Capítulo trece

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Solo había un olor en este mundo que pudiera ser tan desagradable y nauseabundo para él, no, para todos ellos.

Acerco su rostro para acechar aun en las sombras, la mayor de sus sorpresas se la llevo en ese instante, un par de alas blancas colgaban de los hombros del sujeto que se encontraba frente al demonio.

—Asquerosos pecadores—insultaba el hombre descaradamente frente al joven atado en la cruz—Su sola existencia, lo arruina todo.

El par de alas blancas desplegaban con cada uno de sus movimientos que hacia al hablar.

El sujeto enfrente suyo, era un ángel.

¿Ángeles?

¿Como diablos uno de ellos podía estar en el infierno?

¡El nunca había permitido, autorizado que ingresaran!

Los labios del joven se extendieron hasta formar una linea recta en su rostro, la insatisfacción de tal escena, la molestia y sobre todo ese aroma horrible que emanaba ese ser, simplemente causaban que quisiera arrancarle cada una de esas nobles alas blancas de las que los ángeles tan orgullosos están de poseer.

¿Cuantos ángeles andaban entre ellos?

¿Cuando fue el momento en que se mezclaron?

¿Quién fue el desgraciado que me traiciono?—Se cuestiono el príncipe

Al parecer así como él pensó infiltrarse, no fue el único que pensó en ello, los ángeles al igual que el príncipe decidieron lo mismo. Entraron a su territorio como si este les perteneciera, entraron a ella como si fuese su casa, por el sutil aroma de ese angel estaba claro que podrían haber otros cuantos entre los suyos, su esencia baja no era capaz de ser percibido por demonios normales.

Y ese era un gran problema.

¿En verdad lo habían traicionado? o ¿Acaso existía alguien que pudiera esconder su desagradable aroma?

No importaba la respuesta, en estos precisos instantes, lo más importante era eliminar al ángel que se colo en su territorio, intentar extraer cualquier tipo de información de su parte, cualquier cosa dicha por este podría cambiar el rumbo de todo, podría ser de suma importancia o nada.

Recargado en la pared a través de la oscuridad del pasillo observaba los movimientos del sujeto sin delatarse.

¿Por cuanto tiempo has estado aquí?—la pregunta del príncipe resonó en el espacio de esta habitación, el hombre sobresaltado dirigió la mirada al punto en el que este se encontraba, agudizo sus ojos para poder mirarlo perfectamente—¿No te has cansado—pregunto otra cosa Jordán sin apartar la mirada de la del ángel.

Era una batalla de miradas, hasta ese momento ninguno despego los ojos del otro a causa de que ninguno conocía a su enemigo. Para él ángel esta situación era inesperada, no debería haber alguien capaz de entrar a ese lugar, mientras que para Jordán la situación le resultaba divertida y hasta un tanto cómica.

El joven príncipe había venido al sitio en busca de algo que le ayudara con sus problemas personales y sin esperarlo había encontrado algo más grande y profundo, sin duda el universo estaba de su lado, nunca lo abandono, todos estos años siempre estuvo apoyándolo.

El ángel se acerco lentamente hasta el joven sin apartar sus ojos de él—¿Como entraste?—cuestiono furiosamente el sujeto—Vivian aseguro que nadie podría entrar—musito chasqueando la lengua confundido, su jefa no era de las que cometían errores.

La respuesta que buscaba no llego nunca, los labios en linea recta de Jordán jamas abandonaron su posición inicial, los ojos del ángel vagaron de arriba a abajo y tras haberlo observado minuciosamente espeto con disgusto evidente—Eres un demonio—siseo con desprecio.

El ceño fruncido pronto ocupo su rostro, la mirada de asco que le dirigió al joven fue cargada de ira y su mueca en sus labios, hablaba claramente del odio que por dentro ocultaba por los demonios.

—No pensé que tendría que tratar con otro tan pronto—susurro apenas audiblemente el ángel confiado de si mismo, pero la risa burlesca de Jordán le interrumpió—Y yo no pensé en tratar con uno de ustedes tan pronto—confeso el príncipe honestamente sin moverse de su sitio.

Durante hace muchos años los ángeles habían vivido sin darles problemas, después de la ultima guerra, después de haberlos echo parecer los malos de la historia, desaparecieron sin dejar rastro alguno.

¿Tratar?—movió la ceja hacia arriba el enemigo y de la nada apareció frente a frente del príncipe, ambos se estaban mirando en un instante a la cara, la sonrisa se asomo de su rostro—Antes que puedas cerrar los ojos, tu existencia sera nula.—sentencio con dureza el ángel.

La habilidad del enemigo era sorprendente, de un momento a otro se había desplazado a otro sitio, no, eso era lo que el ángel quería que creyera el demonio, esa estúpida habilidad no era tan buena, simplemente le permitía adelantar sus movimientos ciertos minutos, parecía haber desaparecido pero jamas borro su existencia en el instante en que se movió hasta llegar a él.

El sujeto llevo su mano hasta la parte superior de su espalda y sin pensarlo arranco una de sus alas, la ala se transformo en un afilada daga, esta irradiaba luz, estaba claro que tenia magia divina, un solo corte con esta sería suficiente para matar a cualquier demonio. Desplazo la mano que la sostenía hacia adelante con furia en intento de apuñalar al príncipe pero dio un salto hacia atrás, logrando evitar el corte que este lanzo.

—¿Tienes miedo?—se burlo el ángel mientras le miraba—Seguro tienes muchos pecados—susurro—acepta tu castigo.

JAJAJA—la risa de Jordán estallo mientras se teletransportaba frente a la gran cruz en la que se encontraba el otro demonio, solamente hasta llegar allí, se dio cuenta que quien estaba ahí no era un varón, sino una dama.

El cuerpo de la joven demonio estaba herido por todos lados, las heridas eran hechas por la misma daga que tenía el ángel en sus manos.

—Vamos, lucha—grito este volteando a verlo—No huyas cobarde.

Pero fue en vano, sus gritos de ira fueron ignorados por completo, el príncipe coloco una de sus manos sobre los ojos de la mujer, podía sentir su inmensa tristeza y el rencor que guardaba hacia quien le hizo tanto daño.

"El dolor es eterno pero no has pecado, soportable es"—Le murmuro con voz tranquila, dejando que pudiera descansar, era claro que no viviría, fue demasiado tarde cuando la encontró, si tan solo hubiera llegado días antes, pudo haberla encontrado antes.

Sin mirarlo, le pregunto con voz un tanto divertida—¿Lo disfrutaste?—él angel le miro confundido pero a pesar de ello, le contesto con gracia—Por supuesto, a que no sabes cuanto disfrute hacer cada uno de esos cortes, se sintió perfectamente bien hacer el juicio.—Es muy divertido ¿verdad?—la voz de Jordán se transformo a una un tanto sombría—Yo también se que como se siente, es liberador.—Su risa forzada sin emoción se escucho demasiado alto—Hagamos un juicio.

Enloqueció por completo el príncipe, su aura oscura se comenzó a liberar sin que pudiera evitarlo.

—Un Juicio—sonrió ladinamente—Sere el Juez—remarco la ultima palabra fuertemente.

El príncipe del Inframundo[#4]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora