Papá por Accidente.

Capitulo 2

Estábamos llegando a mi trabajo los gemelos comenzaron a pelear en la parte trasera de la camioneta poniédome los pelos de punta. Mis hijos eran agresivos.

-¡Mamá! -gritó Diego.

-¿Qué, Diego?

-León quiere preguntar algo pero piensa que te vas a enojar.

-¿Por qué siempre dices lo que te digo? Rompes las leyes de hermandad.

-¿Qué pasa, León? -traté de sonar lo más madura posible, como una madre; pero era inevitable no reír cuando tenía dos hijos a los 25 años y eran malditamente revoltosos.

-Te enojarás -murmuró.

-¡Vamos León! No me enojaré por una pregunta.

-¡Ni sabes cual es!

-Bueno pero... es... no me puedo enojar contigo -dije confundida- Lo prometo.

-¿Dónde está papá? -preguntó Diego.

Genial, he esperado esta pregunta desde que comenzaron a hablar y a decir las primeras palabras, incluso para los días del padre ellos no lo nombraban o hacían regalos en la escuela. Tenía la respuesta en mi cabeza hace mucho tiempo "Se fue, y no sé donde está" Pero ahora que ha llegado el momento de decirla no quiero, si le digo eso a estos dos niños de nueve años, posiblemente odien a una persona y a su edad es malo odiar, más aún a alguien que no conocen. Jorge no se había ido, yo lo dejé ir sin decirle una maldita palabra sobre mi, en ese entonces, posible embarazo. Quizás si le hubiera dicho todo sería distinto y genial, pero no lo hice. La mayoría de las noches comienzo a pensar en él, no sé si quería o no ser padre joven y si habría aceptado a mis gemelos, ¿Y si lo hubiera hecho? Que mis hijos no tuvieran un padre era totalmente mi culpa.

-Está bien, mamá -habló León. Pude notar la desilusión en sus ojos mieles.

-Tampoco Amanda tiene papá -habló Diego dirigiéndose a su hermano.

De los dos Diego siempre ha sido el más fuerte (A su corta edad), busca para todo una respuesta inteligente y rápida. Siempre he sido más cercana a León, León siempre me cuenta las cosas que piensa que estan mal, o si tiene algun problema, tampoco le importa llorar en frente mío. Diego sí, las únicas veces que lo he visto llorar es cuando se golpea muy fuerte o algo no resulta, León en cambio, lloraba porque Diego mataba a las hormigas o porque pisaba a Santa. Tan iguales y a la vez tan distintos.

-¡Mamá detente! -frené de golpe cuando escuché el grito de Diego.

-¿Qué pasa? -pregunte alarmada.

-Te has pasado de tu trabajo.

-Oh-susurré. Vi hacia los lados, realmente me había pasado de las oficinas. Comencé a retroceder y cuando encontré un lugar para aparcar el auto, lo hice y nos bajamos.

Sonreí al ver a los gemelos con los bolso en sus espaldas. Siempre estaban con ellos y, estupidamente solo tienen chocolates y autos. Tome la mano de cada uno y caminamos a los ascensores. 16 plantas era imposible subirlas por escaleras.

-Date prisa Martina, la chica te ha estado esperando hace minutos -habló Mercedes- Y está con un tipo buenísimo -murmuró en mi oído- ¡Hola pequeños! -sonrió y se hincó para poder besar la mejilla de los gemelos, cada uno con una sonrisa en su rostro. Ser besados por Mercedes era un sueño para los gemelos.

Caminé hasta mi oficina y pase directo a la silla detrás del escritorio.

-¡Estás bromeando! -gritó la chica- ¡Eres Martina! -levanté la cara y lo que temí al escuchar su voz se volvió realidad.