Capítulo veintiséis

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El príncipe también lo sabe, es consciente de la verdad en las palabras de su hermana menor, además eso es lo que ha aprendido a lo largo de todo este tiempo pero hay que reconocer una cosa sumamente importante..

"Saber es totalmente distinto a aplicar"

El saber es algo de lo que tenemos conocimiento, podemos conocer cuantas estrellas hay, podemos teóricamente saber como realizar una minima acción, pero, aplicar ese conocimiento es muy distinto a solo conocer la teoría. Por supuesto, ambas se fundamentan y son capaces de crear armonía como ningún otro.

No obstante si el conocimiento adquirido no se aplica es como no haber aprendido nada después de todo, es como llegar con la mente en blanco a un salon de clases y esperar responder las preguntas que se hacen sin tener la minima idea del tema, y aunque el príncipe lo sabe le es difícil aceptar que hasta un ser como él tiene lo que solo los humanos deberían poseer.

Ser fuerte no es ser invencible, ese es otro hecho muy cierto, que suele ser olvidado cuando estamos a costumbrados a confiar en el poder que tenemos, esto sucede por nuestras batallas ganadas, la seguridad que nos trae puede hacernos olvidar que existen seres más poderosos que nosotros y sobre todo tener conocimiento no te hace más que otro, pese a ser muy complicado de entender.

...

[En otro sitio]

La mujer sentada enfrente suyo cruza las manos sobre su pecho en estado de confusión, no es capaz de creer la acción que su amo ha realizado por su enemigo, entrecierra los ojos con sospecha y finalmente de sus labios sale un—No lo entiendo, no entiendo lo que planeas—dice haciendo una mueca leve.

Gira en el asiento giratorio mientras observa todo lo que se encuentra alrededor de ella, no parece haber ningún cambio, ademas se encuentra pensando en las diversas razones posibles que tuvo el hombre frente a ella para brindarle ayuda a su enemigo.

—Dices y actúas como si le odiaras, sin embargo, le has ayudado—murmura—Explícamelo, pudiendo intervenir para hacer lo contrario, le has brindado ayuda.—señala con dureza la mujer sin comprenderlo.

El hombre sin preocupación alguna se suelta riendo, su risa resuena en toda la habitación, seguido se sienta cómodamente en uno de sus muebles, disfruta de la comodidad de este, se sirve un un poco de alcohol, saborea lentamente con su papila gustativa el grandioso sabor de su vino y pronuncia de manera lenta al acabar de degustarlo—¿Ayudar?—se cuestiona así mismo el varón, luego niega agitando su cabeza lentamente y de manera seria—te has equivocado, yo no le ayudado a nada—susurra dejando su copa en la mesita frente al mueble—No hago nada, si no me beneficia, que tan poco me conoces.

Menciona el hombre con una enorme sonrisa, esta no puede borrarla, la emoción de lo que espera se encuentra próximo, no hay manera para que no este tan contento por la situación. Dos próximas guerras que le harán perderlo absolutamente todo, de eso él esta demasiado seguro.

—¿No lo habías pensado?—le cuestiona a la mujer de manera burlona, su tono demuestra lo divertido que esta por la escena que presencia, se inclina levemente hacia la mesita, toma su copa con la mano derecha, bebe profundamente hasta vaciarlo, esto lo hace bajo la atenta mirada de la dama quien en silencio observa cada uno de sus movimientos en espera de que finalice su bebida y continue con la explicación, cosa que el hombre no realiza.

Le mira servirse nuevamente otra copa y beber sin indicio alguno de proseguir con la conversación anterior.

—¿No puedes decirme?—le pregunta la dama reclinándose un poco en su asiento, realmente quiere estar enterada de los planes de su amo, quiere saberlo todo en absoluto para ser de ayuda, quiere brindarle apoyo y ayuda suficiente, desea ser util, sino no tendría sentido alguno su existencia. Para alguien como ella su maestro es su mundo entero sino puede servirle lo mejor seria desaparecer.

El hombre le mira seriamente, con la copa en mano hace una leve mueca, pese a su disgusto por las palabras de ella, se esfuerza en decirle aunque sea un poco solamente para este satisfecha y siga trabajando a su lado tal y como lo ha echo desde antes.

Si hubiera realizado lo contrario, le estaría mostrando que temo a su encuentro con su pequeña hermana—murmura agitando su mano izquierda el hombre—es como decir, que aquello importante por lo que esa tipa aposto su vida contalde poder decirlo es de suma para el futuro próximo, cosa que realmente no vale nada, inclusive si es un poco de información, no deja de no tener valor, no importa si ese joven posee algún conocimiento del futuro, este siempre es cambiante y nada es certero en el—se encoje de hombros deliberadamente—así que no me interesa, de igual manera le causo muchas mas interrogantes.

Sobre todo le demuestro fácilmente el poder que tengo conmigo mismo al poder entrar y actuar como si fuese uno de los suyo—habla fríamente y eleva las comisuras de sus labios hasta formar una sonrisa complacida—¿entiendes?

La dama asiente tras haber escuchado las razones de su maestro, pero, tiene algunas dudas, no, tiene más que desde el principio.

¿Cual es el motivo de tal empeño del maestro en ese joven?

El maestro solamente habla de arrebatarles todo delante de sus ojos, de que lo pierdan absolutamente todo de manera lenta, que sea tan doloroso como se pueda para mostrarles como él se sintió, se que busca vengarse, se que una mala mujer le prometió algo que nunca cumplió.

Pero ¿porque siento que hay más detrás de lo que el maestro dice?

¿Qué es lo que en verdad sucedió, que fue lo que le llevo a este punto?

Cientos de pensares quedan en la mente de la dama sin poder cuestionarle más a su maestro, temiendo a verlo enojado, debido a esto asiente forzadamente más por compromiso que por gusto.

—Que bueno que lo entiendas—susurra el hombre sin verla, se concentra en su copa otra vez vacía y vuelve a servirse nuevamente, la mujer se acerca y le sirve el vino, trata de mostrarle su lealtad más que nada.

Toma la botella y la reclina sobre la copa, en cuestión de segundos su maestro tiene la copa pegada a sus labios mientras saborea la dulzura del vino, pese a ello su voz ronca cargada de dureza y sus ojos fríos la miran sin piedad—No vuelvas a preguntar cosas innecesarias—comenta para beber de su copa de nuevo.

Esto le causa miedo, aunque suele enojarse a veces nunca se ha enojado con ella, la dama siente que ha rebasado los limites de su maestro y esto no solo la apena sino también la entristece. Su amo es su centro de todo y siente que le ha fallado.

Pero...

¿Quien era ella y él? ¿Porque quería venganza?

Aunque estaba normalmente, no, toda su vida junto a él, se encontraba en un gran dilema, no sabía la razón especifica del odio de su maestro hacia el joven demonio, es que le resultaba tan contradictorio entenderlo, su maestro a veces le miraba con apreciación y orgullo, en otras ocasiones le miraba con un profundo odio, uno que pareciera que perforaría a cualquiera que recibiera esa mirada en el justo instante en que sus ojos se fijaran en el cualquier objetivo.

El príncipe del Inframundo[#4]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora