-Sí, Valen- dijo ella.

Ella me abrazó a la vez que empezó a dejar caricias en mi espalda, inevitablemente comencé a llorar, pensar que esto podía llegar a salir mal y que este iba a ser el último abrazo que le pudiera dar me hería mucho. Mi mente solo estaba plagada de pensamientos negativos, pensaba que les daría asco, que me rechazarían, como seguramente le ha pasado a muchas otras personas en esta situación. Quería volver a mi niñez donde el problema más grande que tuviera fueran unas tareas no hechas, una pelea en el patio del colegio o estudiar para una prueba. Me acordé de las tantas veces que volvía del colegio llorando por una boludez y ella me abrazaba, aunque este no era el caso, no era una boludez para mí.

-Tengo que contarles algo- me separé de ella y sequé las lágrimas que caían por mis mejillas.

-¿Es algo malo?- preguntó preocupada-. Tiene que serlo para que te pongas de esa forma.

-No sé cuán malo puede llegar a ser para ustedes- le respondí-. Le avisas al viejo así hablamos todos en el comedor.

Ella asintió, y antes de salir del cuarto acarició mis mejillas. Una vez que estuve solo caminé hasta mi cama y me acosté en ella, miré el techo por unos segundos, tenía que tranquilizarme, si seguía así no iba a poder decir una oración completa. Miré hacia la puerta cuando mi hermano entró, estaba con los brazos cruzados apoyado en el marco, seguramente mi vieja le había dicho que quería hablar con ellos. Entró después de pedirme permiso y se sentó a mi lado en la cama, su mano se apoyó en mi hombro y lo apretó con un poco de fuerza para demostrarme su apoyo.

-¿Estás seguro de que querés hacerlo hoy?- me preguntó.

-No me quiero ocultar más- le respondí-, quiero estar con Dani sin ningún tipo de preocupación, no me quiero esconder en mi propia casa.

-Bien- me abrazó-, voy a estar ahí con vos.

-Gracias Manu.

Me extendió la mano cuando se levantó de la cama para que yo lo siguiera, ambos salimos del cuarto y bajamos las escaleras con lentitud, quería retrasar esto un poco más, los nervios y el miedo que tenía aumentaban con cada paso que daba. Con la mirada perdida en el suelo llegué al último escalón. Comencé a sentir chuchos de frío viajar por todo mi cuerpo, temblaba sin sentido, estaba sumamente cagado de lo que podría llegar a pasar después de decir la verdad. Manuel se paró a mis espaldas y me sacudió un paco para devolverme a la realidad.

Nuestra historia, solo nosotros la sabemos - WosaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora