Epílogo

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Narra Daniel





Tenía los nervios de punta. El día más importante de mi vida podía arruinarse por un simple embotellamiento en la ruta. Quería gritar, llorar, salir corriendo hasta llegar junto a él. Los minutos pasaban cada vez más rápido, pero los autos no se movían ni un solo centímetro. Miré por quinceava vez WhatsApp y, con la poca señal que había, le envié varios mensajes a mi novio para avisarle que iba en camino, no quería que se pensara que mi intención era dejarlo plantado en el altar, porque claramente no iba a hacerlo. Ahora me estaba planteando seriamente mi idea de salir corriendo.

-¿Cuánto falta?- pregunté ansioso.

-Daniel- respondió fastidiado mi papá-, solo pasaron cinco minutos desde que preguntaste por última vez- me aferré al asiento delantero y clavé mi vista en el vehículo que teníamos delante-. Mirar así no va a hacer que los autos se muevan más rápido.

-Hoy me caso- dije histérico-, no puedo seguir parado en medio de la ruta esperando a que, por un milagro de dios, los demás decidan apurarse.

-Tranquilizate- dijo mientras desviaba su mirada hacia mí-, vas a tener un ataque de nervios si seguís así.

-No puedo tranquilizarme- comencé a llorar-, es un día muy importante para mí.

-Dani- sujetó con fuerza mi mano-, te prometo que vamos a llegar a tiempo.

-¿Me lo prometés?- le hice un puchero.

-Sí, hijo.

Me quedé en silencio por unos minutos antes de respirar profundo y secar mis lágrimas. En este último tiempo nuestra relación como padre e hijo había mejorado notoriamente, todo esto era gracias a las sesiones de terapia que él había pedido para ambos, aunque las primeras se basaron prácticamente en discusiones, pudimos comprendernos el uno al otro. Sabía lo mucho que me amaba y, en parte, pude comprender su locura de ese momento, para él yo era todavía su bebé. Por eso ahora, cuando lo miraba a los ojos, comprendía que haría cualquier cosa que estuviese en sus manos para hacerme feliz, aunque eso implicase romper algunas reglas.

-Descansa un poco, no podés llegar en este estado al altar.

Me volví a recostar sobre el asiento trasero viendo los mensajes que mi novio me enviaba en ese momento. Apoyé el celular en mi pecho y tiré mi cabeza hacia atrás mientras cerraba los ojos. Debía tranquilizarme, no podía llegar al borde del colapso a mi gran día. Inhalé y exhalé mientras recordaba la mañana anterior en la que Valentín acariciaba mi cintura mientras susurraba a mi oído lo felices que íbamos a ser juntos. Casi sin darme cuenta terminé durmiéndome en sus brazos.

[...]

-Dani- escuché la voz de mi viejo-, ya llegamos- sentí un pequeño sacudón en mi hombro-. No lo puedo despertar.

-Yo lo hago Nery- la hermosa voz de Valentín invadió mis oídos-. Dan- sentí el tacto de su mano cálida en mi mejilla, eso provocó que quisiera acurrucarme aún más en mi lugar-, tenés que despertarte amor.

-Mmm- me quejé.

-Vení bebé- sentí sus brazos rodearme la cintura y casi de inmediato como me levantaba del asiento-, agarrame del cuello- no tardé en obedecerlo, se sentía bien estar así con él.

Oculté mi rostro entre su piel y la camisa oliendo el perfume que llevaba aquel día, era una nueva fragancia la que estaba usando. Sus pasos frenaron luego de unos minutos, me sentó, en lo que yo suponía era un sillón, y comenzó a repartir caricias y besos por mi rostro mientras susurraba en mi oído que despertara. Abrí los ojos de a poco mientras centraba mi vista en él, y juro que en ese momento me volví a enamorar. Llevaba puesto un traje blanco entallado, que no dejaba mucho a mi imaginación. Relamí mis labios.

Nuestra historia, solo nosotros la sabemos - WosaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora