Botánico

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Jordana debería mostrar cierto interés a estas alturas. Hace ya bastante tiempo que la dejé colgada. No ha vuelto por el colegio desde que su madre ingresó en el hospital.

La llamé y se puso su padre. Me pareció que estaba encantado de oírme. Sin que yo diera pie a ello, hizo mención de sus emociones.

—Qué tal, colega —dijo—. Hace bastante que no sabemos de ti. Pero no te preocupes. Jordana está muy liada. Todos estamos pasando unos momentos muy duros.

»La primera operación fue bien, pero los médicos han dicho que necesitará otra intervención, solo para asegurarse de que lo han extirpado por completo.

—Oh, entiendo —dije.

Quedamos para encontrarnos en Singleton Park para realizar de nuevo el recorrido que solíamos hacer cuando paseábamos a Fred. Las costumbres resultan reconfortantes en tiempos difíciles. Llego temprano y espero sentado en el banco que hay junto a la entrada norte. Como regalo, le he traído una caja de sus cerillas favoritas: Swan extralargas.

La veo cruzar la verja; me sonríe en cuanto me localiza. Continúa caminando sin dejar de sonreír; entorna los ojos. Va vestida con unos pantalones militares caqui y zapatillas deportivas de color rosa. Y su camiseta de enseñar el ombligo con una delirante cara sonriente estampada. Lleva el pelo recogido en lo alto de la cabeza, como un samurái.

—Holaaa —dice.

—¿Qué tal? —digo.

Noto en el pecho una incómoda tensión, como si estuviera llenándome de espuma aislante. Me doy cuenta de que hace mucho que no veo a Jordana. Si ves que está llamándote constantemente, intentando quedar contigo y diciéndote que te necesita, lo único que puedes hacer es ignorarla. Hice lo correcto; lo hablé con Chips. La espuma me llena los pulmones.

Me levanto. Miro por encima del hombro de Jordana. Nos abrazamos.

—Te he echado de menos —dice.

La espuma se endurece, asciende hacia mi garganta.

Acerco los labios al vello aterciopelado de su nuca. Tiene la piel suave, clara y menos seca de lo habitual.

—Lo siento mucho. He estado desaparecida —dice.

Hoy habla con un acento marcadamente galés.

—Dios —dice, apretujándome—. Cuánto necesitaba un cwtch.

En condiciones normales, le mencionaría otras palabras carentes también de vocales. Syzygy significa alineamiento de tres objetos celestes.

Noto la boca y la barbilla agarrotándose.

Nos separamos para mirarnos. Asimilo su diafragma, sus brazos, su cuello y sus pies.

—Te envié un e-mail —dice.

—Sí —digo.

Caminamos en silencio cogidos de la mano. Pasamos junto al lago, por delante de la casita suiza, cruzamos el círculo de piedra. Subimos hacia el jardín botánico, zambulléndonos en las sombras y emergiendo acto seguido a la luz del sol, las siluetas de las copas de los árboles se perfilan sobre el camino. Hay pájaros que aúllan como un lobo.

—Sé que últimamente he estado un poco como en la luna —dice.

Caminamos. Soy un poco más rápido que ella, razón por la cual me detengo cada ocho pasos y digo para mis adentros la palabra «meduloblastoma» para que se sitúe a mi altura.

—Mi padre está hecho un desastre. Y el otro día vino la policía a casa con mi hermano. Por lo que se ve, estaba con sus amigos montando a caballo por Kingsway.

Submarino, Joe DunthorneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora