Cigoñal

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He oído a mis padres teniendo relaciones. He oído incluso a mi madre riendo entre tanto; espero no haber heredado el problema de mi padre.

Siempre que mis padres pasan unos días separados, mi padre prepara langostinos a la plancha con yogur y lima a modo de afrodisiaco las noches de reencuentro. Mis padres viajaron a Goa antes de que yo naciera y fue allí donde probaron este plato.

—¿Te acuerdas de cómo cogían las limas directamente del árbol? —pregunta mi padre, sabiendo que mi madre lo recuerda—. ¿Y el olor a mar y el de las limas en estado de descomposición?

Me imagino un olor igual al de una tienda de Body Shop.

—Los langostinos eran frescos, pescados aquella misma mañana —me cuenta mi padre.

—No entendíamos por qué los langostinos eran de color gris. —Mi madre se vuelve hacia mí—. Los langostinos crudos son grises —dice.

Un bebedizo es un mejunje que estimula el deseo sexual. Mi padre le sirve a mi madre vino tinto y, en lugar de decir «basta», ella se limita a sonreír. En estas ocasiones me sirven también a mí una copa pequeña de vino. El alcohol puede actuar asimismo como sedante.

Los oigo a través del fino entarimado del suelo.

Mis padres empiezan riendo y charlando. Pasan siete minutos, en su mayoría en silencio, pero interrumpidos de vez en cuando por mi padre hablando en voz baja, como un radiador que rezonga. Es el juego previo.

El padre de Jordana tiene una colección de vídeos tremenda. Ella nunca ha oído a sus padres manteniendo relaciones. Él guarda los vídeos en una bolsa de basura en la estantería más alta del armario de la habitación. El ejemplar de El kamasutra de Vatsyayana de mis padres no tiene ni siquiera ilustraciones; habita en la librería de la sala de estar. En la misma estantería puede encontrarse también un libro titulado Praga a tu alcance y ¿Toco demasiado fuerte? Memorias de un músico de acompañamiento.

Entre el juego previo y la penetración se produce un breve periodo de transición. Llegado este punto, oigo la transferencia de peso, el gemido de la cama, el suspiro del colchón.

El kamasutra de Vatsyayana fue traducido al inglés por un señor llamado Richard Burton. En un apartado titulado «Los hombres que tienen éxito con las mujeres», el libro afirma que «los hombres que conocen sus puntos débiles» conseguirán a todas las mujeres. Mis dos principales puntos débiles: el rounders[5] y animar a Jordana a prenderle fuego a todo. Me ha quemado el pelo de las piernas y quemó también el Evening Post y un viejo árbol de Navidad seco que prendió como un motor de avión.

Otros grupos de hombres que tienen éxito con las mujeres: «Los hombres que disfrutan con los picnics y las fiestas de placer». Odio los picnics. También «Los hombres versados en la ciencia del amor». El amor es una ciencia.

Coito. Dura diez minutos. Cuando practica el sexo, mi madre parece como si estuviera recibiendo un masaje de los tejidos profundos. ¿Está teniendo un orgasmo? A buen seguro mi padre no sabría decirlo.

Cuando terminan, mi padre, comprensiblemente, parece sentirse liberado. Ha superado en dos minutos la media nacional. Dormirá bien. 

He hecho un poco de investigación en tantra.com. Resulta que el tantra transporta tu sexualidad desde el plano del hacer al plano del ser. Puede prolongarse hasta quince horas.

Esta noche viene Jordana a casa. Le prepararé la cena. He comentado mis planes incluso con mis padres. En esta primera fase del proceso estoy haciendo lo posible por minimizar cualquier contacto entre mis padres y Jordana. Mi madre me dijo que mi idea era algo «increíblemente encantador» y prometió llevarse a mi padre a pasar la velada fuera.

Submarino, Joe DunthorneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora