Extra

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Narra Valentín







Terminé de lavar los platos y miré hacia el living, Dani estaba sentado en el sillón viendo su celular, me acerqué a la mesa terminando de acomodar lo que quedaba, era justo, hoy le había tocado a él cocinar. Miré la hora en mi celular, eran las once y por suerte la casa estaba en silencio, una vez que todo estuvo en orden me acosté en el sillón apoyando mi cabeza en el regazo de mi marido. No pasó mucho tiempo antes de que su mano se apoyara en mi cabeza y comenzara a dejarme caricias en esta. Mordí mi labio subiendo mi vista hasta su rostro, lo vi tan concentrado frunciendo el ceño forzando su vista. Estos tres últimos días habían sido horribles, me despertaba muy temprano y me terminaba durmiendo muy tarde, como hoy, ya tenía mis ojeras muy marcadas.

-Te ves cansado- desvió su vista de su teléfono hasta mí-, vamos a la cama amor- intentó levantarse.

-Tengo paja de subir- me estiré en el sillón y rodeé su cintura.

-Valentín- me retó-, no voy a dormir en el sillón- volvió a intentar levantarse.

-¿Quién dijo que íbamos a dormir?- me senté quedando de frente a él.

-No- dijo sonrojado-, no podemos.

-¿Por qué no Dani?- fruncí el ceño-. En estos seis meses cada vez que intento tener sexo con vos, mi marido- aclaré-, siempre hay una traba- me quejé- ¿Cuál es ahora?

-La misma de los últimos seis meses-dijo cruzado de brazos-, te comprometiste a esto.

-Daniel-, lo miré serio a los ojos-, tener hijos no significa dejar de tener sexo.

-No quiero que nos escuchen, o peor, que nos atrapen teniendo sexo- dijo e instintivamente llevó su vista a las escaleras.

-Amor- acaricié sus piernas mientras me agachaba enfrente suyo-, quiero coger con vos.

-Yo también- hizo un puchero-, pero ¿Y si se despiertan? ¿Qué pasa si la trabajadora social se entera?- dijo inquieto.

-¿De que un matrimonio tiene sexo?- le pregunté alzando la ceja y dejando en claro que era un pesamiento estúpido.

-Valentín- dijo frustrado, habíamos discutido por esto los últimos dos meses.

-Dani, en algún momento vamos a tener que dejar de lado este miedo irracional- suspiré antes de levantarme del piso y caminé hasta la cocina.

-Val- lo escuché susurrar.

Me estiré para agarrar el frasco, lo había escondido en la parte de atrás de la alacena más alta para que nadie lo viera, para sacar un porro de este. Con el encendedor en mano salí al jardín, necesitaba estar solo. Había entendido que los primeros dos meses Dani no quisiera que nos demostremos afecto frente a los niños, pero ahora, seis meses después, me estaba costando seguir con esto. Me acosté en el pasto viendo las estrellas y respirando un poco de aire fresco antes de prender el prensado, exhalé el humo intentando sacar con este todas las mierdas que nos estaban afectando como Daniel. Cerré los ojos sin dejar de fumar, necesitaba paz. Sentí un peso arriba mío seguido el porro desaparecer de los labios, al abrir los ojos Dani me miraba fijo dándole una calada al porro, cerró sus ojos y exhaló el humo, sentí que su cuerpo se relajó.

-No quiero que estemos mal- dijo por fin aún con los ojos cerrados-, sí quiero coger con vos.

-No es lo único que quiero- me senté para quedar de frente a él-, quiero tocarte, besarte, estar como estábamos antes de que Noah y Ali entraran a nuestras vidas- acaricié su mejilla-, quiero pasar más tiempo con vos a solas.

Se quedó callado pensando en mis palabras, sabía que él también quería lo mismo, antes de que los chicos llegaran nos corríamos por toda la casa para besarnos, mirábamos películas abrazados e inclusive cocinabamos juntos, extrañaba esos momentos con él. Levantó su cabeza para mirarme fijo, apagó el porro y se acercó a mí pasando sus manos por mi cuello, acarició mi nuca mientras mordía su labio inferior, sin disimular pasé mi lengua por mis labios mojándolos, hambriento de su boca. Llevé mis manos a su cintura atrayéndolo más a mí sintiendo su respiración chocar contra mi cara, me estaba erizando la piel, rozó sus labios con los míos lentamente. Llevé por última vez, antes de cerrarlos, mis ojos a los suyos. Sentir sus labios encima de los míos moviéndose de una forma tan serena, me llenaba, mis manos se metieron por debajo de su remera recorriendo su piel. Daniel nos acostó en el pasto sin frenar los movimientos de sus labios, juraría que se podían ver los fuegos artificiales en el aire. Apenas nos separamos para tomar aire y volver al beso, de a poco fuimos aumentando la intensidad, la lengua de mi marido se metió en mi boca y después mordió mi labio haciéndome soltar varios gemidos. Lo que tanto había esperado iba a suceder, por fin iba a estar con Daniel. Nos volteé en el pasto para poder bajar mis besos a su cuello, pero el me interrumpió.

Nuestra historia, solo nosotros la sabemos - WosaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora