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-¿Estas lista?-

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-¿Estas lista?-

Sunhee se coloca la gorra negra de su papá y asiente -Estoy lista-

-Si de esta situación no salimos vivos, quiero que sepas que te amo mucho- Seungcheol se limpia una lagrima imaginaría.

-Yo también te amo papá- le sigue el dramatismo Sunhee que limpia sus mejillas de lágrimas imaginarias.

El mayor asinte y se coloca la capucha de su abrigo negro. Lleva sus manos al frente formando una pistola con ellas y entra a la cocina seguido de Sunhee que lo imita.

En la isla de la cocina pueden reconocer su objetivo y sonrien mirándose. Sunhee se acuesta en el suelo arrastrándose sobre el azulejo blanco. El pelinegro lo piensa por tres segundos pero también termina en el suelo arrastrándose como si de un soldado se tratara.

Llegan a la isla donde acuclillados vuelven a asentir y se asoman lentamente.

La mesada de mármol blanco es lo primero que ven pero a los segundos encuentran el frasco de galletas de chocolate negro y chips de chocolate blanco. Seungcheol marca sus hoyuelos y Sunhee se pone de pie con una sonrisa amplia.

Ambos extienden sus manos a su objetivo para huir con el frasco pero faltando milímetros para lograrlo, una lluvia de nieve artificial y espuma de afeitar les cubre el rostro.

-¡Ja!- exclama Jihoon orgulloso mientras también se endereza del otro lado de la isla -Les volví a ganar- lleva el aerosol de nieve cerca de sus labios y lo sopla como si fuera un arma de fuego disipando el humo.

-Yo sabía que debíamos ir por el otro lado- se queja Sunhee formando un puchero.

-La mente maestra del mal- murmura Seungcheol mientras limpia la espuma y nieve de su rostro con una servilleta mirando a su pareja.

Jihoon sonrie ampliamente y se lleva el frasco de galletas a uno de lo almacenes -Y como ganó la mente maestra del mal, ustedes ponen la mesa y lavan los platos-

El castaño abandona la cocina y Sunhee mira a su papá pelinegro con medio rostro limpio.

-Debiamos ir por el otro lado- admite Seungcheol.

Sunhee asinte orgullosa y ambos caminan al lavaplatos donde limpian su rostro para después buscar los platos y cubierto para almorzar.

La vida había cambiando mucho en los últimos seis años. Los cambios habían surgido en todas partes para Sunhee, no solo es su cuerpo, también es su día a día. Pero esos cambios amaba.

Se habían mudado a una casa un poco más alejada de la ciudad. Con un patio grande donde el césped verde daba vida junto a las flores a los costados. En el patio trasero Seungcheol había instalado un columpio de tres asientos donde pasaban muchas tardes los tres allí. Una parilla que era la más amada por el pelinegro y una mesa y sillas de madera donde almorzaban o cenaban los días cálidos. Por dentro de la casa era amplia y muy iluminada con una sala con un gran televisor de pantalla plana donde disfrutaban los días de cine de noche tomando helado y comiendo galletas preparadas por Jihoon. La cocina era blanca con muebles y una isla de mármol y banquetas donde disfrutaban en los desayunos.

Los cambios también habían llegado en las fiestas y cumpleaños. Ya no saludaba a Jihoon solo, ahora también tenía mucho más cerca a Seungcheol que la seguía recibiendo con abrazos abiertos.

Los sábados se despertaba más temprano para poder despertar a sus padres para solamente quedarse bajo las mantas comiendo dulces y los domingos, disfrutar hacer galletas para comer en la semana.

Era valorar esos pequeños momentos que se volvían especiales.

Ver como Seungcheol ayudaba a Jihoon a alcanzar las encimeras más altas o ver como el castaño ayudaba a Seungcheol en cosas simples como elegir un auto nuevo o que frutas comprar en el supermercado, eso la hacía sonreír. La conexión que tenían, que suspiraban al verse, se decían cuanto se amaban con la mirada o los detalles de acariciar sus mejillas o cabello.

Sunhee se había acostumbrado a decir "sus padres". Ya no era una palabra en singular. Estaba descubriendo cómo era Seungcheol como padre.

Y era genial en ello.

Con sus forma de hacer reír a cualquiera y su carisma divertida. Tenía esa personalidad que podía actuar como un niño más pero también regañarla si era necesario. Una combinación perfecta que se completaba con Jihoon.

Con el tiempo se volvió mucho más centrado y sonriente. Seungcheol y Sunhee provocaban esas sonrisas.

Había logrado tener su propia pastelería y había sido un cambio grande. Tenía a Wonwoo, compañero de su escuela de repostería, que era parte de su local. Un modesto edificio con tonos rosa y celeste. Tenían mesas para poder degustar los postres con un café o té. Para Jihoon era perfecto así. Había logrado colocarse como una gran pastelería gracias a los buenos comentarios.

Recibían pedidos de pasteles semanalmente para todo tipo de evento, cumpleaños, casamientos, aniversarios y hasta despedida de solteros o divorcios. Las galletas, tartas y cupcakes tampoco quedaban atrás en la lista de lo más pedido.

Desde hace tiempo también formaban juegos los cuales era bastante alocados para otras familias.

Una tarde había llegado Seungcheol con polvos de colores y terminaron en una guerra entre los tres tirandosela y dejando el césped y las paredes como un arcoíris. Dos días pasaron para que se quitara correctamente pero había desaparecido. También habian llegado a jugar con pistolas de pintura pero terminó perdiendo Seungcheol por estar distraído mirando a Jihoon y el castaño por buscar a su hija. Sunhee ganó y obtuvo tres galletas como postre.

Y esa pequeñas cosas eran las que Sunhee se había acostumbrado de la mejor manera.

Así era una familia donde podría haber problemas pero siempre encontraban la solución. Donde se tenían el uno al otro en cualquier ámbito de su día a día.



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Perdón por los errores
y horrores de
ortografía.

Papá Seungcheol 2 → Jicheol ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora