Capítulo 24

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Mackenzie me besaba y en lo único que podía pensar era que el tiempo se había detenido para mi.

Bueno, mas que detenido, el tiempo había regresado cinco años atrás, cuando tenía apenas 18 años y la vida era muy distinta a lo que es ahora. Un momento de mi vida en donde yo era un imbécil tan superficial que no podía si quiera imaginarme así con ella, me había costado mucho aceptar que una persona como Mackenzie podía llegar a atraerme, y mucho mas aceptar que mis sentimientos iban mas allá de algo físico, por no decir que me quedé enganchado de esta persona años y años después de que se fuera. 

Como sea, besarla me recordaba a esos momentos, donde también lo hacíamos a escondidas, hecho que le daba al momento una pizca mas de diversión, que se que está mal, pero al fin y al cabo no podía negar que era mas emocionante.

Sin mediar palabra, solo nuestros labios sobre los del otro y nuestras manos que no dejaban un centímetro sin explorar, caminamos despacio y casi sin darnos cuenta desde la puerta de mi apartamento hasta el pequeño y corto pasillo que llevaba a mi habitación.

Ni siquiera encendimos la luz, pero la puerta quedó abierta y la luz de la sala se colaba un poco, por lo que la vista no se dificultaba para nada.

Estaba mal, todo eso estaba mal pero lo seguíamos haciendo.

En el momento no dijimos nada, quizás por el miedo de que soltarnos y mirarnos a los ojos nos llevara nuevamente hacia la realidad y todo aquello terminara porque la culpa podía mas, así que creo que ninguno de los dos quiso arriesgarse y es por eso que Mackenzie me tomó del cuello de mi camiseta y me tiró sobre ella mientras apoyaba su espalda en mi cama. 

Mi cama, que jamás se había imaginado tener a Mackenzie encima, porque hasta hace pocos días era un concepto muy lejano que no creí que volviera a hacerse realidad.

Pero aquí estaba, besándome sin parar, y yo colocando mis rodillas una a cada lado de su cadera, con ambas manos enganchadas a cintura, sabiendo que era demasiado tarde ya para que alguno quisiera parar.

Quizás no, quizás si lo pienso hoy nunca hubiese sido demasiado tarde para parar. Podíamos haber estado ambos totalmente desnudos y aún así cualquiera de los dos se podía haber hecho hacia atrás y evitar que las cosas empeorasen, pero creo que si me convenzo a mi mismo de que no había vuelta atrás, entonces la culpa me comería un poco menos de lo que en realidad lo hace.

Ella fue la primera que tiró de mi camiseta hacia arriba, y como pude me la quité, regresando mis manos rápidamente hacia ella, que me miraba con los ojos llenos de deseo, quizás irradiando algo parecido a lo que los míos irradiaban en ese momento también.

Estando así con Mackenzie, y aunque en el pasado nos hubiésemos acostado muchas veces y en muchos sitios, se sentía como esas primeras veces que tienes relaciones sexuales con una persona que todavía es un extraño para ti, en las que ninguno habla y no tienes la confianza suficiente para hacer chistes o reírte de algo mientras, o donde tampoco sabes lo que le gusta al otro entonces no tienes idea de por donde comenzar, o donde tocar, o si jugar un poco y tentar a la otra persona o ir directamente al asunto. 

Era extraño, pensé que volvería a sentir aquella comodidad de hacer y decir lo que quisiera, pero no se sentía como cuando teníamos esa conexión cinco años atrás. Supongo que el tiempo tiene algo que ver con eso.

Para mi sorpresa, mientras yo le besaba el cuello y ella cerraba los ojos ante el tacto, comenzó a buscar la hebilla de mi cinturón y en cuanto pudo deshacerla, abrió mis pantalones para introducir una de sus manos dentro, y aunque la posición no era la mas cómoda, supo como hacerse hueco y sacar mi miembro de mis calzoncillos para rodearlo con su mano y moverla de arriba hacia abajo, cosa que me produjo un escalofrío que me llegó hasta la punta del último dedo del pie y quizás más allá.

Quería quitarle la camiseta a ella y así tener mas piel disponible para besar, pero eso implicaba que dejase de hacer eso con su mano y casi que me arrepiento de hacerlo, pero al final se la quité. 

Fue allí cuando se sentó un poco en la cama y me hizo señas para que me diese vuelta y me sentase en el borde yo también. Por supuesto que en ese momento ella pensaba mas que yo y se dio cuenta de que estando sentado en el borde era mas fácil hacer lo que quería hacer, por lo que con mis pies en el suelo, me ayudó a quitarme los pantalones y se arrodilló frente a mi.

Sinceramente, yo creí que iba a explotar, sobre todo cuando en un momento me miró a los ojos y colocó otra vez su mano sobre mi miembro. Suspiré y miré hacia otro lado porque si me seguía mirando así mientras me acariciaba una y otra vez de arriba a abajo iba a acabar allí mismo, como si fuera un quinceañero teniendo su primera vez. 

Lo mejor llegó cuando decidió que era hora de que su boca se uniese al juego. La saliva siempre causa una sensación distinta, las manos y los labios resbalan de tal forma que se hace complicado aguantar, sobre todo si Mackenzie me miraba de esa forma cuando me lamía como si se tratase de un puto cono de helado.

- Ven - le dije como pude, porque de verdad que no podía aguantar mucho mas y realmente quería hacer mas cosas con ella.

Se puso de pie delante de mi y la hebilla de sus pantalones quedó casi a la altura de mi cabeza, por lo que mientras ella se acomodaba el cabello que tenía en la cara, yo aproveché para bajarle los pantalones y en cuanto ella se lo quitó, pasar mis manos por sus muslos. 

Se sentó sobre mi, una pierna a cada lado de mi cuerpo, y mi miembro erguido quedó debajo de ella, rozando la tela de encaje de su tanga, mientras le quitaba el sujetador y la besaba hasta el último punto, escuchando como comenzaba a suspirar cada vez de forma mas pesada, resultando música para mis oídos y para otras partes de mi también.

Buscó mi boca para besarme y supe que era mi momento de actuar también, por lo que metí despacio mi mano por debajo de la tela de su tanga y la acaricié suavemente.

Si yo estaba por venirme casi que con rozarla, ella no estaba muy lejos de eso tampoco. Los dedos iban y venían con facilidad, y creo que escucharla gemir en mi oído y con sus manos apretando mi espalda era de los momentos mas placenteros que había experimentado junto a ella. Tanto que todo lo demás escapaba de mi mente.

Noté como ponía su mano sobre la mía allí abajo y entendí lo que quería hacer, por lo que quité la mía de donde estaba y la ayudé a hacer a un lado la tela de encaje. Mackenzie alzó un poco las caderas y volvió a tomar mi miembro para hacerme lugar dentro de ella.

Sentirla me produjo un placer inimaginable, sobre todo porque me miraba a los ojos mientras se movía y gritaba, y yo ya no me sentía en mi apartamento. Me sentía con 18 años, en el coche antes de una fiesta, cuando hacíamos lo mismo y ella gritaba de la misma forma en que lo estaba haciendo en ese momento. 

Lo demás dejó de existir allí mismo para mi, lo cual, visto hoy, fue un gran problema.

Volver a fingir que tenía 18 años definitivamente fue un gran problema.




The boy knows something 2 (TBKS #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora