Capítulo treinta-dos

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En el interior de la habitación justo en el suelo se encuentra un vaso roto y un joven sentado sobre la cama con extremada palidez, una mucho mayor a la de los demás demonios, si piel se ve rígida y sus ojos oscuros demuestran un tanto de cansancio, inclusive el mismo es capaz de sentir el cambio.

Los recuerdos de los sucesos poco a poco le golpean.

*Flashback*

Su hermana con urgencia vino al inframundo, pidió que le dejaran ingresar e incluso quiso hablar con él a solas, en cuanto la vio se preocupó demasiado, su hermana no es de las personas que acude a él, ella resuelve sus propios problemas por ella misma sin involucrar a nadie, dado esto, su presencia fue extraña.

Una vez que estuvieron frente a frente se dio cuenta que Eiza estaba sumamente nerviosa, en ningún momento dejo de mirar a los alrededores cautelosamente, de igual manera le era imposible poder expresarse, la primera oración que salió de sus labios fue extraña—sabes que existen reglas ¿cierto?

Las demás cosas que menciono, no eran algo que él quisiera escuchar, Jordán era consciente de la habilidad de su hermana e incluso las consecuencias, más no pudo detenerla, pensó que, si la ignoraba y hacia caso omiso a lo que dijo, no sería sancionada, sin embargo, en cuanto ella finalizo el dolor vino a su cuerpo, pese a que intento aguantarlo sola no pudo, él la abrazo en consuelo, pensó que sería simple y ese fue su más grande error.

Creyó que descansar le haría bien, sin embargo, llevarla a esa habitación fue mala idea, no sabe cómo, ni quien fue, no obstante, es claro que fue uno de los pisos superiores.

*Fin del flashback*

Las manos del príncipe suben a los lados de su cabeza, se sostiene con fuerza y frunce el ceño, la primera pregunta que sale de sus labios a través de sus cuerdas bocales no sorprende a Ethan quien se encuentra ya parado a lado de la puerta viéndole desde algo lejos—¿Y mi hermana?—cuestiona tan pronto como puede, tan rápido como su lengua puede moverse, es un poco difícil de entender pero Ethan lo logra comprender, sin embargo, no hay respuesta por parte suya, no sabe que decirle, este vampiro permanece en silencio, detrás de él aparece el mayor, este sujeto no se atreve a entrar, ni siquiera a mirarle—¿Dónde está mi hermana?—el grito del joven resuena en toda la habitación, su eco se alarga y se pierde entre las paredes, no hay respuesta alguna por segunda ocasión.

Al ver que ninguno de ellos le iba a contestar, se dispuso a ponerse de pie, no obstante, al momento en que lo intento fue capaz de darse cuenta que su cuerpo no le obedecía, sus piernas inmediatamente al instante en que se pusieron de pie perdieron toda estabilidad, jalándolo hacia abajo, el joven príncipe se desliza hasta el suelo quedando de rodillas a lado de la cama de lado a una mesita, parecía que no hubiera caminado en años puesto que sus piernas no fueron capaz de responderle, Ethan acudió rápidamente a él dispuesto a ayudarle a reincorporarse de pie y hacer que tomara asiento en la cama.

Cuando las manos de Ethan sostuvieron su cuerpo, la mano de Jordán le empujo negándose a que este le brindase ayuda, no quería que nadie se acercara a él, apoyándose sobre la mesita que estaba a un lado pudo lograr sentarse sobre la cama nuevamente, la habitación fue silenciosa, nadie tenía nada acerca de qué hablar, solo estuvo presente la mirada dura y severa del príncipe que estaba por explotar sobre ellos.

—¿Dónde está mi hermana? —volvió a cuestionar, pero esta vez mucho más fuerte que en la primera y segunda ocasión que les pregunto, quería una respuesta, fuera la que fuera, él realmente quería escucharlo sin importar que tan mala sea la respuesta que saliera de sus labios. —¡Hablen, por un carajo! —dijo explotando el joven mientras les fulminaba con la mirada, si esta fuera capaz de matarlos, ya estarían en la otra vida.

El príncipe del Inframundo[#4]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora