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Jenny Pov

Me moví con cuidado de la cama para encontrarme a mi esposa durmiendo a mi lado. Lena dormía con la boca ligeramente abierta y respiraciones profundas. Debía de está teniendo un buen sueño.

Estábamos en un hotel de luna de miel. Ya llevábamos un par de días en Bora Bora pero si era sincera prácticamente no habíamos visto la isla. Desde que dejamos el puerto hasta ahora a duras penas habíamos pasado cinco horas fuera de la habitación. Y sabía que como no empezara a poner de mi parte íbamos a pasarnos el mes de Luna de miel en la cama.

No era que me estuviera quejando de hacer el amor todo el día con Lena, todo lo contrario, estaba bastante agradecida. Pero también quería invitarla a cenar restaurantes con vistas espectaculares y no el servicio de habitación, ir tomadas de la mano por la ciudad y hacernos mil fotos mientras nos enamoramos más.

Con eso en mente me acerqué y le dejé un suave beso que generó una mueca de fastidio en su rostro aún medio dormido. Otro beso más y aquel gesto fue reemplazado por una sonrisita.

- Buenos días- susurré dejando que mi pulgar acariciara su cadera de forma cariñosa.

- Buenos días- se inclinó uniendo nuestros labios- Me estoy muriendo de hambre... ¿Pedimos algo a servicio de habitación?

- No- ella me miró confusa, con el ceño levemente fruncido.

- Amor, no puedo comerte sin comida real antes. Necesito fuerzas- reí ante el tono que uso provocando que solo me mirara más desconcertada.

- Había pensado en salir un poco y dejar que el servicio de limpieza entre por fin. Podemos desayunar en alguna cafetería y luego ya ver que plan hacemos ¿Te parece?

- Me encanta- volvió a dejarme otro beso justo antes de quitarse el las sábanas de encima y levantarse de la cama dejando a la vista su cuerpo desnudo- Pero antes voy a darme una buena ducha- con un guiño de ojos despareció detrás de ella puerta del baño, dejándome con la boca abierta. Miré la hora nuevamente, era aún las ocho, no pasaba nada si salíamos más tarde.

- Espera, me ducho contigo- grité tomando una toalla y entrando también dentro del baño.

Una hora y media más tarde por fin salíamos de la cabaña. Salir y verse rodeada de agua era relajante y más aún si hacia un buen día. Lena salió segundos después, comentando algo de las llaves de la caseta y que el llavero de estas era demasiado grande.

Pero todo se solucionó cuando las guardo en su bolso. Hoy Lena iba con una camiseta playera completamente blanca con tenía un nudo en la parte inferior, se había puesto uno de los pantalones de su nueva colección de ropa junto con un gorro de paja que habíamos comprado en una tienda de souvenirs el primer día.

Yo había preferido un vestido algo más fresco y cómodo, acompañado de unas gafas de sol que llevaba de diadema.

Nos tomamos de la mano empezando a caminar por el suelo de madera en busca de algún lugar que desayunar cómodamente. Íbamos prácticamente pegadas, hablando sobre cualquier cosa que veíamos y riéndonos.

Por fin encontramos una cafetería al inicio de la costa. Una vez sentadas y con comida delante empezamos a planear el día. Yo quería ir a la playa, tumbarme en el sol y disfrutar de un día tranquilo, pero Lena prefería más explorar la montaña y caminar.

Decidimos echarlo a cara o cruz y como no, ganó la diseñadora. Siempre ganaba ella en este tipo de juegos.

Estuvimos un tiempo más sentadas en los bancos de leño que decoraban la cafetería, robandonos besos y jugando como dos niñas. No hacía falta mirarnos dos veces para saber que estábamos de Luna de miel.

Mi dulce modeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora