Capítulo 2

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Narra Daniel


Miré para todos lados, se suponía que íbamos a encontrarnos en la terminal de salida. Como siempre llegaba tarde, odiaba que me hiciera eso. El gran defecto que tenía mi amigo era la impuntualidad. Después de casi un año de amistad esto ya ni me sorprendía. Me senté en el piso junto con mis cosas, miré mi celular con la esperanza de que me haya escrito y avisado de su retraso, pero no lo hizo. Suspiré mirando al frente, las personas corrían apuradas a sus terminales y algunos autobuses salían rumbo a su destino.

-Hola Dani- me asusté cuando Valentín me susurró en el oído. Lo miré de mala forma mientras me cruzaba de brazos.

-Llegas tarde- le reproché.

-Dani- dijo calmado y sonriendo-, falta media hora para que salga el micro.

-Estuve solo casi una hora Valentín- le di la espalda y me escondí entre mis piernas.

-Perdón enano- me abrazó por la espalda-. ¿Cómo te lo puedo compensar?

-Quiero ir del lado de la ventanilla- respondí rápido mientras le hacía un puchero para que no se negara.

-Esta bien- dijo soltando una pequeña risita.

Para los que no lo saben porque nunca viajaron desde la terminal de retiro, le explico, el lugar literalmente es una jungla, y mucho peor debido al día que viajábamos, un viernes. La gente se junta para irse a la costa el fin de semana o de vacaciones. En un resumen el lugar era un infierno. La gente corría desde una plataforma a la otra, de la uno a la setenta y cinco, porque el micro cambiaba a último momento de arribo, siempre pasaba lo mismo. Ahora que Valentín estaba acá conmigo podía decir que el tiempo pasaba más rápido. Antes de subir al micro decidió ir por "suministros" para el viaje mientras yo me encargaba de acomodar nuestras cosas en nuestros asientos. Me senté del lado de la ventanilla y me puse los auriculares para poder escuchar música durante el camino que nos esperaba.

Íbamos rumbo a Mar Del Plata a competir en la Ego Fest. Mi amigo se sentó a mi lado y me pasó unas gomitas. Le sonreí mientras le pasaba uno de los auriculares, teníamos que estar cinco horas sentados hasta llegar a la ciudad natal del organizador de la competencia. Hacía unos días habíamos recibido la invitación de Papo para participar, y como la mayoría de los competidores del quinto iban a esta, nosotros también nos anotamos. Apoyé mi cabeza en el hombro de Valentín, estaba cansado, no había podido dormir mucho la noche anterior. Pude sentir como se acomodaba y apoyaba su cabeza sobre la mía.

-Enano- me llamo. Hice un ruido con mi garganta para que continuara hablando-. ¿Quiénes crees que vayan mañana?

-No sé- mi voz salió un poco ronca. Bostecé y abracé su brazo como una almohada-. Tengo sueño- dije con voz aniñada-, me haces mimos- pedí haciendo un puchero, sabía que no podía verme pero aún así lo hice.

No necesitaba una respuesta, sentí su mano acariciar mi pelo, las cosquillas volvieron a mi estómago. Últimamente siempre que me tocaba de esta forma me pasaba esto. La verdad es que no me acuerdo exactamente cuando pero me empezó a gustar que Valentín hiciera eso. Los momentos en los que sonreía, cuando sus dedos rozaban con mi rodilla o cualquier otra parte de mi piel, cuando se me quedaba mirando o cuando por accidente su rodilla se chocaba con la mía, en mi interior se formaba una batalla campal. Cerré los ojos y volví a bostezar, me centré en el tarareo que salía de sus labios mientras me iba quedando dormido.

[...]

Desperté de golpe cuando sentí que me movían, mejor dicho me sacudían, en mi asiento. Parpadeé varias veces antes de centrar mi ceño fruncido en el rostro de Valentín que tenía una gran sonrisa en sus labios. Intentaba entender lo que estaba pasando a mi alrededor, mantuve el silencio por unos segundos.

Nuestra historia, solo nosotros la sabemos - WosaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora