Capítulo 24

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¿Qué debía hacer? Era la primera pregunta que venía a su mente luego de leer los sueños de su pequeña Alejandra y, a la vez, verlos destruidos en un mundo donde no sucedía nada de lo que quería. Todo lo que pensaba se desvanecía frente a ella, sus pensamientos que siempre vagaban, aterrizaban todos en el mismo lugar: la traición que sentía al no poder confiar en nadie. El mundo que veía, el mundo que quería y el mundo en el que vivió era falso y frágil...

Poco había pasado desde el dolor que oprimía a su pecho comenzó, cuando escuchó el timbre anunciando la llegada de alguien. Ella se acercó lentamente a su ventana para ver quien la esperaba. Ahí, estaba Tamara. Alejandra suspiró y fue a recibirla. No hubo saludo, y el silencio las acompañó hasta que entraron y Tamara rompió el sepulcral silencio.

- Ale, ¿Estás bien?
- Si... -Dijo algo seria y algo cortante.
- ¿Por qué no fuiste a la escuela?
- Estaba cansada.
- ¿Eso es todo?
- Sí.
-Viene a traerte la tarea -Alejandra solo guardó silencio, Tamara se acercó lentamente a ella, extendió su brazo- Ale, sé que no estás bien. Por favor, dime que tienes -Alejandra guardó silencio, Tamara agregó- Está bien, permaneceré aquí en silencio, si no quieres hablar está bien...

Así, permanecieron un rato sin decir nada, no había sonido alguno que se escuchara en el ambiente, y Tamara no quería información, solo quería que su amiga estuviera bien, y si solo necesitaba su compañía y si no quería preguntas, ella solo le daría su compañía y no haría preguntas. Poco después, Alejandra se decidió hablar.

- Ya no puedo...
- ¿No puedes qué?
- No puedo seguir.
- ¿Por qué?
- Porque ya no tengo energía, no tengo razones para seguir.
- Si no quieres seguir, ¿entonces por qué aún lo haces?
- Porque tengo que.
- No, si no quieres, entonces solo deja de hacerlo -DijoTamara  para intentar calmarla- Pero piensa en todo lo que dejarás. Todo por lo que trabajaste se irá contigo.
- ¿Qué he hecho? -preguntó desmotivada.
- Ale, has movido al mundo con tu dedo y sé que harás grandes cosas, pero para eso necesitas continuar.
- No me refiero a eso, ¿Qué he hecho por mi? -Tamara la miró confundida, pero antes de contestar, Alejandra continuó- No he hecho nada por mí, lo que he hecho no significa nada para mí.
- ¿Por qué?
- Porque hice de todo por todos, menos por mí.
- Entonces empieza. ¡Haz lo que quieras por ti!
- Es que ni siquiera sé que quiero hacer.
- ¿Por qué?
- Porque no sé lo que quiero, no sé lo que soy y no sé por donde  empezar -Dijo Alejandra algo decaída.
- Entonces descúbrelo, invéntalo. ¡No sé! solo haz algo
- ¡Es que no puedo! -Exclamó frustrada.
- ¿Lo has intentando? ¿Has intentando al menos hacer algo?
- No sé.
- Ale, haz hecho muchas cosas, si no fueron por ti, entonces empieza saliendo de esta habitación, tomando los pedazos que quedan de ti para reconstruirte y seguir viviendo.
- ¿Tú qué sabes? -Dijo Alejandra en voz baja.
- ¿Qué?
- ¿Qué sabes tú de dolor si no has pasado por lo mismo que yo? ¿¡Qué sabes sobre continuar si no has estado en el suelo arrastrándote por la vida fingiendo que todo está bien!? -Decía con frustración- ¡Dime tú qué sabes sobre continuar si nunca has pasado por esto!
- Podré no saber como te sientes, pero sé que lo peor que puedes hacer es darte por vencida.
- ¿¡Y cómo lo sabes!? -Dijo con dolor en sus palabras mientras lágrimas comenzaban a salir de sus ojos.
- Lo sé porque sé lo que eres y sé que eres una fuerza imparable de la naturaleza; sé que si caes 100 veces tienes la fuerza para levantarte esa 100 veces; si tropiezas 200 veces serán 200 veces que te recuperarás, pero solo si quieres avanzar.
- ¿Entonces por qué no puedo levantarme? ¿Por qué no puedo seguir avanzando? -Decía mientras sus ojos se inundaban y el dolor ahogaba sus palabras- ¿Por qué no puedo?
- Porque te detuviste, te rendiste y ahora no quieres continuar, porque es más fácil quedarte ahí sin hacer nada que buscar la manera de continuar.
- Tú no sabes eso.
- Lo sé porque lo veo.
- ¡Yo quiero seguir! -Exclamó llena de desesperación y dolor- ¡Quiero continuar pero no sé como hacerlo! ¡No tengo la fuerza para continuar!
- No puedes porque no haz decidido hacerlo -Dijo Tamara llena de calma.
- ¡No lo entiendes! ¡No soy nada, no puedo hacer nada!_
- Primero necesitas calmarte.
- No... -Dijo en voz baja- Lo qué necesito es que me dejes sola.
- ¿Qué? -Dijo confundida.
- ¡Necesito estar sola! ¡No te necesito! ¡Déjame sola!
- ¿Eso es lo que de verdad quieres?
- Sí, eso dije -Dijo un tanto enojada- Déjame sola.
- Bien, me iré si eso es lo que quieres -Se alejó de ella, dispuesta a irse, en el marco de la puerta, antes de irse, dijo con seriedad: - Sabes bien que es más fácil ir hacia abajo que hacia arriba. Lo que no sabes es que tienes la fuerza suficiente y el poder de cambiar tu vida, solo necesitas decidirlo.

Támara salió del lugar y un vacío se sentía en Alejandra, el tiempo pasaba, pero para ella ya no significaba nada. ¿Había cometido un error? Esa era una respuesta que el tiempo le daría.  Porque esa fue la última vez Alejandra habló con Tamara.

El Nacimiento De La PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora