Capítulo veinte

71 12 1
                                    

[Un día después de lo ocurrido, en algún lugar del basto universo]

—Era totalmente innecesario—reclamo una mujer molesta, era la primera vez que ella le hablaba de ese modo, normalmente era silenciosa, tranquila y estaba de acuerdo con las ordenes que daba el hombre sin decir una sola palabra, sin contradecirlo, lo que sorprendió que en esta ella se expresara de tal manera.

Aunque de ella solo quedaba ya una minúscula parte de su subconsciencia que podía vagar con libertad, puesto que todo lo demás se encontraba atrapada en un sitio muy oscuro, sus planes de aquel entonces no salieron como esperaba, pero al menos había podido lograr traerlo a él nuevamente.

—¿Por que advertirlos?—la pregunta le golpeo fuertemente al hombre, no había ninguna razón en especial para hacerlo, era simplemente que el aburrimiento en su cotidiana vida le estaba volviendo loco, las cosas marchaban tal como él quería a veces, inclusive si habían leves deslices todo acabaría según sus planes.—Deberías estar haciéndote mucho más fuerte de lo que ya lo eres.—volvió a replicar el subconsciente de ella, quien conocía a la perfección al tipo de demonio en quien se había convertido—¿Acaso no sabes lo poderoso que ese niño es?—soltó sin evitar demostrar el odio indescriptible que sentía por este—Si su sola existencia fue un peligro cuando no tenía nada, ahora que lo tiene todo puede representar un peligro mucho más grande.

El hombre sentado frente a la chimenea cómodamente dándole la espalda a la voz compartió su opinion con la dama—Puede convertirse en un factor muy importante aunque no lo creas, ni lo notes ahora mismo—comento sin ninguna sola expresión.

Ella le había mentido descaradamente.

Esa mujer había tenido el valor de apuñalarlo para proteger lo que quería.

Esa escena en su cabeza, le volvía completamente loco, las cosas en ningún momento debieron ser así, ella no debió ser capaz de herirlo pero lo hizo por él, y por eso la odiaba tanto como a él.

—Espero que realmente sea de esa manera—menciono con molestia—sabes bien que este podría ser el final para nosotros ¿no?—espeto el subconsciente de la dama—he hecho lo mejor que pude por ti, por mi, las cosas no pueden acabar así.

El hombre la conocía a la perfección, sabia del odio profundo de ella hacia ellos, y del de él hacia el chico en especifico, si el no hubiera existido, podría haberlo tenido todo, su sola existencia marco la diferencia en cada cosa que pudo haberse vuelto realidad.

Pudo haber devuelto el tiempo, haber borrado su existencia pero no lo hizo, por que de hacerlo de tal manera, esa mujer no seria capaz de sentir el verdadero dolor de una perdida, quería verla destrozada, que no pudiera borrar de su memoria cuando lo perdiera todo de la misma manera que él lo perdió completamente todo en ese tiempo.

—Lo quiero todo, absolutamente todo—susurro con una enorme sonrisa en su rostro—incluso si eso significa arrebatarle hasta la vida.

La subconsciencia de la dama no respondió a nada de lo que él comento, volvió a ausentarse, cada que se presentaba solo era por un corto tiempo debido a que no poseía mucha energía para dividir su consciencia en dos.

Cada uno de ellos tenían sus propios planes, habían lanzado sus mejores dados, claro que unos tenían muchas más probabilidades que otros pero sin duda todos se arriesgaron queriendo salir victoriosos, ansiando la victoria sobre el mismo enemigo.

Una mujer ingresa por la puerta despacio, se queda a lado de la puerta esperando alguna orden de parte de su maestro.

—¿Alguna novedad?—le pregunto él al sentir su presencia.

Ella sabia en especifico acerca de que su amo le estaba preguntando, no era pregunta hecha al azar, él deseaba obtener información sobre el demonio, por alguna razón que desconocía, ese chico demonio era tanto importante como esencial para su maestro.

La joven saco un espejo y negó con la cabeza mientras lo miraba, la magia reunida alrededor de aquel barato objeto le permitía observar por completo en cualquier lugar sin ninguna sola restricción excepto uno, la tierra sagrada, ya que en ella la magia divina chocaba con la suya ocasionando que fuera totalmente imposible.

—La hermana del demonio ha movilizado un ejercito—comento la mujer mirando la escena—después de su visita y la visita de uno de los hombres del chico—por un momento se quedo pensativa—estimo que en 5 horas habrá entrado al reino de los demonios.

¿Crees que se atreva a romper las reglas?—pregunto el hombre, él conocía mucho de ella y aun así también era consciente que no la conocía tan bien, por que nunca se termina de conocer a alguien.

La mujer negó—Lo dudo—murmuro despacio—pero las cosas pueden cambiar de rumbo, si el destino que le han mostrado es delatado, recibirá un fuerte castigo.

—Un poder como el suyo conlleva una enorme fuerza de voluntad, no cualquiera puede verlo y mantenerse fuera del asunto, menos si es el futuro de alguno de los suyos—mustio con tranquilidad, ladeo la cabeza y soltó un suspiro, bajo el espejo lentamente hasta dejarlo en la mesa más cercana, después se acerco a un mueble y tomo asiento.

Usar dicha habilidad era desgastante, aunque podía usarlo no podía manejarlo correctamente, usarlo sin tener un control especifico sobre ella dañaban su salud con demasiada prisa.

—¿Estas bien?—pregunto el hombre con preocupación acercándose a la mujer, no podía perderla aun, sin poder evitarlo toco su frente, claramente su cuerpo no estaba bien, fallaría en cualquier momento.

Debo estar preparado

Luego de que esta falle, prepare otra.

¡Lo estoy!—menciono contenta, su maestro realmente se preocupaba por ella.

O eso es algo que creía.

Sin embargo no era así, aquel hombre solo veía en ella una herramienta que solo tendría utilidad en el momento final de la batalla.

Ella era su AS bajo la manga.

El SECRETO que podía arruinarlo.

La CLAVE para obtener su deseo.

Solo eso, para decirlo mas simple, ella era solo un peon, una marioneta de la cual podía deshacerse en cualquier instante.

—Dare lo mejor de mi en el final—sonrió la joven para su maestro sin saber que quería de ella él.

El hombre sonrío—Por supuesto—murmuro—no podría hacerlo sin ti, así que no me decepciones.

¡Eso nunca!—exclamo convencida.

...

Por otro lado en ese mismo intervalo Eiza estaba plenamente desesperada, primero que nada por la visita del hombre desconocido, en segundo lugar por lo que había visto hace unas cuantas horas atrás. Tras haber despertado lo primero que vino a la mente de la joven chica fue que tenia que hablar con su hermano, tenia que decirle absolutamente la información integra sin importar la restricción que se le imponía.

El castigo que le pondrían mas tarde era lo de menos en esa circunstancia.

No podía callarse, no luego de haber visto aquel atroz futuro.

No, no, eso no puede suceder.

Debo tenerlo a cualquier costo.

Pese a que sus sueños eran borrosos, rotundamente ella vio una batalla, esa batalla arraso con muchos, no era solo el imperio de Jordán el que estaba involucrado, los ángeles bajaron y con esto se desato la guerra, una batalla que envolvió incluso a otras especies, sin embargo, eso no fue lo peor, lo peor vino cuando él llego, ese desconocido, él fue el detonante.

Nadie pudo con él.

Ni siquiera su propio hermano, quien era conocido por acabar con cualquier oponente fuerte.

Al final, él también perdió, ni hablar de los ángeles, ellos igual terminaron cayendo.

—Nos vamos a ver a mi hermano—sentenció a un grupo de sus guerreros, ellos inmediatamente se alistaron, en menos de media hora, los vampiros ya estaban más que listos para partir.

El príncipe del Inframundo[#4]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora