Unos presuntos nuevos enemigos.

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A pesar de siempre estar en constante movimiento.

Entrenando, estudiando, etc...

Muchas veces le gustaba hacer el vago.

Mierda, después de todo para eso existen los sábados y domingos...

Para descansar.

Sin embargo, allí me encontraba.

Haciendo las compras...

Si, apuesto que cualquiera creería que estaba haciendo algo heroico.

Pero no.

Aunque supongo... Que hay que ser justos.

Además de que me tocaba reclamar los alimentos para la clase que mensualmente da la academia.

Tenía que curarme con urgencia las heridas que me provoco Todoroki.

Dios... Se deshizo de mi bonita camisa de la academia... De las pocas que me quedaban.

Todo sería más fácil si iba a la enfermería.

Si no fuera por All Might, que le prohíbo estrictamente no atenderme ni a Shinso ni a mí.

Que hijo de...


-Chico? ¿Me estas escuchando? - La cajera de a farmacia me veía confundida e irritada.

-Perdón?

-Te estaba preguntando si eso era todo. - Dijo tras un suspiro.

-Si. Lo siento, gracias.

-Adiós...

Abandoné a farmacia lo más rápido que pude, considerando de que había gente mirando con poca paciencia.









-Dios... Juro que sigue ardiendo... - Mientras iba caminando por la ciudad, no podía parar de sobarme el brazo.

Por suerte a quemadura no será tan visible, al menos no tanto como la otra.

La de... Nacimiento? Seguía sin saber de donde salio.

Por suerte vi una máquina expendedora. Además de estar sediento por la espera, la idea era que este lo suficientemente helada para aliviar mis heridas.

El problema era que estaba enfrente, en la otra calles. En un lugar muy transitado.

Estando enfrente metí unas monedas a la maquina... Sin embargo, me puse alerta debido a los gritos y bocinas.





Solo atine darme a vuelta para encontrarme un furgón, estrellándose directamente sobre mí.















Si... En pleno día, plena ciudad Musutafu, Japón.

El golpe no fue tan fuerte como esperaba, debido a que el vehiculo estaba frenando. Simplemente sali volando, estrellandome. Muy probablemete, todas mis heridas se abrieron y tendre algunos huesos rotos...

Lo peor fue el golpe final contra la pared, pude sentir como incluso reboté contra ella.

Solo pensé en algo.

Esto claramente no fue un accidente.





Mi teoría se confirmó al ver como se bajaban distintas personas del furgón, con mascarillas de cuervo.


Chisaki...


Me puse la capucha y con dificultad saque mi propia mascaría de meta de mi bolsillo, siempre la llevaba por si acaso.

W O R T H L E S SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora