Capítulo siete

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Mantengo la vista centrada en el paisaje al exterior de la ventana para ignorar la mirada aguda del hombre de vez en cuando y para controlar las inmensas ganas de asesinar al tipo.

Hay muchos demonios disfrutando de la poca paz que hay, veo tanto a adultos como a demonios jóvenes festejar y saborear distintos alimentos, realmente me tranquiliza que se vean tan contentos.

Se que les he descuidado, les he fallado.

Inclino levemente la cabeza hacia bajo.

—No tengo perdón—digo en mi mente—las cosas irán bien.—me aseguro a mi mismo.

Sin embargo algo llama mi atención, del otro lado una escena nada agradable pasa delante de mis ojos, en ese grupo especial veo como tres demonios agreden físicamente a otro.

Siento mi ira subir, quiero bajarme del auto y ponerle un fin a la situación.

¿Como es que llegamos a esto?

¡Somos demonios!

¿Qué es lo que les hace creer que son tan distintos?

Elevo una ceja mientras comparo a cada uno de los individuos de ese grupo, es tan ridículo la forma en la que actúan, cualquier especie es importante, el sitio del que vienen es solo eso, un sitio, no es necesario, ni importante saberlo.

Ángeles.

Esa es la única palabra que me viene a la cabeza, al mirarlos y verlos actuar, solo estoy viendo a un montón de ángeles.

—Eso es lo que parecen—mascullo entre dientes completamente furioso por verlos actuar de ese modo—Es asqueroso, son ¡asquerosos!

Mi sangre me hierve, quisiera bajarme del auto, arrancarles la cabeza y enseñarles que al final lo que corre por sus cuerpos, sus venas, no es más que un líquido de color oscuro.

No algo tan distinto a lo que los humanos poseen.

Aquello que ellos llaman sangre y todos tenemos.

Par de ignorantes.

Sin embargo, retengo mis impulsos de hacerlo, si reacciono ante esto claramente voy a destruir mi cuartada, no es solo eso, puede que me reconozcan, si alguien se entera de esto, es un adios seguro a lo que he planeado.

—Lo siento—es lo único que me queda por decir y pedir en completo silenció, perdón, por no poder ayudar en estos momentos.

Conforme el auto avanza al final los pierdo de vista, ya no puedo seguir viendo la situación.

Ahora solamente soy capaz de admirar verdes y altos arboles, ingresamos en medio del camino rodeado de bosques, el instituto esta algo alejado, así mismo se encuentra en medio de la nada para que sea capaz de entrar a los demonios y permitir escapes mejores en caso de una emergencia.

Todo el paisaje que se puede ver es igual, viejos arboles, jóvenes arboles.

Lo mismo que desde el inicio.

...

Aproximadamente después de 1 hora de recorrer lo mismo, el conductor habla—Hemos llegado—mientras señala tranquilamente el enorme edificio que mande a construir hace más de 2 años.

Desganado me deslizo hacia afuera del auto listo para comenzar mi elaborado plan.

Delante mio hay un montón de escaleras, son tantas que solo puedo ver su inició pero no su final.

¡Qué flojera!

Tengo ganas de teletransportarme hasta arriba, sin embargo, no lo hago debido a que el chofer aún sigue presente.

—Suerte—murmura en tono de burla antes de volver al auto y arrancar.

Espero hasta que el auto desaparezca, se pierda entre los arboles por completo, hasta que lo hace, solo entonces chasqueo los dedos con molestia para teletransportarme lo más pronto posible hasta arriba, una vez que estoy en la cima ingreso al interior del edificio, en cuanto lo hago veo a un montón de estudiantes.

Los estudiantes que se hallan en el pasillo me recorren de arriba a abajo descaradamente sin siquiera intentar disimularlo, sus ojos muestran que me están evaluando pero así mismo muestran confusión, además de este tipo de estudiantes hay otros que ni siquiera voltean a ver, muestran indiferencia ante mi presencia.

¿Acaso creen que vengo a divertirlos?

¿Soy un payaso o qué?

—Aguanta, aguanta—me digo a mi mismo en voz baja, intento controlar mis ganas de ir y cuestionar la forma en la que me observan.

Me obligo a controlar mi instinto, nadie tiene el derecho de ver a nadie de la forma en la que ellos me están viendo, durante estos años siempre me asegure de hacer callar a cualquiera, aun no es tiempo de hacerlos callar, debo permanecer tranquilo.

Un grupo murmura.

—¿Crees que sea importante? —pregunta uno de ellos

¿Deberíamos hablarle? —dice otro estudiante del grupo

—¿No viste muy simple? —cuestiona sin dejar de verme el estudiante

Quizás no le gusta sobresalir—responde tranquilamente la voz de una joven.

Todos hablan como si no pudiera oírlos, más bien pareciera que buscan que les escuchen. Hablan "según" ellos en voz baja cuando lo hacen claramente fuerte.

¿Acaso les falta atención?

Porqué si es eso, pienso darles toda la atención que requieren hasta que ya no la requieran.

Mientras avanzo, uno de ellos se me mueve hasta quedar enfrente mio, me cubre el camino, descaradamente me observa, al ver su acción, hago lo mismo que él, le miro de la misma forma que él a mi.

—¿NOMBRE?—Exige dicho alumno con una voz severa y arrogante, sigo sus movimientos y me limitó a rodar los ojos.

No le respondo.

Por más ridículo que suene, lo único que esta intentando de este modo es mostrar su poder, los chicos a su lado no se mueven, solo ven la escena al igual que los demás.

Obviamente todos ellos le conocen.

Al no obtener una respuesta de mi parte, fruñe el ceño, esta a punto de actuar cuando de pronto una puerta se abre y otro adolescente a pasos rápidos se acerca y severamente brama—¡Collins! ¡Mueve tu puto culo!—grita, tira del brazo del joven que esta enfrente de mi, este de mala gana sigue al otro chico y adentran juntos hasta el aula.

Un minuto, un minuto.

Inhaló y exhaló.

En un intento por no estrellarlo junto a cualquier cosa.

Si tan solo me hubiera intentado tocar, le hubiera mandado a volar sin medirme.

En cuanto desaparece, me limito a seguir a mi camino.

No debo olvidar que estoy aquí para pretender ser un híbrido.

Llamar la atención solo complicaría demasiado las cosas, sin embargo eso tampoco significa que no puedo desaparecer a uno que otro ser.

El príncipe del Inframundo[#4]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora