Capítulo veintiuno

57 11 0
                                    

Narra Jordán:

Otro día más.

Realmente es bastante frustrante este lugar, tan pronto como fue mi primer día en las clases, no dejaron de verme, parecía que era un espectáculo hecho para entretenerlos, después de haberme presentado todo esto se calmo, no obstante las cosas tampoco mejoraron, sus miradas ya no eran de intriga sino más bien de inferioridad.

Difícilmente soy capaz de ignorar esas bocas sucias llenas de asquerosidades.

Ganas me sobran de volverlos trizas, hacerlo seria un inconveniente a mis siguientes planes.

Ayer fue agobiante.

Rivers aun se encuentra en estado de shock, no es capaz de verme a los ojos y parece estar en una lucha interna consigo mismo por haber perdido a su amigo. Tarde que temprano tendrá que entender ya sea por las buenas o las malas que mi acción fue lo indicado.

¿Hay alguna razón para no castigar a un traidor?

Obvio que no existe esa, cuando uno de ellos decide desviarse del camino, claramente debe estar preparado con anticipación para las consecuencias que tendrá el haber escogido recorrer ese camino, eso aplica para cualquiera.

Camino por los pasillos al igual que los demás estudiantes, me dirijo a la siguiente clase como cada uno de ellos, aunque dejaron de observarme como si fuese un espécimen, siguen murmurando a mi espalda, lo peor es que ni siquiera lo hacen de manera discreta, son demasiado ruidosos.

—Muévete—masculla blandiendo su hombro bruscamente contra mi, no es un accidente, es intencional—fíjate por donde vas—espeta mientras me fulmina con la mirada, por sus palabras se puede notar que intenta hacerme quedar como el que se metió en su camino.

Ignoro su comentario y espero haber que reacción tendrá dicho estudiante.

—¿Acaso estas ciego?—escupe mordazmente tomándome del cuello de mi camisa, parece tener una mala reputación en el instituto, los otros estudiantes solo observan la situación sin querer involucrarse en ella, se puede oír claramente como susurran entre ellos.

Ahora si esta en graves problemas—murmura una de las voces a distancia.

Y muchas otras cosas similares se pueden lograr escuchar.

Por supuesto tipos como estos nunca faltan en ningún lado, les encanta creer que están por encima de cualquiera cuando en verdad están muy debajo de todos en defecto se comportan de este modo para alzar su ego, no son más que unos farsantes.

Como les satisface el sentimiento de superioridad intentan buscar la manera de ser temidos por los demás para así lograr este fin.

—¿Estas sordo?—cuestiona con molestia al darse cuenta que sigo ignorando sus palabras inclusive si me sujeta de la camisa, con mi mano izquierda me suelto de su agarre y me dispongo a continuar mi camino, no tengo tiempo para lidiar con ese tipo, es irrelevante.

Al ver mi acción se interpone en mi camino nuevamente, esta vez cortándome el paso, no piensa dejarme ir, su rostro se ha puesto colorado, esta sumamente molesto por mi acción, su mirada no miente y el aura que desprende advierten su instinto asesino, quiere matarme y todos ya lo han notado.

Este imbécil no sabe controlar su aura.

El pasillo esta repleto de su instinto.

Algunos estudiantes no son capaces de soportarlo, se cubren la nariz mientras se alejan lo más pronto del lugar, otros se quedan, desean ver la escena que esta a punto de suceder en medio pasillo.

El príncipe del Inframundo[#4]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora