Capítulo treinta

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Narradora:

Desde el exterior de la habitación se comenzó a sentir un aire extremadamente frio, el guardia más cercano fue el primero en percatarse de lo que estaba sucediendo, enseguida se apresuro al despacho del príncipe para avisarle acerca de la situación, mientras se dirigía hacia su destino a su paso fue informando a los otros guardias para que intentaran abrir la puerta y sacaran a la señorita Eiza.

Cada uno tan pronto como escucho esta información se dirigió enseguida al cuarto, la situación eran peor de la que ellos pudieron imaginarse, si el hielo fuera débil, podrían haberla liberado de esa jaula que crearon para encerrarla, más sin embargo, debido al tipo de hielo y su grosor, los guardias no eran capaz ni siquiera de destrozar un pedazo.

—¡Eso es imposible—estallo un hombre agotado de haber usado su poder, en las batallas su resistencia era especial pero enfrente de ese hielo, no era nada, ni siquiera había podido desvanecer un poco del hielo—Si fuera el príncipe seguro ya lo habría derretido.

Vamos, nosotros podemos—intento animarlos, pese a que el fondo sabía que no era cierto, decidió engañarse para animarlos a continuar esforzándose—no somos débiles, somos fuertes, mucho más que otros, nosotros debemos cuidar de los otros, sin embargo, la sensación de impotencia recorrió el cuerpo de cada uno de los demonios, no eran tan fuertes como creían, no era merecedores de seguir a su líder, ellos eran tan débiles que ni siquiera podían lograr una pequeña meta como lo era salvar a alguien.

Por otra parte el hombre que se dio cuenta primero de todo corrió como si su vida dependiera de ello, su pecho acelerado y agitado le exigía que parara y descansara, más no fue capaz de otorgarle a su organismo lo que le pedía, incluso antes de que llegara y tocara la puerta a medio camino se estampo contra el cuerpo rígido del príncipe, quien en cuanto noto el cambio del ambiente no pudo evitar apresurarse hacia la habitación en la que dejo a su hermana.

Atemorizado el demonio dio dos pasos hacía atrás, aguardando distancia entre los dos—Príncipe, su herma-ana—murmuro intentando explicar algo que ni siquiera el había comprendido, durante años el infierno fue fuego, era la primera vez que veía hielo.

—La habitación en la que se encuentra la señorita Eiza, se ha congelando por completo—habla el hombre lo más rápido que su lengua se lo permite, Jordán tampoco puede entender, piensa que talvez se deba al castigo de los que están por encima de él, pese a ello, tampoco puede perdonarlos—En estos momentos se esta intentando abrir la habitación.

Tras escuchar estas palabras el joven se teletransporta inmediatamente hacía el cuarto donde la dejo descansar, el no imagino que el castigo fuera de ese modo, sabe que se comporto de manera un poco fría y desinteresada en el momento que ella rompió sus reglas por él, más en su cabeza nunca llego la idea de lo grave que podía ser la situación para su hermana.

Los pasos del príncipe resuenan por todo lo largo del pasillo, los guardias se hacen a un lado cuando escuchan su llegada, permitiéndole así poder observar la situación, ante sus ojos esta presente una habitación hecha hielo, es un tipo de hielo impenetrable, sin pensarlo dos veces enciende la llama del infierno, tiene que derretirlo a como de lugar, no puede dejar a su hermana encerrada en hielo.

Sus pensamientos le hacen solamente sentirse cada vez más culpable de lo que le ha sucedido a Eiza.

Si tan solo me hubiera quedado a tu lado.

Si tan solo hubiera pensado en que tan grave sería tu castigo, te aseguro que no habría actuado de esa manera.

Si hubiera dejado mis pensamientos egoístas por un rato y hubiese pensado en ti, que estabas enfrente mio, preocupándote por salvarme

¿Esto no habría sucedido?

Las llamas alrededor del hielo, son un intento en vano, no calientan lo suficiente para derretirlo, el dueño del hielo que ha congelado la habitación es uno de los pisos superiores del inframundo. El infierno cuenta con aproximadamente nueve pisos, entre estos cada piso es superior al que se encuentra por debajo de él, Jordán se adueño del piso numero uno, más no es dueño de los otros ocho existentes, cada piso tiene un gobernante y una manera diferente de gobernar.

Vamos descongela—murmura cada vez que incrementa el fuego, aprieta sus dientes lleno de frustración ante lo inesperado.

Los demonios por segunda vez pueden ver la desesperación de su gobernante a través de sus acciones irrazonables y los intentos sin rendirse que hace por derretir el hielo sin resultado alguno. El tiempo pasa y con más fuerza Jordán incrementa el fuego, aunque es cansado no piensa rendirse, no piensa retroceder.

¿Quién demonios fue?

Claramente no ingreso al piso, necesitaría mi autorización para entrar.

¿Como rayos hizo esto?

Inclusive si han transcurrido ya más de media hora y él no es capaz de ver el tiempo que invirtió sin respuesta favorable, por el contrario, sigue esforzándose.

Una mano se deposita en uno de los hombros del príncipe, el agarre es un poco fuerte, Jordán voltea y detrás de él se encuentra Ethan parado mientras niega rotundamente ante el esfuerzo que hace.—Detente—sin embargo aun con estas palabras no puede detenerse, continua ampliando la velocidad y el calor del fuego, haciendo oídos sordos a todo lo que lo dice Ethan, de pronto la voz elevada de él le hace frenarse—BASTA, POR UN CARAJO—escupe sin respeto alguno con los completamente rojos.

Ethan no es de los que pierdan la calma con tal facilidad, nunca la ha perdido ante ninguna situación, siempre se mantiene sereno ante cualquier adversidad, es la primera vez que pierde la tranquilidad delante del príncipe y de otros.

—¿Qué es lo que quieres ahora?—cuestiona con molestia, su voz es fría y fuerte—si no vas a ayudarme tan siquiera no te metas en mi camino, NO me estorbes—sisea remarcando la palabra NO ferozmente, su actitud es diferente a la que durante todos esos años ha mostrado, esto sorprende a los otros demonios.

intenta acercarse a él para frenarlo, más el poder que expulsa no se lo permite.

Esta perdiendo su control sobre su poder, y es algo de lo que ni siquiera de ha dado cuenta, los habitantes en el reino sienten el aura tenebrosa les rodea, es una tortura para muchos, inclusive sus propios guardias terminan de rodillas al no poder mantenerse de pie enfrente suyo, Ethan apenas es capaz de resistirlo.

Si Jordán sigue de esa manera, sera él mismos quien conduzca al imperio a la perdición.

Ese simple pensamiento no deja tranquilo a Ethan.

El fuego se expande a través del hielo, el suelo, las paredes, muy rápido se encuentra consumiendo lo que encuentra a su paso y a pesar de que el príncipe comienza a mostrar signos de cansancio sigue manteniendo a la llama del fuego más encendida que nunca.

...

—DETENTE—ordena a gritos Ethan, no puede seguir observando, incluso si no quiere pelear con él, debe detenerlo—Estas arrasando con todo, ¿sabes cuanta gente vive en este lugar?—cuestiona con ira, no puede evitar pensar en todos aquellos que pueden morir porque el fuego sigue incrementando.

El puño de Ethan se estrella contra el rostro del joven y este cae al suelo, no por él golpe que Ethan le ha propiciado, sino por el agotamiento a causa de utilizar demasiado tiempo su poder, además el costo de hacerlo es el cansancio, la llama del infierno consume mucha energía, más que cualquier otra, porque es un fuego muy especial, a diferencia de otros es capaz de quemar cualquier cosa que se encuentre por debajo de el, más no es el mas poderoso, existen otros que son superiores.

Jordán cae de rodillas inconsciente, solo en ese momento Ethan se da cuenta que todo ese rato estuvo haciendo uso de su poder sin tener consciencia, ni siquiera sabe en que momento el no tuvo más fuerza para mantenerse despierto. En ese instante todo cesa, el fuego se comienza a apagar e incluso los restantes no son capaces de hacer daño.

El príncipe del Inframundo[#4]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora